San Miguel Arcángel pesando las almas en el Juicio Final

jueves, 28 de febrero de 2013

Testimonio real: posesión demoníaca luego de "jugar" con el tablero ouija

Aunque producido por un canal que no puede ser calificado como "pro-católico", el documental que presentamos está muy bien realizado, mostrándose respetuoso con la religión católica, con la figura del sacerdote ministerial y sobre todo con el poder de Jesucristo, Hombre-Dios, que es quien actúa a través del sacerdote.
El documental, cuyo valor testimonial reside en que se basa en un hecho de la vida real, refleja el abismo de maldad infernal al que se asoman quienes inadvertidamente "juegan" con el tablero ouija.
Pretendiendo incauta e infantilmente "jugar un juego de miedo", quien utiliza este instrumento perverso entra en comunicación directa con los ángeles caídos, los cuales se presentan como si fueran almas de difuntos, para luego descargar su odio infernal contra los que usan el tablero ouija, llegando en muchos casos a lograr la posesión demoníaca.
Por este motivo, un católico no puede, bajo ningún concepto, participar del juego de la copa o tablero ouija, verdadero instrumento de Satanás.
Ofrecemos el documental de Discovery Channel -realizado como parte de la serie de documentales: "Las puertas del más allá"-, con la esperanza de que muchas personas, sobre todo los jóvenes, entre quienes se ha "puesto de moda" (siniestra) "jugar" con el tablero, desistan de hacerlo.



Las puertas del más allá - El tablero ouija 1/2




Las puertas del más allá - El tablero ouija 2/2

miércoles, 13 de febrero de 2013

El Juicio particular y el Juicio final


El Juicio particular y el Juicio final

Significado que tiene decir: "El fín del mundo", el "Juicio particular" y el "Juicio final".


El Juicio particular y el Juicio final

Todos hemos deseado en algunos momentos de nuestra vida, ser jueces de los demás. Opinamos con facilidad acerca de su vida juzgando si hicieron bien o mal. Sin embargo, nos cuesta trabajo pensar que nosotros también vamos a ser juzgados al final de nuestra vida y que nuestros actos, por más secretos que hayan sido, van a trascender más allá del momento en el que los hicimos.

¿Qué sucede con el alma después de la muerte?

Los cristianos encontramos en el Evangelio algunos pasajes que nos hablan acerca del destino del alma. Específicamente, en la parábola del pobre Lázaro (Lucas 16, 22) y en las palabras que Cristo dirige al buen ladrón, crucificado junto a Él (Lucas 23, 43). 

Al morir, nuestra alma se separará de nuestro cuerpo. Se presentará ante Dios para recibir, de acuerdo con lo que nosotros mismos hayamos elegido en la vida terrena, la recompensa o el castigo eterno. 

El Juicio Particular

Al morir, tendremos un Juicio Particular. En este juicio nos encontraremos ante Jesucristo y ante nuestra vida: todos nuestros actos, palabras, pensamientos y omisiones quedarán al descubierto. 

Suena dramático, pero es real. Si nos encontramos en gracia de Dios, nuestra eternidad feliz empezará en ese momento. Si morimos en una actitud de rechazo total y voluntario a Dios, en pecado mortal, entonces empezará para nosotros el castigo eterno, el infierno.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos habla de la “retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe” (n. 1021). El destino del alma será diferente para cada uno de nosotros, de acuerdo a cómo hayamos utilizado nuestro tiempo de vida en la Tierra.

Hay muchas personas que dicen: “Yo me voy a salvar, pues nunca he hecho el mal a nadie”. Hay que tener cuidado, pues ese día no se nos juzgará sólo por el mal que no hayamos hecho, sino también por el bien que hayamos dejado de hacer. Debemos preocuparnos no sólo por evitar hacer el mal, sino por hacer el bien a todo el que nos rodea. Si no hacemos el bien a los demás, llegaremos al juicio con las manos vacías y “no aprobaremos el examen”.

El Juicio Particular, como su nombre lo dice, será para cada uno de nosotros en lo personal. En éste, Dios nos preguntará: “¿Cuánto amaste?” Y cada uno de nosotros tendrá que responder a esta pregunta. Dios espera que cada uno de nuestros actos sea hecho por amor .

San Juan de la Cruz tiene una frase que dice: “Al atardecer de la vida, seremos examinados en el amor”.


El Juicio Final

El Juicio Final lo tendremos al final de los tiempos, cuando Jesús vuelva a venir glorioso a la Tierra. En él, todos los hombres seremos juzgados de acuerdo a nuestra fe y a nuestras obras. 

La resurrección de todos los muertos, “de los justos y de los pecadores”, precederá al Juicio Final. Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación (Juan 5, 28-29). 

En la Biblia podemos leer cómo será este juicio en Mateo 25, 31.32.46: Lo que sucederá ese día, de acuerdo con la narración de Jesucristo, será como un examen de aquello que nos caracteriza como personas humanas: nuestra capacidad de amar.

En ese día saldrán a la luz todas nuestras acciones y se verá el amor hacia los demás que pusimos en cada una de ellas.

Este amor será el que nos juzgará:

"Venid benditos de mi Padre… porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…"

"Id malditos al fuego eterno… porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber…" 

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “El Juicio Final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena” (n. 1039).

El juicio final es la prueba de que Dios es infinitamente justo y ha dispuesto todo con sabiduría para que la verdad se conozca y se aplique la justicia en cada hombre con el destino eterno que él mismo se haya merecido. 

Algunas personas piensan que no hay que preocuparse por eso de los juicios, pues creen que Dios va a salvar a todos los hombres al final de los tiempos porque es infinitamente bueno y nos ama. 

Es verdad que Dios es muy bueno, pero también es muy justo y respeta nuestra libertad. Cuando nosotros estamos en pecado mortal, libremente le hemos dicho a Dios que “no nos interesa salvarnos”. Si morimos en este estado, Dios respetará nuestra decisión. El hombre, con su libertad, alcanza la recompensa o el castigo eterno.

Frente a Cristo se conocerá la verdad de la relación de cada hombre con Dios. 
El Juicio Final revelará que la justicia de Dios triunfa sobre todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte. 

Reflexionar tanto en el Juicio Particular como en el Juicio Final nos recuerda que mientras tengamos vida, tenemos oportunidad de alcanzar nuestra salvación. Cada día nos ofrece la posibilidad de amar a Dios y a los que nos rodean, de perdonar a los que nos ofenden, de vivir cristianamente.


¿Cuándo será el juicio final?

El mismo Jesucristo nos aclaró que ni siquiera Él conoce el día ni la hora en que se llevará a cabo este acontecimiento, sino sólo Dios Padre. Así que no debemos dejarnos engañar por personas que pretenden conocer la fecha del fin del mundo. No debemos preocuparnos por intentar conocer esa fecha, sino sólo por estar siempre bien preparados, pues no sabemos en qué momento sucederá.

Para profundizar, puedes leer el Catecismo de la Iglesia Católica núm. 668 - 682, 1021-1023, 1038-1042, 2831 

lunes, 11 de febrero de 2013


¡Te agradecemos de todo corazón, Santo Padre Benedicto XVI, tu servicio a la Santa Madre Iglesia! ¡Que el Espíritu Santo suscite un sucesor con tu misma fe, sabiduría y caridad!

domingo, 10 de febrero de 2013

El infierno en los sueños proféticos de San Juan Bosco




El infierno según San Juan Bosco 1/7


El infierno según San Juan Bosco 2/7


El infierno según San Juan Bosco 3/7


El infierno según San Juan Bosco 4/7


El infierno según San Juan Bosco 5/7


El infierno según San Juan Bosco 6/7


El infierno según San Juan Bosco 7/7

San Juan Bosco es llevado al infierno

En uno de sus sueños proféticos, San Juan Bosco es llevado al infierno. Allí ve, con asombro, a muchos de los jóvenes de su Oratorio. El guía que le lleva, le dice que las faltas contra el Sexto Mandamiento, son la mayor causa de condenación en el infierno. Le dice además que debe predicar contra la inmodestia, y que Dios no deja de conceder la gracia de la pureza a quien la pide de todo corazón. El guía advierte a San Juan Bosco que debe decirles que sus muchachos deben "cambiar de vida", es decir, deben "convertirse". Otra causa frecuente de condenación es el amor desordenado a las riquezas materiales, además de la gula y el ocio, lo cual hace faltar a la piedad y a la mansedumbre.


Película sobre uno de los sueños de San Juan Bosco sobre el infierno









El infierno, dogma de fe



"Por mí se va a la ciudad del llanto;
por mí se va al dolor eterno;
por mí se va a la condenada raza;
la justicia animó a mi Sublime Arquitecto;
me levantó la divina Potestad, la suprema Sabiduría y el primer amor
Antes de mí no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal;
y yo duro eternamente.
¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!".

La Divina Comedia
Dante Alighieri

En La Divina Comedia, de Dante Alighieri, el infierno tiene forma de embudo y está formado por nueve círculos, y en cada uno de ellos los condenados son sometidos a distintas penas, según la gravedad de los pecados.


Los nueve círculos del Infierno

Primer círculo (Limbo)
(Nota aclaratoria: lo que no concuerda con la teología católica en la Divina Comedia, es en la descripción del "limbo", a menos que se trate del limbo de los justos, es decir, adonde descendió Cristo entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección. El resto de los círculos, sí concuerda con la teología católica, desde el momento en que describe el castigo general y el castigo particular que los condenados tienen, según sea el órgano con el cual se cometió el pecado que condujo al alma al infierno).

En el Limbo se encuentran los no bautizados y los paganos virtuosos, quienes, pese a no ser pecadores, no aceptaron a Cristo. Estos pecadores no son efectivamente atormentados, pero aun así están condenados ya que están separados de Dios, sin esperanza de reconciliarse con Él. El Limbo comparte muchas características con los prados asfódelos griegos; "un lugar neutral, ni bueno ni malo, donde esta gente estará eternamente siempre deseando a Dios pero sin poder tenerlo nunca". El Limbo incluye prados verdes y un castillo, el lugar donde están los hombres más sabios de la antigüedad, incluyendo al mismo Virgilio, así como filósofos islámicos como Averroes y Avicena. En este castillo Dante conoce a los poetas Homero, Horacio, Ovidio, y Lucano, la reina amazona Pentesilea, al matemático Euclides, los filósofos Sócrates y Aristóteles, y muchos otros, incluyendo a César en su rol de general de Roma ("César en armas, de ojos rapaces"). Curiosamente, Dante también se encuentra con Saladino en el Limbo (Canto IV). Dante da a entender que todos los no Cristianos virtuosos se encuentran en ese lugar, aunque luego se encuentra a dos (Catón de Útica y Estacio) en el Purgatorio y otros dos (Trajano y Rifeo) en el Paraíso.
Después de este primer círculo, todos los condenados por pecados "activos", es decir, que deliberadamente han pecado dañando a alguien, son juzgados por Minos, quien sentencia cada alma y le asigna su lugar, enrollando su cola sobre sí mismo tantas vueltas como círculos debe descender. Los círculos más profundos están estructurados de acuerdo a la concepción clásica (Aristotélica) del vicio y la virtud. Están agrupados de acuerdo a los pecados de incontinencia, violencia y fraude (que, según diversos comentaristas, están representados por el leopardo, el león, y la loba, respectivamente). Los pecados de incontinencia, es decir, la incapacidad de controlar los deseos e instintos propios, son castigados en un primer lugar, mientras que la violencia y el fraude aparecen después.

Segundo círculo (Lujuria)
En el segundo círculo del Infierno, se encuentran aquellos que han pecado de lujuria. Dante condena a estos "malefactores carnales" por dejar que sus apetitos sobrepasaran su razón. Ellos son los primeros en ser verdaderamente castigados en el Infierno. Estas almas están condenadas a ser impelidas por un fuerte viento, que las embiste contra suelo y paredes, las agita y las hace chocar entre ellas sin descanso, de la misma forma que en vida se dejaron llevar por los vientos de la pasión.



Gianciotto descubre a Paolo y Francesca, óleo de Jean Auguste Dominique Ingres.


En este círculo, Dante ve a Semiramis, Dido, Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris, Tristán, y muchos otros que no controlaron el amor sensual durante su vida. Francesca de Rimini le dice a Dante como ella y su cuñado Paolo cometieron adulterio, y después murieron de manera violenta, en el nombre del Amor, en las manos de su esposo, Gianciotto Malatesta. Francesca le cuenta a Dante que su acto de adulterio fue inspirado por la historia de Lancelot y Ginebra (un episodio esculpido por Auguste Rodin en El Beso). Sin embargo, ella cree que su esposo será castigado por su fratricidio en Caina, en el Noveno Círculo (Canto V).

Tercer círculo (Gula)
En el tercer círculo se castiga a los glotones. Yaciendo en el barro y bajo una inclemente lluvia de granizo, son ensordecidos por los terribles ladridos de Cerbero, que los persigue y desgarra atrozmente con uñas y dientes.
Los glotones son condenados a vivir toda la eternidad bajo el ladrido de Cerbero que los despedaza con sus uñas, en un lugar donde el granizo y la lluvia helada no cesan (Virgilio pasó seguro más allá del monstruo, llenando su boca con tierra y barro). En sus notas sobre este círculo, Dorothy L. Sayers escribe que "la renuncia al pecado, que comenzó con la indulgencia mutua conduce por una degradación imperceptible para aislamiento auto-indulgencia". Los glotones se encuentran aquí sin vista y sin hacer caso de sus vecinos, que simboliza el frío, la sensualidad egoísta, y vacío de sus vidas. Al igual que la lujuria ha revelado su verdadera naturaleza en los vientos del círculo anterior, aquí el fango revela la verdadera naturaleza de la sensualidad - que incluye no sólo excesos en la bebida y los alimentos, sino también otros tipos de adicción.
El tercer círculo, ilustrado por Stradanus.

En este círculo, Dante conversa con un florentino contemporáneo identificado como Ciacco, que significa "cerdo". Un personaje con el mismo apodo aparece más tarde en El Decamerón de Giovanni Boccaccio. Ciacco habla a Dante en relación con las luchas en Florencia entre el "Blanco" y "Negro" güelfos. En uno de una serie de profecías en el poema, Ciacco "predice" la expulsión del partido blanco, a la que Dante pertenecía, y que llevó al propio Dante al exilio y la muerte. Este evento ocurrió en 1302, después de la fecha en la que se establece en el poema, pero antes de que el poema fuera escrito (Canto VI).

Cuarto círculo (Avaricia y Prodigalidad)
Aquellos cuya actitud hacia los bienes materiales se desvió de la media adecuada son castigados en el cuarto círculo. Aquí están condenados los avaros, que acumularon posesiones, y los pródigos, que las derrocharon. Ambos grupos empujan grandes pesos a lo largo del círculo, pero cada uno en dirección opuesta. Cuando se encuentran, chocando, se injurian. Unos reprochan: "¿Porqué acaparas?", mientras que los otros: "¿Porqué derrochas?". A continuación cada grupo da la vuelta para recorrer el círculo en sentido contrario, hasta chocar de nuevo con el otro.
En las ilustraciones de Gustave Doré del cuarto círculo, los pesos son grandes bolsas de dinero.

El contraste entre estos dos grupos, Virgilio conduce al discurso sobre la naturaleza de la fortuna, que resucita a las naciones a la grandeza, y luego los sume en la pobreza, como ella cambia "esos productos vacíos de nación a nación, clan a clan.", expresión llena lo que de otro modo sería una brecha en el poema, ya que ambos grupos están tan absortos en su actividad que Virgilio le dice a Dante que sería inútil tratar de hablar con ellos - de hecho, han perdido su individualidad, y se conviertan en "irreconocible" (Canto VII).

Quinto círculo (Ira y Pereza)
Las almas de los iracundos están encenagadas en la pantanosa laguna Estigia. Rabiosas, se golpean entre ellas, y se despedazan a mordiscos. Bajo el agua y hundidos en el lodo, están las almas de los acidiosos. De mala gana, Flegias transporta a Dante y a Virgilio través del Estigia en su barco. En el camino un condenado les habla, Filippo Argenti, güelfo negro de una prominente familia. Cuando Dante responde "con el llorar y con el luto quédate, espíritu maldito," Virgilio entonces lo besa. Literalmente, esto muestra el hecho que las almas en el Infierno están eternamente fijadas en el estado que eligieron, pero alegóricamente, refleja como Dante se "contagia" del pecado de la ira (Cantos VII y VIII).

El quinto círculo, ilustrado por Stradano.

Las partes más bajas del Infierno se encuentran dentro de los confines de la ciudad de Dite, que a su vez está rodeada por la laguna estigia. Los castigados dentro de Dite son pecadores activos (no pasivos). Los muros de Dite están custodiados por ángeles caídos. Virgilio no logra convencerlos de que lo dejen pasar con Dante y las Erinias y Medusa amenazan a Dante. Un ángel mandado del Cielo les deja entrar, abriendo la puerta al ser tocada por una vara. Alegóricamente, esto revela el hecho de que el poema está empezando a tratar con pecados que ni la filosofía ni el humanismo pueden comprender del todo8 (Cantos VIII y IX).

Sexto círculo (Herejía)
En el sexto círculo, los epicúreos, los cuales negaron en vida la inmortalidad del alma, están condenados a yacer en flamígeros sepulcros destapados. Dante habla con un epicúreo florentino: Farinata degli Uberti, un gibelino (condenado póstumo por herejía en el 1283); y Cavalcante dei Cavalcanti, un güelfo, quien era el padre del amigo de Dante y poeta Guido Cavalcanti. Las afiliaciones políticas de estos dos hombres crean una discusión sobre la política florentina (Canto X).
En respuesta a una pregunta de Dante sobre la profecía que recibió, Farinata explica que el alma en el Infierno puede ver el futuro pero no el presente. En consecuencia, cuando "se aproximan o son", es todo en vano su intelecto.

Bajo Infierno, dentro de los muros de Dite, ilustración de Stradano.

Hay una pausa antes de descender y pasar al séptimo círculo, donde Virgilio explica la geografía y la razón de ser del Bajo Infierno, en donde los pecadores de violencia y malicia son castigados. En esta explicación él se refiere a la Ética Nicomaquea y a la Física de Aristóteles (Canto XI). En particular, él afirma que solo hay dos legítimas fuentes de riqueza: los recursos naturales ("naturaleza) y la actividad humana ("arte"). La usura, que será castigada en el próximo círculo, es una ofensa a las dos:
"De estos dos, si traes a tu mente
la Génesis del principio, conviene
concordar su vida y avanzar la gente.
Y como el usurero otro camino sigue,
a la natura en sí, y a su secuaz
desprecia, pone así en otra parte su esperanza".

Séptimo círculo (Violencia)
En el séptimo círculo se encuentran los violentos. Su entrada es vigilada por el Minotauro, y se divide en tres anillos:
Anillo exterior: Esta ronda alberga a los violentos contra la gente y la propiedad. Están inmersos en el Flegetonte, un río de sangre hirviente, hundidos según la gravedad del pecados: Alejandro Magno está inmerso hasta las cejas. Los centauros, liderados por Quirón, patrullan el lugar disparando flechas a quienes intentan escapar. El centauro Neso guía a los poetas a través del Flegetonte (Canto XII). Este pasaje estuvo quizás influenciado por la obra medioeval Visio Karoli Grossi.

La familia Gianfigliazzi estaba identificada por un escudo de un león (azul en fondo amarillo).

Anillo del medio: En éste anillo están los suicidas (los violentos contra sí mismos), los cuales, transformados en nudosos árboles, son picoteados y desgarrados por Harpías que allí anidan. Llegado el día del Juicio Final, esta clase de almas, en vez de revestirse con sus cuerpos al recobrarlos, los colgarán de sus ramas, pues sería injusto volver a tener lo que uno se ha quitado voluntariamente. Dante, al romper una rama y comenzar a sangrar, oye una voz, la de Pier della Vigna, quien se suicidó después de perder la confianza de Federico II (su presencia aquí, indica que Dante cree que la acusación hacia él es falsa). Los árboles son metáfora del estado de la mente del suicida. Los otros residentes del anillo son los derrochadores, quienes destruyeron sus vidas destruyendo lo que tenían de valor (por ejemplo: el dinero y las propiedades). Ellos están perpetuamente perseguidos y mordidos por perras (Canto XIII).
Anillo interior: Aquí están los violentos contra Dios ( blasfemadores) y los violentos contra naturaleza (sodomitas y, como se explicó en el sexto círculo, los usureros) todos los cuales están en un desierto ardiente de arena con una lluvia de llamas. Los blasfemadores están echados en la arena, los usureros sentados, y los sodomitas deambulan en grupos. Dante conversa con dos florentinos sodomitas de diferentes grupos. Uno de ellos es el mentor de Dante, Brunetto Latini. Dante está muy sorprendido y tocado por el encuentro y muestra gran respeto por su "maestro" ("me enseñabais cómo se inmortaliza el hombre: / y cuanta gratitud de ello guardo, mientras viva, / es necesario que mi lengua lo discierna"), esto refuta la idea de que Dante solo pone a sus enemigos en el Infierno. Los otros sodomitas son Jacopo Rusticucci, político, que culpa a su esposa por su destino. Los castigados por usura incluyen a los florentinos Catello di Rosso Gianfigliazzi, Ciappo Ubriachi, y Giovanni di Buiamonte; a los paduanos Reginaldo degli Scrovegni y Vitaliano di Iacopo Vitaliani. Están identificados no por el nombre, sino por el escudo estampado en las bolsas alrededor del cuello - monederos de los cuales "sus ojos parecían deleitarse"17 (Cantos XIV a XVII).

Octavo círculo (Fraude)
En los últimos círculos del Infierno se castigan los pecados relacionados con el fraude consciente o traición. A estos círculos solo se puede llegar descendiendo un gran acantilado, que Dante y Virgilio hacen en la espalda de Gerión, un monstruo alado tradicionalmente representado con tres cabezas o con tres cuerpos unidos, pero descrito por Dante con tres distintas naturalezas: humana, bestial, y reptil. Gerión es la imagen del fraude, con la cara que parece de un hombre honesto, su cuerpo hermosamente coloreado, pero con una punta venenosa en la cola (Canto XVII).

Jason y Medea, por John William Waterhouse (1907).


El guía de Dante rechaza a Malacoda y a su amigos entre las Bolgias 5 y 6, canto XXI.


Dante escalando en la Bolgia 7, Canto XXVI.


Dante ve al Caballo de Troya como un mal engaño, castigado en la Bolgia 8 y 10 (Guerra de Troya, por Johann Georg Trautmann).

Los fraudulentos de forma deliberada, a sabiendas del mal que causan están localizados en un lugar llamada Malebolge ("Malas fosas"), divididas en diez Bolgias, unidas por puentes:

Bolgia 1: Rufianes (proxenetas) y seductores marchan en líneas separadas en direcciones opuestas, golpeados por demonios (Dante hace aquí referencia al tráfico del Jubileo del año 1300 en Roma: manteniéndose a la derecha). Dado que los rufianes y los seductores usaron la pasión de otros para llevarlos a donde querían, ellos ahora están guiados por demonios a marchar por la eternidad. En el grupo de los proxenetas, el poeta distingue a Venedico Caccianemico, quien vendió a su propia hermana a Obizzo II d'Este. En el grupo de los seductores, Virgilio a Jasón, quien obtuvo la ayuda de Medea seduciéndola y casándose con ella, solo para después dejarla por Creúsa. Jasón también sedujo a Hipsípila, pero "la abandonó, sola y embarazada" (Canto XVIII).

Bolgia 2: Aduladores, que son descritos con un lenguaje bajo y vulgar. Están inmersos en excrementos humanos, que representa a las palabras que produjeron. Dorothy L. Sayers, quien trabajó en la industria de la propaganda, comenta "Dante no vivió para ver el desarrollo de la propaganda política, publicidad comercial, y periodismos sensacionalista, pero preparó un lugar para ellos" (Canto XVIII).

Bolgia 3: Dante aquí expresa su condena a los que cometieron la simonía. Están puestos con la cabeza hacia abajo (como en la pila bautismal), con llamas que les queman los pies. Uno de los simoníacos, el papa Nicolás III, denuncia a dos de sus sucesores, al papa Bonifacio VIII y el papa Clemente V, por la misma ofensa. La similitud con la fuente bautismal le da a Dante la oportunidad para limpiar su nombre de la acusación de daño intencionado a la fuente en la iglesia de San Giovanni dei Fiorentini (Canto XIX).

Bolgia 4: Brujos, astrólogos, y falsos profetas tienen la cabeza mirando hacia atrás. Dado que quisieron ver hacia adelante sin mirar el presente, ahora están obligados a no poder ver hacia adelante, solo hacia atrás. En esta Bolgia, Dante ve a Anfiarao, Tiresias, Miguel Escoto, y Guido Bonatti, entre otros (Canto XX).

Bolgia 5: Políticos corruptos están inmersos en brea hirviente, que representa los dedos sucios y oscuros secretos de sus tratos corruptos. Los truhanes son los análogos políticos de los simoníacos, y Dante les dedica varios cantos a ellos. Ellos están custodiados por diablos llamados Malebranche (malasgarras), que proporcionan una salvaje y satírica comedia negra. El líder de los Malebranche, Malacoda, le asigna una tropa a Virgilio y Dante para llevarlos a la siguiente Bolgia. La promesa de un salvoconducto a los poetas resulta ser una mentira ya que los demonios se están aprovechando de ellos (y no hay "próximo puente"), y entonces los poetas se ven obligados a trepar hacia la sexta Bolgia. (Canto XXI a XXIII).

Bolgia 6: En la sexta Bolgia, los poetas encuentran a los hipócritas, llevando aparentes capas doradas que resultan ser de plomo, de manera que los hace andar inclinados bajo su peso. Se simboliza su falsedad contrastando la apariencia dorada que los hipócritas muestran, con un interior innoble, agobiado por los malos pensamientos. Dante habla con Catalano y Loderingo, dos miembros de la Frailes Gaudentes, una orden que había adquirido reputación por no vivir de acuerdo a sus votos, y que fue eventualmente suprimida por el papa Sixto V. Una subcategoría particular de hipócritas está representado por los miembros del Sanedrín, que llevaron a Cristo a la muerte "en beneficio de todo el pueblo", pero causando la ruina de los Judíos: con evidente contrapaso están crucificados en tierra, en medio del camino, de modo que los hipócritas que caminan por el círculo los pisan a su paso.

Bolgia 7: Dos cantos están dedicados a los ladrones, quienes están custodiados por el centauro Caco, que escupe fuego (en la mitología romana, Caco no era un centauro, sino un monstruo que tiraba fuego asesinado por Heracles). Los ladrones están perseguidos y mordidos por serpientes. El horror de la pena de los ladrones se revela poco a poco: al igual que robaron la sustancia de otras personas en vida, aquí ellos son objeto del robo de su propia identidad, y al ser mordidos por una serpiente sufren una transformación. Vanni Fucci es convertido en cenizas y revivido; Agnello se mezcla con el reptil de seis patas que es Cianfia; y los cambios de Buoso forman las cuatro patas de Francesco: "El alma que se había hecho fiera / silbando huye por el valle, / y el otro tras de él hablando escupe" (Cantos XXIV y XXV).

Bolgia 8: En la octava Bolgia, se castiga a los consejeros fraudulentos, que andan revestidos en una llama que los abrasa. Ulises y Diomedes están aquí condenados por el engaño del Caballo de Troya. Ulises también cuenta la historia de su final y último viaje (una invención de Dante), donde él dejó su hogar y familia para llegar al fin de la Tierra, siendo que se hundió junto a sus hombres al llegar al monte del Purgatorio. Guido da Montefeltro cuenta su consejo al papa Bonifacio VIII para capturar el fuerte de Palestrina, ofreciéndole a la familia Colonna que se encontraba adentro un falso armisticio, y arrasando el suelo cuando se rindieron. Guido se transformó en Franciscano en el 1296, y murió dos años después. Guido describe como vino San Francisco a llevar su alma al Cielo, pero un demonio pidió antes su alma. A pesar que Bonifacio absolvió a Guido de sus pecados, Dante remarca la invalidez de esto, dado que la absolución requiere el arrepentimiento y un hombre no puede ser perdonado por un pecado, al mismo tiempo que desea cometerlo (Cantos XXVI y XXVII).

Bolgia 9: En la novena Bolgia, demonios con espada en mano dividen a quien en vida dividieron a las personas. Al curarse sus heridas, los demonios vuelven a lastimarlos. Dante encuentra a Mahoma, quien le dice que se cuide del cismático y hereje Fraile Dolcino. Dante describe a Mahoma como un cismatico, que vio al Islam como una rama del Cristianismo, y similarmente Dante parece condenar a Ali por la división entre Sunitas y Chiitas. En este Bolgia, Dante encuentra también a Bertran de Born, quien lleva su cabeza en la mano, como castigo por (Dante cree) fomentar la rebelión de Enrique el Joven contra su padre Enrique II (Cantos XXVIII y XXIX).

Bolgia 10: En la última Bolgia, están varios tipos de falsificadores (alquimistas, falsificadores, perjurios, e imitadores), quienes están enfermos. La esposa de Putifar es mencionada aquí por su falsa acusación de José, al igual que Sinón, el espía griego que engañó a los troyanos a entrar el Caballo de Troya a la ciudad. En las notas de su traducción, Dorothy L. Sayers remarca que el descenso a través de las Malebolge "inicia con la venta de la relación sexual, y llega a la venta de la Iglesia y del Estado; ahora, el dinero está corrompido, cada afirmación es perjurio, y cada identidad una mentira;" es decir cada aspecto de la interacción social se fue progresivamente destruyendo (Cantos XXIX y XXX).


Dante habla con los traidores en el hielo, Canto XXXII.

Noveno círculo (Traición)
El noveno círculo está rodeado de gigantes clásicos y bíblicos, quienes quizás simbolizan el orgullo y otros defectos espirituales que se esconden detrás de los actos de traición.34 Los gigantes están echados en el suelo y por eso se pueden ver desde más arriba. Entre ellos está Nimrod, así como Efialtes, quien con su hermano Otus trató de derrotar al Olimpo. El gigante Anteo está en el pozo que forma el noveno círculo (Canto XXXI).
Los traidores se diferencian de los "simples" fraudulentos por el hecho de que sus acciones envuelven el engañar a alguien con quien se tiene una relación especial. Hay cuatro zonas concéntricas (o "rondas") de traidores, correspondientes, en orden de seriedad, a las traiciones hacia algún familiar, hacia alguien con lazos de comunidad, hacia los huéspedes, y hacia el señor feudal. En contraste con la imagen popular del Infierno como ardiente, los traidores están congelados en un lago de hielo conocido como Cocito, en donde cada grupo está encajado a profundidades cada vez mayores.

Ronda 1 es llamada Caina, el nombre proviene de Caín, quien mató a su hermano. Los traidores a la parentela están inmersos en el hielo hasta la cara - "hasta donde el rubor avanza, / estaban las sombras dolientes en la escarcha" Mordred, quien atacó al Rey Arturo, es uno de los traidores que se encuentra aquí: "ni la de aquel a quien fue roto el pecho y la sombra / con él, de un golpe de la mano de Arturo;" (Canto XXXII).

Ronda 2 se llama Antenora, en honor a Antenor de Troya, quien según la tradición medioeval, traicionó a su ciudad en favor de los griegos. Traidores a las entidades políticas, tales como partido, ciudad, o país, está aquí. Conte Ugolino deja de morder la cabeza de su rival, el Arzobispo Ruggieri para describir como Ruggieri lo encerró en una torre con sus hijos, condenándolos a morir de hambre. Una serie de correspondencias, como alusiones al mismo pasaje del Eneida, unen este pasaje a la historia de Paolo y Francesca del segundo círculo, indicando que el hielo del infierno de la traición es el resultado final del consentimiento del pecado (Cantos XXXII y XXXIII).

Ronda 3 es llamada Ptolomea, probablemente en honor a Ptolomeo, hijo de Abobi, quien invitó a Simón Macabeo y a su hijo a un banquete y después los mató. Los traidores a sus huéspedes están castigados aquí, echados supinos en el hielo, que les cubre todo salvo la cara. Están castigados más severamente que los anteriores traidores, porque la relación con las personas traicionadas es por pura voluntad. Fra Alberigo, que había armado a soldados para que mataran a su hermano en un banquete, explica que a veces el alma llega aquí antes que Atropos corte el hilo de la vida. Sus cuerpos en la tierra es inmediatamente poseído por un demonio, y entonces lo que parecía ser un hombre que caminaba para a ser un hombre incapaz de arrepentirse (Canto XXXIII).

Ronda 4 se llama Judeca, en honor a Judas Iscariote, el traidor de Cristo. Aquí están los traidores a sus benefactores. Todos los castigados aquí están completamente inmersos en el hielo, distorsionados en todas las posiciones imaginables. Dado que aquí no hablan con nadie, Dante y Virgilio se mueven rápido hacia el centro del Infierno (Canto XXXIV).

Satanás está atrapado en la zona central de hielo del Noveno Círculo, Canto XXXIV.

En el centro del Infierno, condenado por cometer el último pecado (la traición hacia Dios), está Satanás. Satanás es descrito como un gigante, espantosa bestia con tres caras, una roja, una negra y otra amarillo pálido:
Una delante y era bermeja,
las otras eran dos, que a aquella se unían
de cada hombro en el medio,
y se juntaban en el lugar de la cresta:
y la derecha parecía entre amarilla y blanca,
la izquierda a la vista era tal cuales son
los que vienen de donde el Nilo se encauza.

Satanás está inmerso en el hielo hasta la cintura, llorando y babeando. Aletea como si intentase escapar, produciendo un viento que hiela todo el Cocito. Cada boca tiene un famoso traidor, con Bruto y Casio en las bocas de la izquierda y derecha respectivamente. Estos dos hombres estuvieron involucrados en el asesinato de Julio César - un acto que para Dante significa la destrucción de la unificación de Italia ya que mataron al hombre que debía gobernar al mundo.
En el centro, está Judas. A él se le aplica la peor de las torturas, su cabeza es roída por la boca de Satanás. Lo que se ve aquí es una perversión de la trinidad: Satanás es impotente, ignorante, y está lleno de odio, en contraste con la omnipotencia, omnisciencia, y amor de Dios.
Los dos poetas salen del Infierno escalando sobre Satanás, pasando a través del centro de la tierra (con un cambio del sentido de la gravedad), y emergen en el otro hemisferio (descrito en el Purgatorio) justo antes del amanecer en Pascua, bajo un cielo lleno de estrellas (Canto XXXIV).

El Purgatorio, dogma de fe


La existencia del Purgatorio es dogma de fe. En él, el alma es plenamente consciente de la Misericordia y de la Justicia divinas, y se lamenta el no haber correspondido, en esta vida, al Amor divino, que le pedía amor a Dios y al prójimo. 
El alma en el Purgatorio se da cuenta, con lúcida claridad, que lo que le hubiera abierto las puertas del cielo, ya desde la  tierra, era el amor a Dios y al prójimo, sobre todo a los más necesitados. Se da cuenta, con lúcida claridad, que no amó a su prójimo como debía haberlo hecho; no lo amó lo suficiente en el hambriento, y así dio de lo que le sobraba de su comida, pero nunca dejó de comer por dar de comer a un pobre; se da cuenta que no amó lo suficiente a su prójimo, porque en vez de visitar a los enfermos todas las veces que podía, relegaba las visitas por pasar más tiempo mirando televisión, navegando en internet; se da cuenta que no amó como debía, porque descuidó el trato paciente, misericordioso, amable, por un trato frío, distante, que dejaba traslucir su impaciencia y su poca caridad. El alma se da cuenta de muchas otras faltas de amor, cometidas día a día, unas más grandes que otras -enojos, impaciencias, susceptibilidad, desidia en la atención del otro, etc.-, pero todas en definitiva, hicieron que mereciera estar en este lugar, en donde deberá ser purificada por las llamas del Amor divino. El Amor divino deberá "empapar" toda el alma, para que el alma quede llena de ese Amor, el mismo Amor al que en la tierra no apreció y no supo verlo en el prójimo.
En el Purgatorio, el alma es consciente también de que para poder acceder a la visión beatífica del Ser trinitario, Ser que es Amor en Acto Puro y perfecto, necesita purificarse de la escoria del pecado, de la falta de Amor. Precisamente el pecado, al ser falta de Amor -en distintos grados, desde la ausencia completa, en el pecado mortal, hasta faltas pequeñas, en el pecado venial-, ocupa en el alma, por así decirlo, el lugar que debería ocupar el Amor trinitario. En el alma que se encuentra en el Purgatorio, el Amor trinitario está en ella y es el que, desde lo más profundo del alma del Purgatorio, comienza a intensificar cada vez más su Presencia, Presencia es purificadora y beatificadora: es purificadora, porque va quemando, con su potencia divina, las escorias del pecado; beatificadora, porque al mismo tiempo que la escoria del pecado, va llenando al alma de la gracia divina. Este proceso es percibido por el alma del Purgatorio como un fuego interior que le hace sufrir -cuando purifica del pecado- pero al mismo tiempo le concede el Amor divino, de manera tal que el sufrimiento no es como en el infierno, de desesperación, sino que se acompaña precisamente de lo que falta por completo en el infierno, y es la esperanza. En consecuencia, el alma del Purgatorio experimenta, a causa de esta Llama de Amor divino que se va haciendo lugar en ella, dolor intenso, pero al mismo tiempo ve crecer el Amor a Dios a cada instante, lo cual significa para ella experimentar, al mismo tiempo que el dolor, una dulzura y una felicidad en incremento constante. 
Es en esto en lo que consiste la diferencia radical con el infierno, en donde el Amor de Dios se convierte, para el condenado, en el recuerdo permanente e interminable de su rebeldía y de su rechazo de ese Amor, al cual no podrá ya nunca más alcanzar. A diferencia del Purgatorio, en el infierno no hay esperanza de llegar a contemplar en algún momento al Ser trinitario, y tampoco hay experiencia del Amor divino, como sí lo hay en el Purgatorio. En el infierno se sufre sin esperanzas; en el Purgatorio, se sufre con esperanza, porque algún día, cuando el Amor divino haya completado su tarea de expurgar la pena, el alma ingrese, convertida ella misma en llama de Amor divino, en el cielo.
La siguiente película constituye un excelente testimonio del Amor divino que purifica a las almas para que estas ingresen definitivamente en el cielo.


domingo, 3 de febrero de 2013

Sueños de San Juan Bosco: el congreso de los diablos



LOS SUEÑOS DE SAN JUAN BOSCO
Memorias biográficas
Sueño 141

 El congreso de los diablos 

Soñé que estaba en una gran sala donde muchos diablos celebraban un congreso para encontrar los medios con los cuales lograr acabar y destruir a la comunidad salesiana (y a cualquiera otra asociación religiosa).

Un diablo propuso: – Para destruir esta asociación religiosa lo mejor será la GULA. Ella trae desgano para hacer el bien, corrupción de costumbres, malos ejemplos, falta de espíritu de sacrificio, descuido de los deberes del apostolado…

Pero otro diablo respondió: – Este medio no sirve para la mayoría, porque la comida de los religiosos es bastante sobria y las bebidas alcohólicas son escasas entre ellos. Sus reglamentos mandan que la alimentación sea ordinaria y los superiores vigilan para que no haya exceso en esto. Y el que se excede en el comer y en el beber no sólo produce escándalo entre los demás sino que se atrae el desprecio de los otros. Yo propongo más bien, como medio para acabar con la Congregación al inspirarles un gran AMOR POR LAS RIQUEZAS.

Y añadió:- Es que cuando en una asociación religiosa entra el amor a las riquezas, llega también el amor por las comodidades, y el deseo de tener cada uno su propio dinero para gastarlo en lo que se le antoje, y los religiosos empiezan ya a no pensar con caridad en los demás, sino con egoísmo, cada uno en sí mismo. Y el amor al dinero lleva a los religiosos a dedicarse a los ricos que pueden pagar altas cuotas, y se van olvidando de los pobres.

Aquel demonio quería continuar hablando pero le interrumpió un tercero que dijo: – ¡Qué gula, ni qué amor a las riquezas! Estos religiosos son bastante pobres y bastante sobrios. Además se dedican a atender gentes tan necesitadas, que cualquier cantidad de dinero que les llegue, apenas sí les alcanzará para ayudar a tantos pobres que vienen a pedir su ayuda. Yo en cambio propongo como medio para acabar con su comunidad el incitarles a una EXAGERADA LIBERTAD. Convencerlos de que no es necesario obedecer a los reglamentos de su Congregación. Que hay que rechazar ciertas preocupaciones poco brillantes que se les encomiendan. Que hay que producir movimientos contra sus superiores. Que se puede ir siempre a hacer visitas sin pedir permiso a nadie. Que pueden aceptar toda clase de invitaciones y aprovechar esas ocasiones para salir de casa… y otras cosas semejantes.

Entonces se adelantó un cuarto demonio y exclamó: – Esos medios que han propuesto resultan bastante inútiles, porque los superiores pueden despedir a los rebeldes. Es verdad que algunos se dejarán deslumbrar por el deseo de tener una exagerada libertad, pero ya verán que la mayor parte de estos religiosos se mantendrán fieles al cumplimiento de su deber. Yo les propongo un medio cuya peligrosidad estos hombres no serán capaces de descubrir tan fácilmente. Consiste en CONVENCERLOS DE QUE LO MÁS IMPORTANTE ES LLEGAR A SER MUY INSTRUIDOS, que su principal gloria será el lograr ser personas de mucha ciencia. Y para eso hay que convencerlos de que estudien mucho para adquirir fama, y no para lograr hacer gran bien a las almas o para ser más Santos. Que se instruyan para provecho propio y no para provecho del prójimo que necesita de su apostolado. Hay que llevarlos a que desprecien a los que no son muy instruidos y que les interese la ciencia solamente, y no el ejercer el ministerio sacerdotal y el apostolado que tiene que hacer un buen religioso. Que no les guste enseñar catecismo a los niños, ni dar clases a los pobres, ni pasar largas horas en el confesionario. Que se dediquen solamente a predicaciones en las cuales puedan lucir todo su orgullo y conseguir alabanzas de las personas humanas, pero no a las sencillas predicaciones en las cuales ayuden en verdad a la salvación de las almas.

Esta proposición fue recibida con grandes aplausos por todos los diablos. Y yo me puse a pensar con tristeza que a nuestra Congregación (y a muchas otras) puede llegar al terrible peligro de que algunos crean que lo verdaderamente importante es ser muy instruidos y adquirir fama de brillantes ante los demás, y mientras tanto descuiden sus deberes de sacerdotes y de religiosos, esos deberes sencillos y humildes de enseñar catecismo, de confesar, de predicar de manera fácil al pueblo ignorante y de dedicarse a labores de apostolado que no brillan ante los ojos humanos pero que sí tienen un gran valor ante los ojos de Dios.

Y yo pensaba: ¡qué peligro tan grande el que nos puede venir: que los nuestros deseen solamente la ciencia que hincha y enorgullece y que proporciona alabanzas de la gente, y que esto los lleve a despreciar los buenos consejos de aquellos a los cuales consideran inferiores a ellos en el saber! De pronto uno de los diablos me vio escondido allá en un rincón escuchándoles y entonces todos ellos se lanzaron contra mí tratando de destrozarme. Yo empecé a gritar: ¡Auxilio! ¡Auxilio! Y… me desperté muy emocionado y muy cansado.