San Miguel Arcángel pesando las almas en el Juicio Final

lunes, 28 de octubre de 2013

Juicio Particular, Parusía y Juicio Final


El Juicio Particular, según el Santo Cura de Ars


 El Juicio Particular, según San Alfonso María de Ligorio


El Juicio Particular - Marino Restrepo



Juicio Particular, Parusía y Juicio Final
Padre José María Iraburu

El Purgatorio, doctrina de fe católica



Del latín purgatio: purificar. Es el estado transitorio de purificación necesaria para aquellos, que habiendo muerto en gracia de Dios y teniendo segura su salvación, necesitan mayor purificación para llegar a la santidad necesaria para entrar en el cielo.









Oración dictada por Jesús a Santa Brígida de Suecia
para ser rezada durante doce (12) años



Esta purificación es totalmente distinta al castigo del infierno. El purgatorio es doctrina de fe formulada en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma (Catecismo 1030).
Dios creó los seres humanos para que disfruten de su Creador viéndole en la Gloria. Sin embargo todos hemos pecado y en esa condición no se puede entrar en el cielo, pues nada manchado puede entrar en el Cielo; por lo cual, todos necesitamos la redención de Jesucristo para poder ir al cielo. Jesús nos purifica con el poder de su Sangre para poder ser admitidos al cielo. La salvación es posible sólo por medio de Jesucristo. Si morimos en gracia de Dios es porque hemos recibido esa gracia por los méritos de Jesucristo que murió por nosotros en la cruz. La purificación del purgatorio también es gracias a Jesuscristo.
El purgatorio es necesario porque pocas personas se abren tan perfectamente a la gracia de Dios aquí en la tierra como para morir limpios y poder ir directamente al cielo. Por eso muchos van al purgatorio donde los mismos méritos de Jesús completan la purificación.
Dios ha querido que nos ayudemos unos a otros en el camino al cielo. Las almas en el purgatorio pueden ser asistidas con nuestras oraciones.

FUNDAMENTO BÍBLICO
La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia, cuando esta se sabe interpretar correctamente:
El texto del 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.
(Judas Macabeo) efectuó entre sus soldados una colecta… a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado… Pues… creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren en gracia de Dios… Ofreció este sacrificio por los muertos; para que fuesen perdonados de su pecado.
Los protestantes no reconocen que este libro es parte de la Biblia porque Lutero lo quitó de su Biblia precisamente porque él sabía que se refería al purgatorio.
Sin embargo el Nuevo Testamento hace referencia a 2 Macabeos. Por ejemplo, Hebreos 11,35
“Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor”
Los únicos que en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).
Asimismo las palabras de nuestro Señor:
El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro. Mt 12,32.
Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo. Lucas 12,58-59
En estos pasajes Jesús hace referencia a un castigo temporal que no puede ser el infierno ni tampoco el cielo.
Se llega a semejante conclusión en la carta de San Pablo, 1 Corintios 3, 12-13:
Pues la base nadie la puede cambiar; ya está puesta y es Cristo Jesús. Pero, con estos cimientos, si uno construye con oro, otro con plata o piedras preciosas, o con madera, caña o paja, la obra de cada uno vendrá a descubrirse. El día del Juicio la dará a conocer porque en el fuego todo se descubrirá. El fuego probará la obra de cada cual: si su obra resiste el fuego, será premiado; pero, si es obra que se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. El se salvará, pero como quien pasa por el fuego”.
De manera que hay un fuego después de la muerte que, diferente al del infierno, es temporal. El alma que por allí pasa se salvará. A ese estado de purgación le llamamos el “purgatorio”.
1 Cor 15,29: “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos?”
La palabra “bautismo” es utilizada aquí como una metáfora para expresar sufrimiento o penitencia (Mc 10,38-39; Lc 3,16; 12,50). Pablo escribe sobre una práctica entre los cristianos de “bautizarse” por los difuntos. El no la condena, si no que la exalta como válida porque demuestra fe en la resurreción.
Compare 1 Cor 15,29 con 2 Macabeos 12,44 y verá la similitud.
Muchas almas a la hora de la muerte tienen manchas de pecado, es decir merecen castigo temporal por pecados mortales o veniales, ya perdonados en cuanto a la culpa. La Iglesia entiende por purgatorio el estado o condición en que los fieles difuntos están sometidos a purificación.
Las almas de los justos son aquellas que en el momento de separarse del cuerpo, por la muerte, se hallan en estado de gracia santificante y por eso pueden entrar en la Gloria. El juicio particular les fue favorable pero necesitan quedar plenamente limpias para poder ver a Dios “cara a cara”.
El tiempo que un alma dure en el purgatorio será hasta que esté libre de toda culpa y castigo. Inmediatamente terminada esta purificación el alma va al cielo. El purgatorio no continuará después del juicio final.

LAS PENAS DEL PURGATORIO
Aunque no sea doctrina-definida, se mantiene como doctrina común que el sufrimiento mayor del purgatorio consiste en la “pena de ausencia”, porque las almas están temporalmente privadas de la visión beatífica. Sin embargo, no hay comparación entre este sufrimiento y las penas del infierno. El purgatorio es temporal y por eso lleva consigo la esperanza de ver a Dios algún día cara a cara. Las almas lo llevan con paciencia, pues comprenden que la purificación es necesaria. Lo aceptan generosamente por amor de Dios y con perfecta sumisión a su voluntad.
Las penas del purgatorio son proporcionales al grado de pecado de cada persona. Es probable que las penas del purgatorio vayan disminuyendo gradualmente y aumente en ellas la alegría de la cercana entrada en el cielo. Estas almas tienen total certeza de la salvación y poseen fe, esperanza y caridad. Saben que ellas mismas están en amistad con Dios, confirmadas en gracia. 
TESTIMONIOS DE LOS PADRES
Son muchos. Aquí solo presentamos unos pocos:
Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: “No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma”.
A San Agustín le preguntaron: “¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?”. El respondió: “Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él”.
San Gregorio Magno: “Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso”.
San Gregorio ofreció 30 misas por el alma de un difunto. Más tarde ese difunto se le apareció en sueños a darle las gracias ya que por esas misas había logrado salir del purgatorio.
En otra ocasión, San Gregorio, estando celebrando la Misa, elevó la Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos y el les respondió: “Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio”. 
LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
Los miembros del Cuerpo Místico pueden ayudarse unos a otros, mientras estén en la tierra y después de la muerte. Toda persona en estado de gracia puede orar con provecho por las benditas almas; probablemente es necesario, al menos, hallarse en estado de gracia santificante para ganar las indulgencias por los difuntos.
Nuestra oración por las almas de los difuntos sólo puede ayudar a los que están en el purgatorio ya que la condición del infierno es irreversible y los que están en el cielo no necesitan oración, pero, como no tenemos, la certeza si un alma está en el purgatorio o no (excepto en el caso de los que han sido llevados a los altares) es recomendable orar por todos los difuntos. Nuestras oraciones por las almas del purgatorio pueden reducir sus penas en intensidad y duración. Cuando estas almas lleguen al cielo (antes no pueden) sin duda rezarán por sus benefactores.
En las oraciones litúrgicas de la Iglesia, se invoca con frecuencia a los ángeles y a los santos en favor de la Iglesia sufriente, es decir, por las almas del purgatorio.
El Concilio Vaticano Segundo hizo profesión de fe en la Iglesia Sufriente diciendo: “Este Sagrado Concilio recibe con gran piedad la venerable fe de nuestros hermanos que se hallan en la gloria celeste o que aún están purificándose después de la muerte”. 
PURGATORIO EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA
1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura, (por ejemplo, 1 Co 3,15; 1P1,7) habla de un fuego purificador:
Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12,31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro.
1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: “Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado” (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, (cf DS 856) para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:
Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre, (cf. Jb 1,5) ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1 Cor 41,5).
Fuente: Padre Jordi Rivero

El descenso de Jesús al Purgatorio - Según el relato de la mística Beata Ana Catalina Emmerich

Cuando Jesús, dando un grito, expiró, yo vi su alma celestial como una forma luminosa penetrar en la tierra, al pie de la cruz; muchos ángeles, en los cuales estaba Gabriel, la acompañaban. Vi su divinidad unida con su alma pero también con su cuerpo suspendido en la cruz. No puedo expresar cómo era eso aunque lo vi claramente en mi espíritu. El sitio adonde el alma de Jesús se había dirigido, estaba dividido en tres partes. Eran como tres mundos y sentí que tenían forma redonda, cada uno de ellos separado del otro por un hemisferio.
Delante del limbo había un lugar más claro y hermoso; en él vi entrar las almas libres del purgatorio antes de ser conducidas al cielo. La parte del limbo donde estaban los que esperaban la redención, estaba rodeado de una esfera parda y nebulosa, y dividido en muchos círculos. Nuestro Señor, rodeado por un resplandeciente halo de luz, era llevado por los ángeles por en medio de dos círculos: en el de la izquierda estaban los patriarcas anteriores a Abraham; en el de la derecha, las almas de los que habían vivido desde Abraham hasta san Juan Bautista. Al pasar Jesús entre ellos no lo reconocieron, pero todo se llenó de gozo y esperanzas y fue como si aquellos lugares estrechos se expandieron con sentimientos de dicha. Jesús pasó entre ellos como un soplo de aire, como una brillante luz, como el refrescante rocío. Con la rapidez de un viento impetuoso llegó hasta el lugar cubierto de niebla, donde estaban Adán y Eva; les habló y ellos lo adoraron con un gozo indecible y acompañaron a Nuestro Señor al círculo de la izquierda, el de los patriarcas anteriores a Abraham. Este lugar era una especie de purgatorio. Entre ellos había malos espíritus que atormentaban e inquietaban el alma de algunos. El lugar estaba cerrado pero los ángeles dijeron: «Abrid estas puertas.» Cuando Jesús triunfante entró, los espíritus diabólicos se fueron de entre las almas llenas de sobresalto y temor. Jesús, acompañado de los ángeles y de las almas libertadas, entró en el seno de Abraham.
Este lugar me pareció más elevado que las partes anteriores, y sólo puedo comparar lo que sentí con el paso de una iglesia subterránea a una iglesia superior. Allí se hallaban todos los santos israelitas; en aquel lugar no había malos espíritus. Una alegría y una felicidad indecibles entraron entonces en estas almas, que alabaron y adoraron al Redentor. Algunos de éstos fueron a quienes Jesús mandó volver sobre la tierra y retomar sus cuerpos mortales para dar testimonio de Él. Este momento coincidió con aquel en que tantos muertos se aparecieron en Jerusalén. Después vi a Jesús con su séquito entrar en una esfera más profunda, una especie de Purgatorio también, donde se hallaban paganos piadosos que habían tenido un presentimiento de la verdad y la habían deseado. Vi también a Jesús atravesar como libertador, muchos lugares donde había almas encerradas, hasta que, finalmente, lo vi acercarse con expresión grave al centro del abismo.
El infierno se me apareció bajo la forma de un edificio inmenso, tenebroso, cerrado con enormes puertas negras con muchas cerraduras; un aullido de horror se elevaba sin cesar desde detrás de ellas. ¿Quién podría describir el tremendo estallido con que esas puertas se abrieron ante Jesús? ¿Quién podría transmitir la infinita tristeza de los rostros de los espíritus de aquel lugar?
La Jerusalén celestial se me aparece siempre como una ciudad donde las moradas de los bienaventurados tienen forma de palacios y de jardines llenos de flores y de frutos maravillosos. El infierno lo veo en cambio como un lugar donde todo tiene por principio la ira eterna, la discordia y la desesperación, prisiones y cavernas, desiertos y lagos llenos de todo lo que puede provocar en las almas el extremo horror, la eterna e ilimitada desolación de los condenados. Todas las raíces de la corrupción y del terror producen en el infierno el dolor y el suplicio que les corresponde en las más horribles formas imaginables; cada condenado tiene siempre presente este pensamiento, que los tormentos a que está entregado son consecuencia de su crimen, pues todo lo que se ve y se siente en este lugar no es más que la esencia, la pavorosa forma interior del pecado descubierto por Dios Todopoderoso.
Cuando los ángeles, con una tremenda explosión, echaron las puertas abajo, se elevó del infierno un mar de imprecaciones, de injurias, de aullidos y de lamentos. Todos los allí condenados tuvieron que reconocer y adorar a Jesús, y éste fue el mayor de sus suplicios. En el medio del infierno había un abismo de tinieblas al que Lucifer, encadenado, fue arrojado, y negros vapores se extendieron sobre él. Es de todos sabido que será liberado durante algún tiempo, cincuenta o sesenta años antes del año 2000 de Cristo. Las fechas de otros acontecimientos fueron fijadas, pero no las recuerdo, pero sí que algunos demonios serán liberados antes que Lucifer, para tentar a los hombres y servir de instrumento de la divina venganza.
Vi multitudes innumerables de almas de redimidos elevarse desde el purgatorio y el limbo detrás del alma de Jesús, hasta un lugar de delicias debajo de la Jerusalén celestial. Vi a Nuestro Señor en varios sitios a la vez; santificando y liberando toda la creación; en todas partes los malos espíritus huían delante de Él y se precipitaban en el abismo. Vi también su alma en diferentes sitios de la tierra, la vi aparecer en el interior del sepulcro de Adán debajo del Gólgota, en las tumbas de los profetas y con David, a todos ellos revelaba los más profundos misterios y les mostraba cómo en Él se habían cumplido todas las profecías.
Esto es lo poco de que puedo acordarme sobre el descendimiento de Jesús al limbo y a los infiernos y la libertad de las almas de los justos. Pero además de este acontecimiento, Nuestro Señor desplegó ante mí su eterna misericordia y los inmensos dones que derrama sobre aquellos que creen en Él. El descendimiento de Jesús a los infiernos es la plantación de un árbol de gracia destinado a las almas que padecen. La redención continua de estas almas, es el fruto producido por este árbol en el jardín espiritual de la Iglesia en todo tiempo. La Iglesia debe cuidar este árbol y recoger los frutos para entregárselo a la Iglesia que no puede recogerlos por sí misma. Cuando el día del Juicio Final llegue el dueño del árbol nos pedirá cuentas, y no sólo de ese árbol, sino de todos los frutos producidos en todo el jardín.
Fuente: La amarga Pasión de Cristo, por Ana Catalina Emmerich

viernes, 25 de octubre de 2013

Tres visiones del infierno absolutamente aterradoras


El infierno es real y para los católicos su existencia es un dogma. El Concilio de Florencia estableció en 1439 que “las almas de los que mueren en pecado mortal actual, o solo en el pecado original, descienden rápidamente al infierno”.

Ya que es un lugar en el están solo los que están muertos, no pueden tener acceso al infierno los que todavía están vivos, al menos en circunstancias ordinarias. Sin embargo, muchos santos y no santos en el transcurso de la historia de la Iglesia afirmaron haber vivido experiencias místicas del infierno y las han descrito. A continuación detallaremos tres de estas descripciones:

El Catecismo afirma claramente que el papel de las revelaciones privadas “no es el de ‘mejorar’ o de ‘completar’” el depósito de la fe, sino el de “ayudar a vivirla más plenamente en una determinada época histórica”. El relato de estas visiones sirven para ayudar a las personas a tomar más seriamente la realidad del reino eterno de los condenados: dos de las visiones que proponemos son del siglo XX.

“Densa oscuridad”: Santa Teresa de Ávila

La gran santa del siglo XVI, Teresa de Ávila era una religiosa y teóloga carmelita. Es una de los 35 doctores de la Iglesia. Su libro “El castillo interior” está considerado uno de los textos más importantes sobre la vida espiritual. En su autobiografía, la santa describe una visión del infierno que creía que Dios le había concedido para ayudarla a alejarse de sus pecados.

“La entrada me parecía un callejón largo y estrecho, como un horno muy bajo, oscuro y angosto; el suelo, un lodo de suciedad y de un olor a alcantarilla en la que había una gran cantidad de reptiles repugnantes. En la pared del fondo había una cavidad como de un armario pequeño encastrado en el muro, donde me sentí encerrar en un espacio muy estrecho. Pero todo esto era un espectáculo agradable en comparación con lo que tuve que sufrir” […].

“Lo que estoy a punto de decir, sin embargo, me parece que no se pueda ni siquiera describirlo ni entenderlo: sentía en el alma un fuego de tal violencia que no se como poderlo referir; el cuerpo estaba atormentado por intolerables dolores que, incluso habiendo sufrido en esta vida algunos graves […] todo es incomparable con lo que sufrí allí entonces, sobre todo al pensar que estos tormentos no terminarían nunca y no darían tregua”.
 [...].

“Estaba en un lugar pestilente, sin esperanza alguna de consuelo, sin la posibilidad de sentarme y extender los miembros, encerrada como estaba en esa especie de hueco en el muro. Las misas paredes, horribles a la vista, se me venían encima como sofocándome. No había luz, sino unas tinieblas densísimas” [...].

“Pero a continuación tuve una visión de cosas espantosas, entre ellas el castigo de algunos vicios. Al verlos, me parecían mucho más terribles [...]. Oír hablar del infierno no es nada, como tampoco el hecho de que haya meditado algunas veces sobre los distintos tormentos que procura (aunque pocas veces, pues la vía del temor no está hecha para mi alma) y con las que los demonios torturan a los condenados y sobre otros que he leído en los libros; no es nada, repito, frente a esta pena, es una cosa bien distinta. Es la misma diferencia que hay entre un retrato y la realidad; quemarse en nuestro fuego es bien poca cosa frente al tormento del fuego infernal. Me quedé espantada y lo sigo estando ahora mientras escribo, a pesar de que hayan pasado casi seis años, hasta el punto de sentirme helar de terror aquí mismo, donde estoy” [...].

“Esta visión me procuró también una grandísima pena ante el pensamiento de las muchas almas que se condenan (especialmente las de los luteranos que por el bautismo eran ya miembros de la Iglesia) y un vivo impulso de serles útil, estando, creo, fuera de dudas de que, por liberar a una sola de aquellos tremendos tormentos, estaría dispuesta a afrontar mil muertes de buen grado” […].

“Horribles cavernas, vorágines de tormentos”: Santa María Faustina Kowalska

Santa María Faustina Kowalska, conocida como Santa Faustina, era una monja polaca que afirmaba haber tenido una serie de visiones que incluían a Jesús, la Eucaristía, los ángeles y varios santos. De sus visiones. Registradas en su Diario, la Iglesia recibió la ya popular devoción a la coronilla de la Divina Misericordia. En un pasaje de finales de octubre de 1936, ella describe una visión del infierno:

“Hoy, guiada por un ángel, he estado en los abismos del Infierno. Es un lugar de grandes tormentos en toda su extensión espantosamente grande. Estas son las varias penas que he visto: la primera pena, la que constituye el infierno, es la pérdida de Dios; la segunda, los continuos remordimientos de conciencia; la tercera, la conciencia de que esa suerte no cambiará nunca; la cuarta pena es el fuego que penetra el alma, pero que no la aniquila; es una pena terrible: es un fuego puramente espiritual, encendido por la ira de Dios; la quinta pena es la oscuridad continua, un hedor horrible y sofocante, y aunque está oscuro, los demonios y las almas condenadas se ven entre sí y ven todo el mal propio y de los demás; la sexta pena es la compañía continua de Satanás; la séptima pena es la tremenda desesperación, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias”.

“Estas son penas que todos los condenados sufren juntos, pero esto no es el final de los tormentos. Hay tormentos particulares para varias almas que son los tormentos de los sentidos. Cada alma, con lo que ha pecado, es atormentada de forma tremenda e indescriptible. Hay cavernas horribles, vorágines de tormentos, donde cada suplicio es distinto del otro. Haría muerto a la vista de esas horribles torturas si no me hubiese sostenido la omnipotencia de Dios. Que el pecador sepa que con el sentido con el que haya pecado será torturado por toda la eternidad. Escribo esto por orden de Dios, para que ningún alma se justifique diciendo que el infierno no existe, o que nadie ha estado nunca y que nadie sabe cómo es”.

“Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, he estado en los abismos del infierno, con el fin de contarlo a las almas y atestiguar que el infierno existe. Ahora no puedo hablar de esto. Tengo la orden de Dios de dejarlo por escrito. Los demonios han demostrado un gran odio contra mí, pero por orden de Dios han tenido que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. Una cosa he notado, y es que la mayor parte de las almas que hay allí son almas que no creían que existía el infierno. Cuando volví en mí, no conseguía recuperarme del espanto, pensando que las almas allí sufren tan tremendamente, por esto rezo con mayor fervor por la conversión de los pecadores, e invoco incesantemente la misericordia de Dios para ellos. Jesús mío, preferiría agonizar hasta el fin del mundo, entre los peores sufrimientos, antes que ofenderte con el mínimo pecado” (Diario di Santa Faustina, 741).

“Un gran mar de fuego”: sor Lucía de Fátima

Sor Lucia no es una santa, pero es una de las destinatarias de una de las revelaciones privadas más importantes del XX siglo, sucedida en Fátima (Portugal). En 1917 era uno de los tres niños que afirmaba haber experimentado numerosas visiones de la Beata Virgen María. Declaraba que María les mostró una visión del infierno que ella describió así en sus Memorias:

“[María] Ella abrió de nuevo Sus Manos, como había hecho los dos meses anteriores. Los rayos [de luz] parecía que penetrasen la tierra y nosotros vimos como un vasto mar de fuego y vimos a los demonios y las almas (de los condenados) inmersos en el”.

“Estaban como tizones ardientes transparentes, todos ennegrecidos y quemados, con forma humana, ellos se movían en esta gran conflagración, a veces lanzados al aire por la llamas y absorbidos de nuevo, junto a grandes nubes de humo. Otras veces caían por todas partes como chispas en fuegos enormes, sin peso o equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación, que nos aterrorizaban y nos hacían temblar de miedo (debe ser esta visión la que me hizo llorar, como dice la gente que me oyó)”.

“Los demonios se distinguían (de las almas de los condenados) por su aspecto aterrador y repelente parecidos a animales horrendos y desconocidos, negros y transparentes como tizones ardientes. Esta visión duró solo un segundo, gracias a nuestra buena Madre Celeste, que en su primera aparición había prometido llevarnos al Paraíso. Sin esta promesa, creo que habríamos muertos de terror y de espanto”.

¿Alguna reacción? Podemos confiarnos a la misericordia de Dios en Cristo, y evitar así cualquier cosa que se acerque a esta descripción, transcurriendo la eternidad en unión con Dios en el Cielo.

martes, 22 de octubre de 2013

La visión de un pastor protestante sobre el infierno


Este es un testimonio de un pastor evangélico, Lorne F. Fox, que fue llevado al infierno mientras estaba enfermo y yacía en la cama, y los enviados de Dios le mostraron las secciones del mismo y los castigos que recibían las almas.

Algunas personas no creen que haya un infierno literal pero otros si, como el pastor de este caso, que creen en primer lugar, porque la Biblia enseña enfáticamente que existe, y, en segundo lugar, a causa de la experiencia milagrosa que Dios trajo a su corazón, y que no lo puede negar.
Este material es para su discernimiento.
SU ESTADO DE TRANCE
Mientras yacía postrado sobre mi espalda por más de tres horas, una tarde, el Señor me dio una visión. Me sacudió para ver algunas de las glorias del cielo, y entonces Él me permitió ver algunos de los horrores y lo terrible del infierno.
Yo no morí, quiero que entiendan claramente. Yo simplemente caí en un trance, como lo hizo el apóstol Pedro (Hechos 10:10). Yo no soy una persona dada a los sueños y visiones, pero ese día Dios retrató la terrible realidad del infierno en mi mente de tal manera que no puedo olvidar.
EL DESCENSO
Vi la imagen delante de mí del alma de un hombre que no se salvó para la eternidad, al mismo tiempo de su muerte física. Esa alma dejó su tabernáculo mortal, el cuerpo terrenal, y salió de la habitación de enfermo, al espacio. Comenzó a descender. Abajo, abajo, abajo, yendo a las regiones inferiores y todo se oscureció. Pronto fue tan negro que no se podía ver una pulgada de distancia de los ojos, aunque tenía la vista más aguda. Pero, aún así, el movimiento o la sensación de descenso continuó, y después de un tiempo comenzaron a aparecer, débilmente al principio, luces y sombras extrañas y fantásticas. Era como una luz del fuego parpadeante, que fue creciendo más y más brillante.
La atmósfera, que había sido tibia, de repente se convirtió en un calor sofocante y casi insoportable, y el descenso cesó por un poco de tiempo. Desde las regiones más bajas subió una criatura de aspecto extraño que había sido enviada, evidentemente, para guiar a aquella alma perdida en el resto del viaje al reino más bajo. Juntos, el alma perdida y la extraña criatura continuaron el descenso, y en una distancia corta se me permitió, en la visión, descender y ver de nuevo.
UNA ESFERA DE FUEGO
Muy por debajo de nosotros, por este tiempo, las cosas comenzaron a tomar forma definida. Apareció, muy por debajo, una gran esfera brillante. Esa fue la fuente de la luz del fuego parpadeante que había visto. Se hizo más y más grande, mientras que se acercaba, hasta que finalmente fue muy grande, una persona no podría ver a su alrededor. Todo lo que podía ver era una pequeña porción situada en su visión. Quiero decir esto: el gran astro estaba cubierto de llamas de fuego literal – no, yo creo que sería más exacto si dijera fuego líquido, porque así es como apareció.
Las lenguas de fuego líquido cubrieron cada parte de este astro, y lamían a la lengua de fuego en su parte superior. Por último, el descenso cesó, mientras vinimos a la derecha en contra de este gran orbe. Había evidencia de una lucha feroz contra el conductor que había llegado. Entonces, de repente, con un grito salvaje, el alma se cayó de cabeza en el muro de llamas. Luego todo quedó en silencio, excepto por el lamido de las llamas del fuego.
De repente, una extraña sensación me invadió. Un mensajero enviado por el Señor estuvo a mi lado y dijo: “No tengas miedo. He sido enviado por el Señor para sostenerte y fortalecerte.”
DENTRO DE LA ESFERA
A continuación, una sensación rara y extraña pasó a través de mi propio ser, y de repente sentí que me caí de cabeza hacia ese fuego. No me quemó o lastimó. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, me encontraba en otro reino. Era como estar en otro mundo. Y en ese mundo oí los gritos y gemidos de las almas contadas por miles.
Oí una risa irónica y sarcástica. Oí llantos y lamentos, oí gritos y maldiciones. Instintivamente, el conductor celestial me dijo, que yo estaba en las regiones de los perdidos, el lugar de la que se habla como el infierno. Permítanme detenerme un momento decir esto: yo creo en el infierno de fuego literal, porque la Biblia dice que es literal, y también porque lo he visto.
Yo sé que existe. No sólo las almas de los hombres y mujeres perdidos serán atormentadas eternamente por fuego literal, sino que también serán atormentados por los pecados y los vicios que causaron al ser perdidas. Para mi descubrimiento, ya que mi guía conductor me llevó el a través de diversas cavernas y corredores, el infierno se divide en secciones.
EL LUGAR DE LOS JUEGOS DE AZAR
Más allá, vi a los mejores juegos de azar que jamás se podría imaginar. Me estremecí. Había dispositivos de juego que estoy seguro nunca han sido perpetrados en la faz de la tierra. Había grandes montones de oro y plata y piedras preciosas, y estas almas perdidas jugaban con ellos. Jugaban con furia. Cada vez que tocaban los dispositivos, cada vez que tocaban el dinero, se quemaban, y se echaban hacia atrás y, sin embargo una fuerza irresistible les llevaba a jugar de nuevo. Lo odiaban, lo odiaban, querían alejarse de él, pero no podían. Ellos eran llevados al lugar como por una fuerza magnética.
No hace mucho, cuando me dirigían a Boise, Idaho, tuve una experiencia extraña. Leímos los carteles de publicidad a lo largo de la carretera de un lugar de juego en Reno, Nevada. Nos detuvimos en Reno por sólo unos instantes, y yo dije: “Yo quiero ir a ese lugar de juegos de azar y ver lo que pasa.” Ya era la hora de la tarde. Nosotros entramos y caminamos a través de algunos de los corredores. Cientos de personas participaban en los juegos de azar de todas las formas. De repente, mi sangre se heló. Me volví hacia mi esposa y le dije: “Oh, por favor, vamos a salir de aquí. He visto este lugar antes, y yo no me quiero quedar por aquí.” Fuimos al aire libre, y fue muy bueno obtener una bocanada de aire fresco de nuevo. Yo había visto algo como eso, sólo que peor, en el reino de los perdidos.
UNA DANZA ETERNA
En otra sección del infierno vi un una danza eterna llevándose a cabo. A medida que me acercaba, y miraba los rostros de aquellas almas perdidas, mi corazón se compadecía de ellos con una gran lástima, porque estaban completamente fatigados y cansados. Y decían: “¿Oh, no podemos dejar por un momento?” Pero no había ninguna parada. La eterna danza seguía y seguía, al igual que un gran caldero hirviendo.
Yo nunca pasé mucho tiempo predicando en contra de las diversiones mundanas, porque creo que, cuando la gente realmente consigue salvarse, el Señor va a quitar el deseo de estas cosas fuera de sus corazones. Pero me voy a detener el tiempo suficiente para decir lo siguiente: el salón de baile moderno es una de las puertas de la mayor trampa del diablo que conduce directamente al infierno.
LA BEBIDA
En otro lugar una fiesta de eterno beberaje estaba sucediendo. He sido testigo de algunas escenas de libertinaje por ebriedad en esta vida que han sido horrible, pero nada es comparable a las orgías salvajes, borracheras que suceden eternamente en el infierno.
Y ellos no lo pueden detener. Esa cosa, que los llevó al infierno, los atormenta continuamente a través de toda la eternidad.
EL LUGAR DEL MIEDO A CONFESAR A JESUCRISTO
En otro lugar en el infierno, vi la forma más cruda de miedo que jamás haya existido. Nunca hemos visto nada parecido sobre la faz de la tierra. A cada rato se oía un grito, un alarido, un gemido, o cualquier otro sonido, en cualquier momento podría oírse el crujido de las llamas del infierno; estas pobres personas, abyectamente temerosas, se lanzaban de nuevo a las sombras, temblando, horrorizadas. Y vi a más gente en esta sección que en todas las otras secciones combinadas.  Estos, dijo el mensajero  que estaba conmigo, fueron los millones de personas que tenían demasiado miedo de confesar abierta y públicamente a Jesucristo. Sus temores les habían llevado al infierno, miedo de sus familias, miedo de sus padres, miedo de la esposa o el marido, miedo de los amigos o colegas de trabajo, etc.  Allí ellos estaban perdidos, llenos de un miedo abyecto que les atormentaba, como las llamas del infierno que quemaban sin cesar.
UNA RELIGIÓN INFERNAL
Por último, usted puede quedar sorprendido cuando le diga que también fui testigo de una forma de religión en el infierno. La música que iba con ella era suficiente para que a un se le pararan los pelos. Usted ha sentido la música menor, pero que nunca había oído nada como esto. Es la peor clase de canto fúnebre que se va incrustando en los huesos, y dentro de la médula interior de los huesos.
No adoración de Dios, sino una forma de religión. Y, mientras miraba a esas multitudes, me dijo mi mensajero que eran los que alguna vez tuvieron una forma de religión, pero que negaron el poder del evangelio.
UN MURO DE FUEGO
La gente en el infierno estaba pidiendo a gritos la liberación en todas partes, pero no había ninguna ayuda, porque habían hecho caso omiso de la sangre que es el único poder para salvar. Ninguno escapó.
Ese muro de fuego que cubría la gran esfera parecía ser una barrera a través de la cual un alma perdida nunca podría pasar, una vez que habían penetrado las llamas en el momento de la muerte física.
Oh, me gustaría tener el poder de hacer el infierno real para ustedes como Dios lo hizo para mí. Daría cualquier cosa si yo pudiera ayudarles a darse cuenta de lo horrible que es. Es diez mil veces más horrible de lo que puedo describir.
Fuentes: Lorne F. Fox para The Gospel Tract Society, Signos de estos Tiempos

El fundador de la Iglesia de Satanás dice: "El día más importante para un satanista es HALLOWEEN"


domingo, 20 de octubre de 2013

Ex - satánico advierte del peligro de Halloween y su condición de Fiesta Pagana



Ex - satánico advierte del peligro de Halloween y su Fiesta Pagana


Qué es Halloween y el Día de todos los Santos



1. Orígenes de Halloween

¿Qué significa Halloween?

Halloween significa “All hallow’s eve”, palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa “víspera de todos los santos”, ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

Historia breve de Halloween

La celebración del Halloween se inició con los celtas, antiguos pobladores de Europa Oriental, Occidental y parte de Asia Menor. Entre ellos habitaban los druidas, sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble. Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo; pero el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella.

El año céltico concluía en esta fecha que coincide con el otoño, cuya característica principal es la caída de las hojas. Para ellos significaba el fin de la muerte o iniciación de una nueva vida. Esta enseñanza se propagó a través de los años juntamente con la adoración a su dios el “señor de la muerte”, o “Samagin”, a quien en este mismo día invocaban para consultarle sobre el futuro, salud, prosperidad, muerte, entre otros.

Cuando los pueblos celtas se cristianizaron, no todos renunciaron a las costumbres paganas. Es decir, la conversión no fue completa. La coincidencia cronológica de la fiesta pagana con la fiesta cristiana de Todos los Santos y la de los difuntos, que es el día siguiente, hizo que se mezclara. En vez de recordar los buenos ejemplos de los santos y orar por los antepasados, se llenaban de miedo ante las antiguas supersticiones sobre la muerte y los difuntos.

Algunos inmigrantes irlandeses introdujeron Halloween en los Estados Unidos donde llegó a ser parte del folclor popular. Se le añadieron diversos elementos paganos tomados de los diferentes grupos de inmigrantes hasta llegar a incluir la creencia en brujas, fantasmas, duendes, drácula y monstruos de toda especie. Desde ahí, se ha propagado por todo el mundo.

El 31 de octubre por la noche, en los países de cultura anglosajona o de herencia celta, se celebra la víspera de la fiesta de Todos los Santos, con toda una escenografía que antes recordaba a los muertos, luego con la llegada del Cristianismo a las ánimas del Purgatorio, y que ahora se han convertido en una ensalada mental en la que no faltan creencias en brujas, fantasmas y cosas similares.

En cambio, en los países de cultura mediterránea, el recuerdo de los difuntos y la atención a la muerte se centra en el 2 de noviembre, el día siguiente a la celebración de la resurrección y la alegría del paraíso que espera a la comunidad cristiana, una familia de “santos” como la entendía San Pablo.
Diversas tradiciones se unen, se mezclan y se influyen mutuamente en este comienzo de noviembre en las culturas de los países occidentales. En Asia y Africa, el culto a los antepasados y a los muertos tiene fuertes raíces pero no está tan ligado a una fecha concreta como en nuestra cultura.

2. Halloween: ¿Por qué la calabaza, las golosinas y los disfraces?

En Hallowe’en (de All hallow’s eve), literalmente la Víspera de Todos los Santos, la leyenda anglosajona dice que es fácil ver brujas y fantasmas. Los niños se disfrazan y van -con una vela introducida en una calabaza vaciada en la que se hacen incisiones para formar una calavera- de casa en casa. Cuando se abre la puerta gritan: “trick or treat” (broma o regalo) para indicar que gastarán una broma a quien no les de una especie de propina o aguinaldo en golosinas o dinero.

Una antigua leyenda irlandesa narra que la calabaza iluminada sería la cara de un tal Jack O’Lantern que, en la noche de Todos los Santos, invitó al diablo a beber en su casa, fingiéndose un buen cristiano. Como era un hombre disoluto, acabó en el infierno.

Los Disfraces

Europa sufrió durante un largo período de tiempo la plaga bubónica o “peste bubónica” (también conocida como la “muerte negra”) la cual aniquiló a casi la mitad de la población. Esto creó un gran temor a la muerte y una enorme preocupación por ésta. Se multiplicaron las misas en la fiesta de los Fieles Difuntos y nacieron muchas representaciones satíricas que le recordaban a la gente su propia mortalidad.

Estas representaciones eran conocidas como la Danza de la Muerte. Dado el espíritu burlesco de los franceses, en la víspera de la fiesta de los Fieles Difuntos, se adornaban los muros de los cementerios con imágenes en las que se representaba al diablo guiando una cadena de gente: Papas, reyes, damas, caballeros, monjes, campesinos, leprosos, etc…, y los conducía hacia la tumba. Estas representaciones eran hechas también a base de cuadros plásticos, con gente disfrazada de personalidades famosas y en distintas etapas de la vida, incluida la muerte a la que todos debían de llegar.

De estas representaciones con disfraces, se fue estableciendo la costumbre de caracterizarse durante estas fechas.

Obsequio o Truco

La tradición del “obsequio o truco” (Trick or Treat) tiene su origen en la persecución que hicieron los protestantes en Inglaterra (1500-1700) contra los católicos. En este período, los católicos no tenían derechos legales. No podían ejercer ningún puesto público y eran acosados con multas, impuestos elevados y hasta cárcel. El celebrar misa era una ofensa capital y cientos de sacerdotes fueron martirizados.

Un incidente producto de esta persecución y de la defensa del catolicismo fue el intento de asesinar al rey protestante Jaime I utilizando pólvora de cañón. Era un levantamiento católico contra los opresores. Sin embargo el “Gunpowder Plot” fue descubierto cuando el que cuidaba la pólvora fue capturado y, tras hacerle confesar, terminó en la horca. Esto muy pronto se convirtió en una gran celebración en Inglaterra (incluso hasta nuestros días). Muchas bandas de protestantes, ocultos con máscaras, celebraban esta fecha (los primeros días de noviembre) visitando a los católicos de la localidad y exigiéndoles cerveza y comida para su celebración amenazándolos. Con el tiempo, llegó a las colonias de norteamérica esta tradición que se fue uniendo al halloween.

Podemos entonces darnos cuenta de que el halloween también conforma una combinación de tradiciones, particularmente negativas, que los inmigrantes llevaron a los Estados Unidos; tradiciones que fueron atenuándose poco a poco en Europa pero que se preservaron por la cultura anglosajona establecida en América.

3. ¿Qué se celebra en la fiesta de Todos los Santos?

Sin embargo, para los creyentes es la fiesta de todos los Santos la que verdaderamente tiene relevancia y refleja la fe en el futuro para quienes esperan y viven según el Evangelio predicado por Jesús. El respeto a los restos mortales de quienes murieron en la fe y su recuerdo, se inscribe en la veneración de quienes han sido “templos del Espíritu Santo”.

Como asegura Bruno Forte, profesor de la Facultad teológica de Nápoles, al contrario de quienes no creen en la dignidad personal y desvalorizan la vida presente creyendo en futuras reencarnaciones, el cristiano tiene “una visión en las antípodas” ya que “el valor de la persona humana es absoluto”. Es ajena también al dualismo heredero de Platón que separa el cuerpo y el alma. “Este dualismo y el consiguiente desprecio del cuerpo y de la sexualidad no forma parte del Nuevo Testamento para el que la persona después de la muerte sigue viviendo en tanto en cuanto es amada por Dios”. Dios, añade el teólogo, “no tiene necesidad de los huesos y de un poco de polvo para hacernos resucitar. Quiero subrayar que en una época de “pensamiento débil” en la que se mantiene que todo cae siempre en la nada, es significativo afirmar la dignidad del fragmento que es cada vida humana y su destino eterno”.

La fiesta de Todos los Fieles Difuntos fue instituido por San Odilón, monje benedictino y quinto Abad de Cluny en Francia el 31 de octubre del año 998. Al cumplirse el milenario de esta festividad, el Papa Juan Pablo II recordó que “San Odilón deseó exhortar a sus monjes a rezar de modo especial por los difuntos. A partir del Abad de Cluny comenzó a extenderse la costumbre de interceder solemnemente por los difuntos, y llegó a convertirse en lo que San Odilón llamó la Fiesta de los Muertos, práctica todavía hoy en vigor en la Iglesia universal”.

“Al rezar por los muertos -dice el Santo Padre-, la Iglesia contempla sobre todo el misterio de la Resurrección de Cristo que por su Cruz nos obtiene la salvación y la vida eterna. La Iglesia espera en la salvación eterna de todos sus hijos y de todos los hombres”.

Tras subrayar la importancia de las oraciones por los difuntos, el Pontífice afirma que las “oraciones de intercesión y de súplica que la Iglesia no cesa de dirigir a Dios tienen un gran valor. El Señor siempre se conmueve por las súplicas de sus hijos, porque es Dios de vivos. La Iglesia cree que las almas del purgatorio “son ayudadas por la intercesión de los fieles, y sobre todo, por el sacrificio propiciatorio del altar”, así como “por la caridad y otras obras de piedad”.

En razón a ello, el Papa a los católicos “a rezar con fervor por los difuntos, por sus familias y por todos nuestros hermanos y hermanas que han fallecido, para que reciban la remisión de las penas debidas a sus pecados y escuchen la llamada del Señor”.

4. Halloween como negocio

Una cultura de consumo que propicia y aprovecha las oportunidades para hacer negocios, sin importar cómo. Hollywood ha contribuido a la difusión del Halloween con una serie de películas en las cuales la violencia gráfica y los asesinatos crean en el espectador un estado morboso de angustia y ansiedad. Estas películas son vistas por adultos y niños, creando en estos últimos miedo y una idea errónea de la realidad. El Halloween hoy es, sobre todo, un gran negocio. Máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y demás artículos necesarios son un motor más que suficiente para que algunos empresarios fomenten el “consumo del terror”. Se busca además favorecer la imitación de las costumbres norteamericanas por considerarse que esto está bien porque este país tiene chapa de “superior”.

5. Los católicos y Halloween

Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:

¿Es que, con tal que se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en las puertas, etc.)? Respecto de la conducta de los demás se puede leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc 6,31.

¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para “divertirse” ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio.? Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en Mt. 7,17. Mt. 6,13. La Palabra de Dios nos habla de esto también en 1ª Pe. 3, 8-12.

¿Cómo podemos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería esto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al prójimo? ¡Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo? Leamos Mt. 22, 37-40

Con los disfraces y la identificación que existe con los personajes del cine … ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son solo fantasías,  un mundo irreal que nada tiene que ver con nuestras vidas y que por lo tanto no nos afectan? La Palabra de Dios afirma la existencia del diablo, del enemigo de Dios en St. 4,7  1ª Pe 5,18  Ef. 6,11  Lc. 4,2  Lc. 25, 41

¿Qué experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta del halloween?

¿No es Halloween otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristianas se vean debilitadas?

Si aceptamos todas estas ideas y las tomamos a la ligera en “aras de la diversión de los niños” ¿Qué diremos a los jóvenes (a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween) cuando acudan a los brujos, hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades contrarias a lo que nos enseña la Biblia?

Es que nosotros, como cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz para el mundo ¿podemos identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer Fil. 4,9  Gál. 5,22. Ver qué dice Jesús sobre esto en Mt. 5,14  Jn. 8,12

Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los principios elementales de nuestra fe.

6. Sugerencias para los padres de familia en Halloween

¿Cómo darle a los hijos una enseñanza auténtica de la fe católica en estas fechas? ¿Cómo hacer que se diviertan con un propósito verdaderamente católico y cristiano? ¿Qué podemos enseñarles a los niños sobre esta fiesta?

Ante la realidad que inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo nos preguntamos ¿qué hacer? ¿Taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia a este “juego”? ¿Debemos prohibirles a nuestros hijos participar en el halloween mientras que sus vecinos y amigos se “divierten”? ¿Serían capaces los niños de entender todos los peligros que corren y por qué de nuestra negativa a participar en esto?

La respuesta no es sencilla, sin embargo creemos que sí hay algunas cosas que podemos hacer:

Lo primero es organizar una catequesis con los niños en los días anteriores al Halloween, con el objeto de enseñarles el por qué de la festividad católica de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, haciéndoles ver la importancia de celebrar nuestros Santos, como modelos de la fe, como verdaderos seguidores de Cristo.

En las catequesis y actividades previas a estas fechas, es buena idea que nuestros hijos inviten a sus amigos, para que se atenúe el impacto de rechazo social y sus compañeros entiendan por qué no participan de la misma forma que todo el mundo.

Debemos explicarles de manera sencilla y clara, pero firme, lo negativo que hay en el Halloween y la manera en que se festeja. Es necesario explicarles que Dios quiere que seamos buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas ni con los monstruos, pues nosotros somos hijos de Dios.

Proponemos a los padres de familia una opción para sus hijos, pues seguramente los niños querrán salir con sus amigos en la noche del Halloween: Los niños pueden disfrazarse de ángeles y preparar pequeñas bolsas con dulces, regalos o tarjetitas con mensajes y pasar de casa en casa, y en lugar de hacer el “obsequio o truco” o de pedir dulces, regalarlos a los hogares que visiten y que expliquen que entregan dulces porque la Iglesia Católica tendrá muy pronto una fiesta muy importante en la que se celebra a todos aquellos que fueron como nosotros deberíamos ser: los Santos.

Aunque este cambio no será sencillo para los niños, es necesario vivir congruentemente con nuestra fe, y no permitir que los más pequeños tomen como algo natural la connotación negativa del halloween. Con valor y sentido cristiano, los católicos podemos dar a estas fechas, el significado que tienen en el marco de nuestra fe.



7. Alternativas a Halloween

Los cristianos debemos no solo desenmascarar el mal sino ser además luz en las tinieblas. Debemos abogar por el retorno a la verdadera celebración de la Fiesta de Todos los Santos que comienza en la noche del 31 de octubre. En la liturgia de esa noche, San Pablo nos enseña que los santos están con nosotros:

Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación.
-Hebreos 12,22-24

Debemos celebrar gozosamente esta realidad. Se pueden hacer muchas celebraciones en torno a los santos. Los niños se pueden disfrazar de un santo favorito y aprenderse su vida, especialmente sus virtudes, con el fin de imitarlas.  Los mayores pueden leer sobre los santos, tener una fiesta en honor a un santo favorito de la comunidad o de la familia.

Tradicionalmente en España y en algunas comunidadse de Latino América, solía irse de puerta en puerta cantando, tocando instrumentos musicales y pidiendo dinero para celebrar misas para las ánimas del Purgatorio.

La Fiesta de Todos los Santos es una invitación a ser nosotros también santos. Las vidas maravillosas de los santos nos ayudan a vivir más perfectamente el Evangelio. Encontramos en ellos grandes amigos que intercederán desde el cielo por nuestra salvación.

Casos de liberación de demonios que ha hecho un exorcista español en los últimos 30 años


Amando Sanz ha realizado exorcismos durante casi 30 años. Este exorcista madrileño ha visto cómo la fuerza de la oración y el perdón son más fuertes que el demonio y el odio: «No perdonar a los enemigos, guardar rencor u odio, conlleva perjuicios para la salud física y espiritual» Y asegura que «El diablo no es un idea; es un ángel rebelde, pervertido y mentiroso».
Es un sacerdote como todos los demás, salvo por ser uno de los pocos autorizados para realizar exorcismos. Sus prácticas son fieles a lo dicho por Jesucristo a los discípulos: «A los que crean les acompañarán estas señales: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán leguas nuevas» (Marcos 16, 17).
-En el libro «Habla un exorcista», de Gabriele Amorth, dice que cada exorcista tiene sus experiencias irrepetibles. ¿Cuál es la suya? 
-La liberación más notable que tuve fue en Nueva York. Allí bauticé y administré todos los sacramentos a un señor portorriqueño. Poco después alguien me dijo que este portorriqueño se quería suicidar porque tenía «líos» con el demonio. Me dijo que su hijo mayor enfermó a los dos años y ningún médico podía curarle, entonces acudió a un hechicero. El brujo le dijo que hablara con el demonio y que hiciera lo que le pidiera. Una noche de luna llena fue a un bosque y comenzó a invocar al demonio. Le entregó el alma y su hermano se curó. Pero ahora que se había convertido, el demonio le incitaba al suicidio. Yo hice una liberación, él se puso a temblar. Seguí impertérrito orando y seguía igual. Invoqué a Dios una cuarta vez y en ese momento se calmó, se hincó de rodillas, seguí rezando y el hombre se quedó muy contento.
-¿Cuál es el paso previo a cualquier exorcismo? 
-Uno de los pasos importantes que pocos conocen es el valor del perdón, ya que no perdonar a los enemigos, guardar rencor u odio, conlleva perjuicios para la salud física y espiritual. Por no perdonar vienen muchas enfermedades físicas, psíquicas y del espíritu. En una ocasión en Madrid vino a verme una mujer a la que los psiquiatras, después de tratarla, determinaron que estaba endemoniada. Como tenía mucha fuerza, vino acompañada de varias personas, entre ellas su marido. Cuando comencé a rezar, ella se puso furiosa, y no la podíamos sujetar entre todos. Estaba revolcándose en el suelo, y yo seguía haciendo la liberación. Por fin se fue calmando y le pregunté si quería confesarse y se confesó. Después ella habló a todos: «Lo que más me ha ayudado a liberarme ha sido el haber podido perdonar a una persona a la que tenía mucho odio».
-La estrategia del demonio. ¿De qué formas ataca el demonio? 
-Hay tres grados: posesión, obsesión y opresión. La posesión es francamente rara y ocurre cuando uno hace un trato con el diablo. La posesión es estar sometido al diablo incluso en la voluntad, es como un juguete en manos del demonio. La obsesión es más fuerte que la tentación, por ejemplo, la obsesión de suicidio. Lo que hace el diablo es alentarla. La opresión la puede tener cualquiera, incluso los santos, como el cura de Ars que tenía muchas opresiones diabólicas. San Antonio Abad en el desierto también las tenía.
-¿Por qué cree que la gente recurre más a los tarotistas y a los hechiceros que a la Iglesia? 
-La fe se va extinguiendo en varios sectores. Muchas veces cuando voy en Metro me dan papeles con direcciones de brujos y hechiceros que prometen el oro y el moro. Dicen que pueden hacer resucitar el amor en el matrimonio, quitar maleficios, enfermedades. Éste es el demonio que tiene envidia de Dios y quiere imitar lo que hace Dios. Jesús predicó sanando a los enfermos. Si hoy hay pocos signos o señales es por la falta de fe. Entonces la gente, como no ve la solución en la Iglesia, se va a los grupos y hechiceros. Lo que más hago ahora es quitar maleficios. Conozco un caso en Gran Canaria de un matrimonio que fue a un espiritista porque no recibió ayuda de la Iglesia, ya que hay sacerdotes que no creen en esto.
-¿Hacer exorcismos también es bueno para usted?
-Sí, ya que ayudar al prójimo es una de las cosas que más gozo me da, ya sea confesando, haciendo un exorcismo. De todos modos sólo soy un instrumento, todo lo hace Dios. Básicamente lo que motiva es ayudar al prójimo. Soy sólo un instrumento, todo lo hace Dios, pero me da un gozo tremendo.
-¿Qué es la oración en lenguas que muchos exorcistas y usted utilizan?
-La oración en lenguas es un don del Espíritu Santo del cual habla San Pablo en la primera carta a los Corintios. Es un don que venía a los cristianos cuando se bautizaban y recibían el Espíritu Santo por la confirmación, porque la ceremonia era seguida una después de otra. Santa Teresa lo llamaba «la jerigonza». En Pamplona yo estaba una vez orando en lenguas y un chico que tocaba la guitarra en un retiro me dijo: «Padre, cuando estaba usted orando en lenguas, yo escuché en español lo que usted estaba diciendo». En la Iglesia no es tan común el don de lenguas. Esto lo ha traído el Espíritu Santo en la Renovación Carismática desde hace 30 años. Es un don de Dios que se había extinguido en la Iglesia, así como algunos otros por la herejía de los Novacianos. Eran unos exagerados que no pedían para nada permiso, ya que lo que importaba era estar inspirados por Dios. Se cometieron muchos abusos, y entonces la Iglesia comenzó a recortar estos carismas: el carisma de profecía, de lengua, de palabra de conocimiento, por los abusos que se cometieron. Ahora el Espíritu Santo ha vuelto a darlos a la Iglesia, a resucitarlos, a renovarlos.
-El diablo maneja la ouija. ¿La ouija es una práctica demoníaca? 
-Totalmente. Una persona que hacía la ouija estaba muy impresionada. Ella no quería ir pero su novio la obligaba. La última vez fue, pero se quedó de pie en una esquina de la habitación. Vio que a uno de los que estaban sentados se le transformaba la cara en diablo «con cuernos y todo», y que se dirigía a ella y le decía «tu padre tiene un tumor gravísimo en el cerebro». Finalmente se comprobó que era cierto y el padre murió. La chica vino a verme para que orara por ella y la ayudara. Está claro que la ouija la maneja el diablo.
-¿El diablo lo ataca por ir contra él? 
-Supongo que al diablo no le gusta lo que yo hago, pero como yo siempre me protejo y le pido ayuda a Dios, no lo noto. Creo que el diablo me atacará de mil maneras, pero si digo misa y recibo al Señor todo los días, escucho su palabra, estoy archidefendido de todos los males.
-¿Es verdad que antes se decía un exorcismo después de cada misa? 
-Sí, pero se quitó después del Concilio Vaticano II. Se decían dos oraciones: una a la Virgen y otra a San Miguel Arcángel. Todo surgió a raíz de una visión que tuvo el pontífice León XIII durante una misa. En ese momento se levantó y escribió esta oración que mandó a todos los obispos diocesanos del mundo. León XIII experimentó la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre Roma.
-¿Cómo definiría usted al demonio?
-Muchos no creen en el diablo, le llaman fuerzas negativas. Sin embargo el diablo es un ser personal pervertido y mentiroso, se opuso a Dios. El mal no es una abstracción, sino que designa a una persona. El diablo es aquél que «se atraviesa» en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.
Fuente: Religión en Libertad

sábado, 19 de octubre de 2013

Los medios para liberarse de los demonios



El padre Ángel Peña O.A.R., en su libro “Líbranos del Maligno” menciona las cosas que los cristianos y la Iglesia deben hacer para librarse del maligno, así como las cosas que más le disgustan, y por lo tanto que son efectivas contra él.


EXORCISMOS
El exorcismo es una oración por la que, en el Nombre de Jesús, se ordena al demonio para que se aleje de una persona que está endemoniada o tiene un fuerte influjo del maligno. Para hacer exorcismos públicos y solemnes, con el ritual establecido, hace falta que lo haga un sacerdote con permiso del obispo del lugar. Pero hay muchas influencias maléficas como obsesiones, opresiones, o algunos problemas producidos por haber asistido a una reunión satánica o espiritista, en los que la persona no está poseída y, en ese caso, cualquier cristiano, en Nombre de Jesús, puede hacer una oración de liberación. Y ordenar al diablo que se vaya, con tal de que no use el ritual de exorcismo ni interrogue directamente al diablo. Para hacer exorcismo u oración de liberación es recomendable que se haga en equipo y que haya alguna mujer.
Evidentemente, en estos casos hay que discernir si no se trata de una enfermedad sicológica, pues hay personas que se creen poseídas y no lo están en realidad. Las verdaderas posesiones son muy raras. Por eso, es bueno hacer oraciones de liberación y los casos más difíciles, en los que se ve que hay algo más que simple influencia, se los encomienden a los sacerdotes exorcistas.
A este respecto, Monseñor Andrea Gemma, dice que desde el principio de su trabajo pastoral organizó todos los viernes en la noche, en la catedral, una reunión para hacer oraciones de liberación. Al orar por liberación, algunas personas se manifestaban de modo violento o muy extraño y, a estas personas, las atendía personalmente en la sacristía más privadamente. Estas reuniones tenían tanto éxito que la catedral estaba totalmente llena los viernes por la noche.
El mismo obispo Andrea Gemma escribió a todos sus feligreses una carta pastoral el 29 de junio de 1992, estableciendo que en todas las misas de la diócesis, antes de la bendición final, se hicieran oraciones de liberación, que son verdaderos exorcismos.
Mandó que se recitaran las siguientes oraciones:
En comunión con el Papa y con el obispo, recordando agradecidos nuestro bautismo y confirmación, renunciamos a Satanás y a todas sus obras y seducciones.
- Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
- San Miguel arcángel, defiéndenos del enemigo y ampáranos de todas las asechanzas del maligno. Que Dios te reprima espíritu maligno y tú, príncipe de la milicia celestial, arroja con el divino poder a Satanás a lo más profundo del infierno y también a los otros espíritus inmundos, que vagan por el mundo buscando la perdición de las almas.
Todos sabemos que, en las misas de antes del concilio, se decía al final esta oración a san Miguel arcángel, que es un verdadero exorcismo, y que tiene su origen en una visión que tuvo el Papa León XIII. Vio a la Iglesia amenazada por el diablo y tuvo la inspiración de mandar rezar esta oración como una defensa contra la avalancha del maligno, que ahora vemos cómo ha invadido la cultura occidental en el siglo XX y no sabemos hasta cuándo.
Sobre los exorcismos debemos anotar que nunca han hecho daño a nadie: ni al paciente ni a sus familiares. En cambio, muchas curas médicas son y han sido perniciosas. La influencia o posesión diabólica no son contagiosos. Por tanto, los familiares pueden sentirse tranquilos, si alguien de su familia manifiesta estos síntomas o, incluso, si en su casa se dan fenómenos raros de la presencia del maligno.
Ciertamente que no hay que acusar al diablo de cualquier problema que haya en la familia. Hay que evaluar el caso, pueden ser fenómenos parapsicológicos o producidos por fuerzas ocultas. Por ejemplo, si alguien de la familia ha acudido a reuniones espiritistas o satánicas o se ha iniciado en grupos ocultistas o de magia, podríamos tener un buen indicio del origen diabólico de estos fenómenos.
Durante los exorcismos, se ven cosas increíbles que sobrepasan las fuerzas naturales. Por ejemplo, los ojos de las personas quedan totalmente en blanco y, después, no se acuerdan de nada; sus brazos y piernas pueden doblarse más allá de lo normal. El padre Amorth cuenta el caso de un poseído que subió hasta el techo y se quedó allí durante varios minutos. Algunos dan saltos de varios metros hacia atrás sin hacerse daño. No olvidemos que son fenómenos preternaturales producidos por el poder del demonio y que, por tanto, van más allá de nuestras posibilidades e, incluso, de nuestra imaginación.
El padre Cándido, maestro del padre Gabriele Amorth, dice que en una ocasión invitó a un siquiatra para que le ayudara en un exorcismo. El siquiatra, después de hablar con la joven que iban a exorcizar, escribió una receta y le dijo que tomara esas medicinas. En ese momento, ante la mirada atónita del siquiatra, la joven estiró su brazo, que alargó más de dos metros, agarró la receta y le dijo: Esto no me sirve. Y lo tiró a la papelera. Está demás decir que el siquiatra quedó espantado, ante aquel fenómeno preternatural e insospechado. El padre Cándido se reía de gusto y, a continuación, hizo el exorcismo para poder sacar el demonio. A veces, puede ocurrir que un enfermo siquiátrico esté también endemoniado. Entonces, se necesita del exorcista para sacar el demonio y después del siquiatra para ayudarle en su enfermedad. Otras veces, lo que parecía ser una enfermedad siquiátrica se cura con el exorcismo, pues todo su raro comportamiento se debía al influjo del demonio. Por eso, se cuenta en la vida del beato Francisco Palau, carmelita, que siendo capellán de un hospital de dementes, los exorcizaba a todos; los que tenían influjo satánico, se curaban, y los otros quedaban como estaban.
El obispo Andrea Gemma en su libro Yo, obispo exorcista, afirma que su ministerio de exorcista ha sido de grandes bendiciones para él. Dice: Puedo decir que el ministerio de exorcista me ha dado un gran renovamiento espiritual y la alegría de pertenecer a Cristo y a su Iglesia. Y creo que esto podrían firmarlo todos los exorcistas.
El padre Gabriele Amorth, decía que no le tenía miedo al diablo, sino que era el diablo quien le tenía miedo a él, pues actuaba con el poder de Jesús. Por ello, nunca había recibido daños de parte del demonio.
Es bueno recordar aquí que el patrono de los exorcistas es san Benito de Nursia, declarado así por el Papa Honorio III. La medalla de san Benito es muy poderosa también para protegerse del demonio.
Andrea Gemma cuenta el caso de un millonario industrial de Turín que creía sólo en la fuerza de su inteligencia para sus negocios. Un día comenzó a desvariar y a no darse cuenta de lo que decía ni de lo que hacía. Despreciaba a Dios y a la Iglesia y a todo lo sagrado en general. Buscó en magos y brujas de todo el mundo la manera de curarse, pero solo consiguió que le fueran sacando millones y millones de su gran riqueza, mientras él estaba cada día peor, más arrogante, soberbio y egoísta. No quería saber absolutamente nada de sacerdotes ni de bendiciones. Su rostro, a veces, aparecía terriblemente feo con ojos llenos de odio y a veces tenía una fuerza de león que nadie podía contener. Sus negocios empezaron a venir a menos y todo iba de mal en peor. Un día, al entrar en su fábrica, empezó a gritar como un cerdo y a berrear con un elefante, blasfemando contra todos y tratando de hacer daño a sus 300 obreros. Fue entonces cuando ellos entendieron que su patrón estaba endemoniado… No digo más. Pero me lo trajeron once hombres robustos después de muchas peripecias. Apenas me vio con la estola empezó a amenazarme diciendo: Te la haré pagar, te destrozaré. Comencé a hacerle exorcismo con fervientes oraciones… Finalmente, después de largos sudores, el demonio lo dejó y cayó a tierra con desmayo e inerme, vencido. Nadie se había dado cuenta de que mientras hacía el exorcismo, se habían filmado algunas escenas, grabando su voz y las blasfemias y palabrotas. Cuando despertó, no se acordaba de nada, había olvidado todo y se encontró delante del sacerdote a quien había odiado tanto y amenazado. Estalló en llanto y comenzó a ser desde ese día un corderito y un cristiano totalmente practicante y un verdadero apóstol de Cristo.
Cuando vio las escenas grabadas y se dio cuenta hasta qué punto la soberbia y el orgullo de Satanás le habían llevado, vendió todo y con su familia se fue a un país de África a ayudar a los misioneros y pobres del tercer mundo donde vive ahora.
El ministerio de los exorcistas es tan importante en el mundo actual que en algunas universidades eclesiásticas como el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, se han organizado ya varios cursos sobre exorcismos para sacerdotes y seminaristas. No olvidemos que el demonio puede manifestarse de cuatro maneras: posesión (se apodera del cuerpo), vejación (hace sufrir desde el exterior), obsesión (con ideas fijas mentales) e infestación (en cosas, lugares o animales).

OTROS  MEDIOS  DE  LIBERACIÓN
Para liberar a los oprimidos por el diablo tenemos a disposición algunos medios que la Iglesia nos propone.
Para librarse del poder del demonio, dice el exorcista de Roma, Gabriele Amorth: Es importante la frecuencia de los sacramentos y una conducta de vida conforme con el Evangelio. Se toca con la mano el poder del rosario y, en general, del recurso a María Virgen; muy poderosa es la intercesión de los ángeles y de los santos; utilísimas las peregrinaciones a los santuarios… La palabra de Dios es de gran eficacia… Añado la importancia protectora de las imágenes sagradas, tanto sobre la persona como en los lugares: sobre la puerta de la casa, en las habitaciones, en el comedor o en el lugar en que más comúnmente se reúne la familia… He experimentado, muchas veces, la eficacia de la medallita milagrosa, difundida por el mundo en muchos millones de ejemplares, y si habláramos de las gracias prodigiosas obtenidas por esa simple medallita, no acabaríamos nunca.
El padre Mario Boretti, exorcista de la diócesis de Firenze, ha repartido más de cuatro millones de medallas milagrosas y sugiere colocarlas en el coche, en la almohada y en otras partes para que la presencia de María, a través de la medalla, nos proteja de todo poder del maligno.
Un día vino a verme Marcela, que sufría de malestares de estómago punzantes y de un comportamiento que no lograba dominar ni en casa ni en el trabajo: daba respuestas ofensivas sin poder controlarse. Para los médicos no tenía nada. Cuando le puse las manos sobre los párpados, al comienzo de la bendición, mostró los ojos enteramente blancos, con las pupilas apenas perceptibles hacia abajo y estalló en una risa irónica. Apenas tuve tiempo para pensar que allí estaba Satanás, cuando oí que me decía: “Yo soy Satanás”, con una nueva risotada. Poco a poco, Marcela intensificó su vida de oración, se hizo constante en la comunión, y en el rosario diario y en la confesión semanal (¡la confesión es más fuerte que un exorcismo!). Tuvo una progresiva mejoría y se curó sólo después de dos años.
El obispo Andrea Gemma dice: He visto, con frecuencia, cómo una gota de agua bendita, echada a la cabeza del poseído, produce una reacción furibunda con exclamaciones de intenso dolor. Y lo mismo pasa con los óleos benditos, sobre todo, los bendecidos por el obispo el Jueves Santo. Sólo con amenazar tocarlo, ya le hace gritar. He visto cómo la misma Biblia, colocada sobre el poseído, lo atormenta. Una vez, estábamos dos exorcistas rezando por Rosita y le coloqué un texto de la Biblia sobre la columna y, de repente, se tiró a tierra como si le hubiese dado un mazazo… La palabra santa, ¡qué don y qué poder, qué medio tan grande tenemos a nuestra disposición para la liberación! (de los oprimidos por el diablo)… Lo mismo digo del rosario bendito y de las reliquias de los santos. Me habían regalado un pedacito de tela con la que el santo padre Pío de Pietrelcina se había limpiado las llagas. Una vez, la coloqué sobre la columna de una paciente, sin que se diera cuenta, y, de inmediato, tuvo una rabiosa y rapidísima reacción con la acostumbrada frase: Quítamela de encima.
Mi cruz pastoral, que había recibido en mi ordenación episcopal, colocada sobre los poseídos, los hacía temblar de terror… Lo mismo pasaba con mi anillo pastoral, que me había puesto en el dedo el Papa Juan Pablo II el día de mi consagración episcopal y que había sido bendecido por el mismo Papa… Así he comprendido que la Iglesia ha hecho muy bien en multiplicar bendiciones de objetos y personas y lugares. Tenemos agua bendita, sal bendita y aceite bendito… Y ¿qué decir de la santa Eucaristía? Siempre ha sido suficiente la amenaza de ir al sagrario, para hacer temer de ira al espíritu maligno. En casos graves, el poner sobre su cabeza las hostias consagradas hacía que el paciente se arrojase a tierra y quedara inmóvil. Hacer coger al poseso el copón con las hostias consagradas era sentir unos gritos lastimeros tremendos, como si le hubieran puesto un peso enorme, del que pedía ser liberado…
El exorcismo más eficaz es siempre participar en la Eucaristía y recibirla con devoción lo más frecuentemente posible. Sobre la devoción a María, emplearé todo un capítulo. Yo siempre comienzo los exorcismos con el rezo del rosario y no llego al último misterio, cuando los posesos ya están temblando.

LA  VIRGEN  MARÍA
Todos los exorcistas, sin excepción, hablan en sus libros por experiencia propia que acudir a la Virgen María es fundamental en los casos de exorcismos, especialmente en los más difíciles. El poder de María sobre el demonio viene desde antiguo. Por eso, el Génesis 3, 15 dice: Ella te aplastará la cabeza. Algunos teólogos dicen que la rebelión contra Dios fue, precisamente, por tener que aceptar a Jesús como Dios, siendo a la vez hombre y, sobre todo, por tener que ser menos que María, una simple criatura humana, inferior a ellos en naturaleza. De hecho, María es el terror de los demonios y basta pronunciar su nombre, con el de Jesús, para que huyan despavoridos. Cuando se reza el rosario, se manifiestan con violencia, como si les hicieran un gran daño. Por ello, normalmente, en todos los exorcismos suele acostumbrarse a comenzar con el rezo del rosario.
San Luis Orione les decía a los miembros de su Congregación el 4 de diciembre de 1973.
Estamos en la novena de la Inmaculada. Es tan grande el privilegio de la Inmaculada Concepción que este privilegio ha desatado en el demonio una inmensa rabia y odio. Por eso, cuando se quiere saber si una persona está poseída por el demonio, un medio fácil es hacerle repetir “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Los posesos dicen el Gloria al Padre, dicen el Avemaría. Pero esta jaculatoria no la quieren repetir… Cuando estaba en América, un día vino un médico, presidente del hospital mayor de Buenos Aires, estimadísimo entre todos los médicos de la capital. Y me dijo: “Tengo una hija endemoniada, hágame la caridad de exorcizarla…” Su hija estaba verdaderamente endemoniada, hablaba en lenguas diversas, que nunca había estudiado y tenía una voz fuerte de hombre…
Me trajo el permiso del arzobispo, fui a la capilla escogida y comencé el exorcismo. La niña corría entre las bancas como una serpiente, pasaba entre los bancos con rapidez, pero no podía salir; porque las puertas estaban cerradas. La amarraron y no me fue posible hacerle decir:  “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”. Ella decía algunas letras: ía… cado… bida: pero no repetía la jaculatoria entera. Al fin, el Señor la liberó.
Hice otro exorcismo a una novicia convertida del protestantismo. Algunas religiosas vinieron a decirme que estaba endemoniada… Ella recibía la comunión todas las mañanas y el demonio la obligaba a tirar la hostia santa en un lugar indecente. Cuando le echaba agua bendita, gritaba como si le echara plomo fundido. Tampoco a ella pude hacerle repetir la jaculatoria de María.
Por eso, cuando seáis sacerdotes, si os llaman para hacer exorcismos, os doy una señal clara para reconocer si son o no endemoniados, pues podría ser histerismo o pueden darse extraños fenómenos nerviosos o enfermedades, que la ciencia puede explicar y, a veces, curar. La señal es: Si repite la jaculatoria: Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos, estad tranquilos, no está poseído, es una enfermedad; pero, si no la repite, estad seguros que el diablo ha tomado dominio de su cuerpo. Hay otras señales como hablar en lenguas extrañas, conocer cosas a distancia, etc.
El obispo Andrea Gemma escribe: Un día me trajeron a un jovencito de trece años, llamado Pascualino, llevado con dificultad por dos hombres robustos en un silla y acompañado por su madre. El chico no podía caminar solo, a pesar de que los médicos no habían encontrado en él nada malo. El calvario de la familia había comenzado varios años antes, desde que Pascualino estaba en el vientre de su madre. Me dijo su madre que, cuando era muy niño todavía, tenía el vientre tan hinchado y duro que parecía de piedra. Los médicos lo operaron y no encontraron nada malo. Todo estaba normal.
Era un caso de maleficio que le hicieron a su madre, cuando el niño estaba todavía en su vientre. Por eso, cuando empecé a orar por el chico, su madre comenzó también a sufrir inexplicables dolores. Así estuve rezando por él cada semana, durante algún tiempo. Después de varias sesiones de oración, parecía que no había adelanto en su curación. Hasta que llegó un día en que yo estaba en Sicilia, invitado a predicar en el santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Paterno (Catania) y, antes de tomar el avión en el aeropuerto de Catania para regresar a mi casa en Iserna, quise visitar la Roca de Belpasso, un lugar mariano donde se cree que se apareció la Virgen María. No tenía mucho tiempo y me recogí en oración intensa. Le hablé a María de Pascualino. Mi oración estaba llena de esperanza.
Al día siguiente, después de haber descansado toda la noche en mi casa, sonó el teléfono y me dijeron con alegría que Pascualino caminaba y que estaba libre del poder del demonio. Algunos días después, Pascualino vino con sus familiares a visitarme para poder constatar personalmente el milagro realizado después de la fervorosa oración que había hecho ante la Roca de Belpasso. Fue para todos una alegría increíble y un milagro extraordinario.
El poder de intercesión de María es muy poderoso contra el poder del maligno. El mismo obispo Andrea Gemma ha afirmado en repetidas ocasiones que el demonio le ha dicho que si no fuera, porque la Virgen lo protege, lo habría aplastado hace mucho tiempo.
Un día, en pleno rito de exorcismo, el pobre paciente estaba en el colmo de su desesperación a causa de que le echaba agua bendita, lo ungía con óleo bendito y, sobre todo, invocaba a María. Entonces, empezó a llorar, gritó volviendo la cabeza hacia la imagen de María (no los ojos), y dijo con una afirmación amarguísima para él: Ella lo hace todo.
Eso es lo que muchos santos, como san Bernardo, han dicho hace siglos: Cristo ha querido hacerlo todo por María, como si dijera que Jesús se da el gusto de darnos todas las gracias y bendiciones por medio de María. Por eso, suele decirse que María es la mediadora o medianera de todas las gracias.
La historia de veinte siglos de catolicismo no es más una resplandeciente confirmación de esta soberana decisión de Dios: Todo por María. Sentirlo decir por el demonio ha sido una de las más grandes alegrías de mi vida religiosa y sacerdotal, y la confirmación de un programa de vida que es mío desde siempre.
Por eso, hay que recomendar a todos los liberados del poder del maligno que amen mucho a María y recen el rosario. El rosario, según decía el santo padre Pío de Pietrelcina, es un arma formidable contra Satanás.
María Simma, la conocida mística austriaca, que tenía el carisma de ver a las almas del purgatorio, que se le aparecían para pedirle ayuda, dice: Un día estaba sentada en mi casa en un sillón y tomé el rosario para rezarlo. Como tuve que salir un momento de la habitación, dejé el rosario sobre el sillón. Al regresar, lo encontré anudado de modo increíble. No podía quitar los nudos. Entonces, le dije a Satanás: Estúpido, o me deshaces ahora mismo los nudos o te saco inmediatamente diez almas del purgatorio. Ante mis ojos asombrados, los nudos se desataron y yo pude continuar rezando el rosario. Cuando veo alguna interferencia de Satanás en mis cosas, le ordeno en el Nombre de Jesús y me obedece inmediatamente[9].
Ciertamente, el rosario es una de las cosas que más desagrada a Satanás.

¿QUÉ  DESAGRADA  MÁS  A  SATANÁS?
El padre Pellegrino Ernetti en su libro Catechesi di Satana, recomendado por el cardenal Pío Laghi, prefecto de la Congregación para la Educación católica, nos hace un resumen de lo que más desagrada al diablo. Todo ello, tomado de lo que dice el propio demonio por boca de los posesos, al realizar exorcismos y ordenarles en el nombre de Jesús que digan lo que más le desagrada. Esto ha sido registrado en grabadoras y delante de algunos de los colaboradores del padre Ernetti. El demonio dice literalmente que le desagrada:
La confesión.- ¡Qué estúpida invención! ¡Cuánto daño me hace! Me hace sufrir… Aquella sangre… Es mi dolor más atroz. Pero he encontrado sacerdotes que no creen es la confesión y mandan a los cristianos a recibir al falso Dios en pecado… ¡Cuántos sacrilegios hago cometer!
La comunión.- Aquí me encuentro desarmado. No tengo fuerzas para luchar. Los que se alimentan de esta carne y beben de esta sangre se hacen fortísimos contra mí, se hacen invencibles a mis seducciones y tentaciones. Parecen diferentes a los otros, parece que tienen una luz especial y me rechazan rápidamente y se alejan de mí y me rechazan como a un perro… ¡Qué tristeza! ¡Qué dolor! Pero yo los persigo ferozmente y muchos van a comer la hostia en pecado… ¡Qué alegría para mí!
La adoración al Santísimo.- Adorar un pedazo de pan ¡Cuántos insensatos pierden horas y horas, día y noche, de rodillas, adorando un pedazo de pan, escondido en una caja sobre el altar del falso Dios! ¡Cuánta rabia me dan estas personas! ¡Cuánta rabia me dan estas adoraciones irracionales!
El rosario.- Odio el rosario, ese utensilio gastado y podrido de aquella Mujer (se refiere a la Virgen). El rosario es para mí como un martillo que me golpea la cabeza. Es la invención de los falsos cristianos, que no me obedecen y siguen a aquella Mujer. En vez de oírme a mí, que reino en todo el mundo, se van a rezar a aquella Mujer, mi primera enemiga con esa cosa (rosario)! ¡Me hacen tanto daño!
Las apariciones de María.- Mi gran dolor de este tiempo son las continuas apariciones de esta Mujer en todo el mundo. En todas las naciones se aparece y me persigue, quitando de mis manos tantas almas, millares y millares, por oír sus falsos mensajes, por suerte me defienden algunos obispos y sacerdotes que no creen.
El Papa.- Lo que mayormente me destruye es la obediencia a aquel hombre vestido de blanco (el Papa), que manda en nombre del falso Salvador y Redentor. ¡Obedecer a un hombre que ama a aquella Mujer, que me persigue desde siempre! ¡Qué vergüenza! Parecen ovejas, conejos, asnos… ¡Qué vergüenza! Es odioso a mis seguidores el polaco que ama a la Mujer y que propaga el rosario como su oración preferida.
Religiosas contemplativas.- Me preocupan mucho aquellas siervas con la cabeza cubierta, que abandonan todo para recluirse dentro de cuatro muros y sacrificar todo por Dios.
Día y noche, ellas se mortifican, no duermen lo suficiente, no comen según las necesidades del apetito y del cuerpo, no hablan libremente en todas partes, rezan, cantan… De estas religiosas claustrales tengo miedo, un miedo terrible. Son mis enemigos más terribles y aguerridos, me quitan de las manos muchas almas de toda clase y condición. ¡Qué enemigos tan terribles! Cuando comienzan a rezar por la conversión de un alma, son tenaces.
Resumiendo, lo que más le desagrada es:
- La confesión, donde Cristo lava nuestras almas con su sangre preciosa.
- La Eucaristía, que nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
- La adoración eucarística, donde continuamos la unión con Jesús.
- El amor a María y el rezo del rosario.
- Las apariciones de la Virgen, que nos llevan a la conversión.
- La obediencia al Papa, representante de Jesús en la tierra.
- La oración de las almas contemplativas.
Por el contrario, dice el padre Pellegrino, que lo que más le agrada es:
- La profanación de las hostias consagradas.
- El aborto, que es la matanza de niños inocentes.
- La droga, que hace alocarse a los jóvenes.
- El divorcio, que destruye a las familias.
- Las faldas cortas y los vestidos indecentes de las mujeres.
- Los eclesiásticos que niegan su existencia…