San Miguel Arcángel pesando las almas en el Juicio Final

jueves, 27 de febrero de 2014

¿Quién dice que el demonio exista?


Tanto Jesús como sus seguidores, desde los santos Pedro y Pablo hasta el Papa Francisco, advierten que existe el demonio, que actúa y que es necesario combatirlo. 

1. El testimonio de Jesús y de San Pablo.

Jesús, según testifican los Evangelios, realizó la liberación de muchos poseídos por el demonio en momentos decisivos de su ministerio. Los exorcismos que realizaba iluminan el misterio de su persona y misión (cf. p. e. Mt 8, 28-34; 12, 22-45).

Sin poner nunca a Satanás en el centro de su mensaje, Jesús habla de él en momentos decisivos y con declaraciones importantes.

El Señor comienza su ministerio siendo tentado por el Maligno en el desierto (cf. Mc 1, 12-13). El Señor advierte constantemente a los suyos sobre la presencia y acción del Maligno, por ejemplo, en el Sermón de la montaña y en el Padrenuestro (Cf. Mt 5, 37; 6,13).

En sus parábolas, Jesús atribuye a Satanás los obstáculos que encontraba en su predicación (cf. Mt 13, 19), como la mala semilla sembrada en el campo (Cf. Mt 13, 39).

A Simón Pedro le anuncia que las “puertas del infierno” querrán prevalecer por encima de su Iglesia (cf. Mt 16, 19) y que Satanás miraría de cribarlo como el trigo (cf. Llc 22, 31).

En el momento de dejar el cenáculo Cristo declara inminente la venida del “príncipe de este mundo” (Jn 14, 30), aunque Él sabe que este personaje ya ha sido juzgado y condenado (Jn 16, 11).





Estos hechos, recuerda el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe Fe cristiana y demonología, no son casuales ni pueden ser tratados como datos fabulosos que deben ser desmitificados. 


Pablo ha recogido los elementos más importantes de la enseñanza sobre el Maligno y el combate espiritual. El Apóstol habla del drama redentor como de una lucha suprema de Cristo contra las potencias del Mal.


San Pablo no duda en afirmar que Dios ha anulado la condena que pesaba sobre los hombres y que Dios ha desposeído de poder a Principados y Potestades, haciendo un público espectáculo de los vencidos en el séquito triunfal de Jesucristo (Cf. Col 2,15).


San Pablo describe el efecto de la obra redentora haciendo ver que aquellos que estaban muertos como consecuencia de las culpas y pecados y que vivían según “el Príncipe de las potencias de los aires, aquel espíritu que opera en los hombres rebeldes” (Cf. Ef 2,2), han sido salvados por gracia y viven ahora de la vida de Cristo.

Además, el apóstol habla “de aquellos que se pierden, a los cuales el Dios de este mundo ha cegado la mente incrédula para que no vean la luz del glorioso evangelio de Jesucristo” (Cf. 2 Cor 4, 4).
Aquellos que han sido liberados del dominio de Satanás corren el riesgo de recaer, cediendo a las sugestiones del Maligno (1 Cor 7, 5).

Por eso el apóstol advierte de no ceder espacio al Diablo (Cf. Ef 4,27). La vida cristiana comporta una lucha constante contra el Demonio y hay que temer que se retorne a la seducción de la Serpiente antigua (Cf. 2 Cor 11, 3).


Esta lucha se hará intensa en las postrimerías de la historia cuando el Impío, que sostenido por Satanás obrará muchos prodigios, será derrotado en la segunda venida del Señor (Cf. 2 Tes 2, 7-10). 


Pablo constata en su propia experiencia apostólica esta temible lucha que no combate únicamente personas humanas.

El apóstol encontró tremendos obstáculos a la evangelización (también los encuentra la Iglesia hoy) y entendió de dónde provenían.

Nos dejó un testimonio de su experiencia para que aprendamos también nosotros: “Revestíos con la armadura que Dios os da para poder hacer frente a los ataques astutos del diablo. Pues no nos toca de luchar contra realidades humanas, sino contra las potencias y las autoridades, contra los que dominan este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos que están a las regiones aéreas…
 (Cf. Ef 6, 11-12).
¿Tendremos los cristianos de hoy la buen cordura de acoger estas palabras que el Espíritu Santo nos dirige por boca del Apóstol?


2. La Iglesia recuerda: El Maligno existe y actúa.

El 22 de noviembre de 1998, el prefecto de la Congregación para el Culto divino y de la disciplina de los sacramentos, firmaba el decreto de promulgación del nuevo ritual de exorcismos de la Iglesia católica.

El ritual fue públicamente presentado a primeros de año. Los medios de comunicación se hicieron eco de esta noticia. En la mayoría de los casos los periodistas apuntaban una cierta ironía al tema con observaciones que reflejaban una idea de fondo: ¿Cómo es posible, aún hoy, hablar de manera seria del demonio?


La naturaleza y acción de los ángeles caídos no es un tema fácil y se presta fácilmente a desviaciones doctrinales o a supersticiones groseras. No es fácil hablar con acierto del demonio, pero eso no significa que no exista ni que la Iglesia de nuestros tiempos pueda abandonar la lucha contra el Maligno. 


La Iglesia ha reprobado siempre toda forma de superstición y la preocupación excesiva o enfermiza por Satanás y los demonios. Nunca ha sido este el tema central de la predicación.

Pero eso no quiere decir que la consideración del demonio no tenga nada que ver con el mensaje de la Buena Nueva del Señor resucitado y de la salvación que nos ha obtenido en su Misterio Pascual, cuando ha sido vencedor del Maligno, del pecado y de la muerte.

Ya san Juan Crisóstomo advertía a los cristianos de Antioquía: “No es ningún placer para mí hablaros del diablo, pero la doctrina que este tema me sugiere será muy útil para vosotros”.

Como advierte el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) Fe cristiana y demonología, sería un error funesto comportarse como si el Maligno no existiese y considerar que la redención ya ha producido todos sus efectos sin que sea necesario sostener la lucha de la cual nos habla el Nuevo Testamento y los maestros de la vida espiritual.


La demonología constituye un apartado de la teología que ha sido últimamente olvidado. Muchos estudiantes, seminaristas y futuros presbíteros, raramente han oído hablar del demonio en las aulas de las facultades teológicas y no es difícil encontrar aún sacerdotes y catequistas que cuando oyen hablar del tema esbozan una sonrisa tan llena de ingenuidad como de ignorancia. 


En nuestro ambiente secularizado, lo más cómodo –pero no ciertamente lo más cristiano- es no hablar del demonio y esconder la cabeza bajo el ala. Y mientras tanto, como muchos observadores ponen en evidencia, el satanismo aumenta de manera alarmante en este mundo secularizado.

Un dicho irónico pero acertado, afirma que la más gran victoria del demonio en nuestros días es haber logrado hacernos creer que no existe. Eso comporta no tenerlo presente y no preocuparse para luchar contra él, quedando de esta manera muy desarmados ante un temible enemigo del cual no somos conscientes.

Esta actitud evasiva no concuerda con el testimonio bíblico y eclesiástico del que se aparta quien niega la existencia del diablo.


Ya hace casi dos mil años, el príncipe de los apóstoles y primer papa, san Pedro, advertía con palabras claras a los cristianos de su tiempo de guardarse de las insidias del diablo.

El texto es meditado cada semana en la lectura breve de las completas del martes: 
“Sobrii estote et vigilate, quia adversarius vester diabolus tamquam leo rugiens circuit quaerens quem devoret; cui resistite fortes in fide” [Sed sobrios; velad. Vuestro adversario, el diablo, como un león que ruge, ronda buscando quien engullir; resistidle, firmes en la fe, sabiendo que los mismos sufrimientos los deben soportar todos vuestros hermanos que hay al mundo] (1 Pe 5, 8-9).

Dos milenios después, un sucesor de Pedro y vicario de Jesucristo, el papa Pablo VI, volvía a advertir dramáticamente sobre esta terrible realidad:
“Delante de la situación de la Iglesia de hoy, tenemos el sentimiento de que, por algunas fisuras, el humo de Satanás ha entrado en el pueblo de Dios. Vemos la duda, la incertidumbre, la problemática, la inquietud, la insatisfacción, el enfrentamiento. Ya no se tiene confianza en la Iglesia, se confía en el primer profeta que acaba de llegar… sin tener en cuenta que nosotros ya poseemos la verdadera Vida y que Nosotros somos maestros… Se creía que después del Concilio el sol habría brillado sobre la historia de la Iglesia, pero en lugar de sol hemos tenido las nubes, la tempestad, las tinieblas, la búsqueda y la incertidumbre. Hemos promovido el ecumenismo y nos separamos cada día más unos de otros… ¿Cómo ha podido producirse todo eso? Una potencia adversa ha intervenido. Su nombre es el diablo: este ser misterioso al cual se refiere san Pedro en su carta (1 Pe 4, 8-9)… Nosotros creemos en la acción que Satanás ejerce hoy en el mundo…”.


La fe de la Iglesia afirma claramente la existencia del Maligno y su acción, aun reconociendo su carácter misterioso.

El documento de la CDF del 26 de junio de 1975 acaba con unas palabras que siempre debemos tener bien presentes en este tema:
“La realidad demonológica, testificada concretamente por aquello que nombramos el misterio del mal, permanece aún hoy como un enigma que rodea la vida cristiana. Nosotros no sabemos mejor que los Apóstoles por qué lo permite el Señor ni cómo lo hace servir para sus designios”.


El mismo año 1972, concretamente en la audiencia general del 15 de noviembre, el Papa volvía a recordar a la Iglesia la misteriosa realidad del diablo:
“El pecado es efecto de la intervención en nosotros y en nuestro mundo de un agente oscuro y enemigo, el demonio. El Mal no es solamente una deficiencia. Es el hecho de un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Realidad terrible, misteriosa y temible. Se apartan de la enseñanza de la Biblia y de la Iglesia aquellos que rehúsan reconocer su existencia o que hacen de Él un principio autónomo que no tiene, como toda criatura, su origen en Dios, o que lo explican como una pseudorrealidad, una invención del espíritu para personificar las causas desconocidas de nuestros malos”.


Se trata de una realidad misteriosa pero claramente testificada por las fuentes de la Revelación.

3. Exorcismos y oraciones

La acción del Maligno y la lucha contra él por parte de la Iglesia tienen, a mi parecer, mucho a ver con la situación actual de la Iglesia. A propósito de esta última consideración quiero evocar el testimonio del famoso exorcista Gabriele Amorth sobre la supuesta visión diabólica del Papa León XIII y las rogativas de exorcismo que mandó rezar a toda la Iglesia aquel Pontífice.

Antes de la reforma litúrgica llevada a cabo después del Concilio Vaticano II, el celebrante y los fieles se arrodillaban al acabar la Misa para rezar una oración a la Virgen María y otra a San Miguel Arcángel (rogativa, que por cierto, ha sido recuperada por el Nuevo Ritual de exorcismos y que los fieles pueden rezar libremente). 

La oración dice en su versión latina:
“Sancte Michaël Archangele, defende nos in proelio. Contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur. Tuque, Prínceps militiae caelestis, Satanam, aliosque Spiritus Malignos quien ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute in infernum detrude. Amen”.


Amorth se pregunta sobre el origen de esta rogativa y dice (siguiendo lo que escribió el Padre Domenico Pechenino en
Ephemerides Liturgicae):
“No recuerdo exactamente el año. Una mañana, el Santo Padre León XIII había celebrado la Santa Misa y como de costumbre, estaba asistiendo a otra en acción de gracias. De repente, vi que levantaba la cabeza de manera enérgica y miraba alguna cosa por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin cerrar los ojos por nada, pero con un aspecto de terror y de maravilla, cambiado el color de su cara. Le pasaba alguna cosa grande y extraña.
Finalmente, como retornando en sí, con un ligero pero enérgico gesto, se levantó. Vemos que se encamina a su despacho privado. Los familiares le siguen con prisa y ansiedad. Le dicen “Santo Padre, ¿os encontráis bien? ¿Necesitáis alguna cosa?” y él responde “nada, nada”.

Transcurrida media hora hace llamar el secretario de la Congregación de Ritos y, dando un folio, manda que sea impreso y enviado a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿Qué contenía? La rogativa que rezamos al acabar la Misa con el pueblo con la súplica a María y la encendida invocación al Príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que confine a Satanás al infierno”.


La rogativa fue enviada a los obispos el año 1886. Refiriéndose a esta rogativa dice el Cardenal Nasalli Rocca:
“León XIII escribió personalmente esta oración. La frase [los demonios] que vagan por el mundo para perder las almas tiene una explicación histórica que nos fue referida en diversas ocasiones por su secretario particular, Mons. Rinaldo Angeli. León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna; de esta experiencia nació la oración que él quiso hacer rezar a toda la Iglesia. Él la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la Basílica Vaticana. Y no sólo eso, sino que escribió de puño y letra propios un exorcismo especial contenido en el Ritual Romano (edición de 1954, tit. XII, c. III, pp. 863ss.). El Papa recomendaba a los obispos y sacerdotes que rezasen a menudo este exorcismo en sus diócesis y parroquias. Él, por su parte, lo rezaba frecuentemente a lo largo del día”. 


Sería muy conveniente restaurar estas oraciones como también traducir correctamente la última petición del Padrenuestro que decir “líbranos del Maligno” y no “líbranos del mal”.

La traducción catalana, si cabe, aún es más desafortunada “ans deslliureu-nos de qualsevol mal”, como rezamos actualmente. “Cualquier mal” puede ser un mal de muelas, y no se trata de eso.


El diagnóstico de Pablo VI en el año 1972 nos parece aún hoy muy válido y acertado. Hoy, sin embargo, providencialmente, la Iglesia toma una conciencia más viva de la necesidad de luchar con eficacia contra el enemigo común del género humano. El nuevo ritual de exorcismo y las rogativas por la liberación del mal que le acompañan pueden ser un paso adelante en esta lucha.


Hay que conocer al Maligno para poder luchar contra Él. Muchos pueden pensar que es una cosa pasada de moda insistir hoy en este tema. Nosotros pensamos con Pablo VI que éste es uno de los temas más urgentes para afrontar hoy.

Parodiando una frase de San Agustín sobre el pecado original, yo diría que esta realidad, la del diablo, es “nihil obscurius ad intelligendum, sed nihil necessarium ad loquendum”, nada más difícil de entender, nada más necesario de hablar…


En el discurso de la audiencia del 15 de noviembre de 1972, Pablo VI declaraba: “¿Cuáles son las necesidades más grandes de la Iglesia? Que no os maraville como simplista o incluso supersticiosa o irreal nuestra respuesta: Una de las más grandes necesidades de la Iglesia es la defensa contra este mal que llamamos demonio”. 


Ciertamente, como observa Amorth, las palabras del Papa superan el restringido campo de los exorcismos, pero es también cierto que lo incluyen. 


El nuevo ritual de exorcismos en su proemium y en los praenotanda resume y recuerda las principales convicciones de la fe de la Iglesia sobre la existencia y acción del Maligno y sobre la lucha que los cristianos debemos llevar a cabo.


Fragmento de la conferencia de Joan Antoni Mateo pronunció el 23 de febrero de 2014 en la basílica de la Concepción de Barcelona.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Mensajes del Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez

Sor Josefa Menéndez
Recibió mensajes dictados por Nuestro Señor Jesucristo en el convento de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús en Les Feuillants, en Poitiers, Francia, entre 1920 y 1923. 

Jesús pidió el 13 de Noviembre de 1923: "Deseo que hagan conocer Mis Palabras. Quiero que el mundo entero Me conozca
como Dios de amor, de perdón y de misericordia. Yo quiero que el mundo lea que deseo perdonar y salvar... Mis Palabras serán luz y vida para muchísimas almas ". En Sus mensajes, Jesús dice: “Amor busco, amo a las almas y deseo ser correspondido. Por eso Mi Corazón está herido, porque encuentro frialdad en vez de amor. Yo soy todo Amor y no deseo más que amor. ¡Ah! Si las almas supieran cómo las espero, lleno de misericordia! Soy el Amor de los amores… Tengo sed de que las almas se salven… ¡Que las almas vengan a Mí!... ¡Que las almas no tengan miedo de Mí!... ¡Qué las almas tengan confianza en Mí!”
El Papa Pío XII (en aquel momento Cardenal Eugenio Pacelli) dio su bendición a la primera edición.
25 de Agosto de 1920 “Déjate en Mis Manos... No Me importan tu pequeñez y tu flaqueza; lo que pido es que Me ames y que lo ofrezcas todo para consolar Mi Corazón. Quiero que sepas cuánto te amo y qué tesoros te reserva Mi amor”. “Quiero que descanses sin miedo en Mi Corazón. Míralo y verás que ese fuego es capaz de consumir todo lo imperfecto que hay en ti. Abandónate a Mi Corazón y no pienses más que en darme gusto”. “Quiero que Me lo ofrezcas todo, aún lo más pequeño, para compensar el dolor que Me causan las ofensas de las almas”. 

8 de Septiembre de 1920 
“Nada temas... No me abandones. ¡Son tantas las almas que huyen de Mí! Déjame, al menos, morar en la tuya y complacerme en ella”.

4 de Octubre de 1920
Jesús muestra Su Corazón herido a Sor Josefa y dice:
“Mira en qué estado las almas infieles dejan Mi Corazón... Ignoran el amor que les tengo; por eso Me abandonan. Pero tú, ¿no querrás cumplir Mi Voluntad?” 

7 de Noviembre de 1920 
Jesús dice a Sor Josefa:
"Guarda para Mí solo ese corazón que te he dado, y no busques en todo más que amar. Mi Corazón Se
abrasa y arde en deseos de consumir a las almas en el amor".

8 de Noviembre de 1920
“No Me resistas, humíllate, que Yo te buscaré en tu nada para unirte a Mí”.

19 de Noviembre de 1920
"Un solo acto de amor, cuando te sientes desamparada, repara muchas ingratitudes de otras
almas. Mi Corazón los cuenta y los recoge como bálsamo precioso".

29 de Noviembre de 1920
“¿No sabes que Soy el dueño de tu corazón y de todo tu ser?”

26 de Enero de 1921
“El alma que ama desea sufrir, y el sufrimiento aumenta el amor. El amor y el sufrimiento unen el
alma estrechamente con Dios hasta hacerla una misma cosa con El”.

6 de Febrero de 1921
“Estas heridas Me las causa el desamor de los hombres que, como locos, corren a su perdición”.

8 de Febrero de 1921
“¡Cuántas almas se condenan! Pero un alma fiel repara y obtiene misericordia para muchas ingratas”.

9 de Febrero de 1921
“El amor que tengo a las almas es tan grande, que no puedo contener la llama de Mi ardiente caridad”.

12 de Febrero de 1921
Sor Josefa escribe: me hallaba ante el Sagrario en oración y empecé a pedir por mi madre y mis hermanas.  Me llegué a entristecer por ellas y pensaba lo que haría si estuviese a su lado... Confieso que en aquel Momento no contaba bastante con Dios. De pronto se presentó Jesús, con el Corazón abrasado lleno de majestad, y en tono de reprensión me dijo: -tú sola, ¿qué podrías hacer? Y señalándome Su Corazón:
-fija Aquí tu mirada. Y se fue.

20 de Febrero de 1921
Durante la Santa Misa, después de la Consagración, Jesús se presenta hermosísimo a Sor Josefa, y le dice:
“Dime, Josefa, ¿qué Me vas a ofrecer por las almas que te he confiado? Colócalo en la Llaga de Mi Corazón para que reciba un valor infinito”.

21 de Febrero de 1921
“Te quiero tan olvidada de ti misma y tan abandonada a Mi Voluntad que no te pasaré la más mínima imperfección sin avisarte. Debes tener siempre presente tu nada y Mi Misericordia. Sabré sacar tesoros de tu humildad: no lo olvides”.

24 de Febrero de 1921
“Mañana ofrecerás a Mi Padre todas tus acciones, unidas a la Sangre que derramé en Mi Pasión. Procurarás no perder un momento la presencia Divina, alegrándote, en cuanto te sea posible, de lo que hayas de sufrir. Piensa todo el día en las almas... en los pecadores... Tengo sed... sí, tengo sed de almas”.

24 de Febrero de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “El mundo no conoce la Misericordia de Mi Corazón. Quiero valerme de ti para darla a conocer... Te quiero Apóstol de Mi bondad y de Mi Misericordia”.

14 de Marzo de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Recuerda que tu nada es el imán que atrae Mis miradas”.

15 de Marzo de 1921
Acabando de comulgar y pidiendo una vez más perdón a Nuestro Señor, pasó, como un relámpago, por delante de Sor Josefa y le dijo: “El amor todo lo borra”.

17 de Marzo de 1921
“Aquel día te llamé y, desde entonces, no te he abandonado ni un momento. Te he cuidado con amor y no me he separado de ti. ¡Cuántas veces hubieras caído a no haberte sostenido Yo! Hoy te digo de nuevo: quiero que seas Mía... que Me correspondas... que Me seas fiel...”. “Yo haré todo el trabajo, tú nada tienes que hacer sino amar y abandonarte. No te importe tu nada, ni tu debilidad, ni aún tus caídas. Mi Sangre todo lo borra. Bástate a ti saber que te amo. Abandónate”.

22 de Marzo de 1921
“¿No sabes lo que está escrito en el Santo Evangelio? Pedid y recibiréis”.

23 de Marzo de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Hay almas cristianas y muy piadosas, detenidas por un afectillo, un apego, que les impide correr por el camino de la perfección. Si otra alma ofrece sus obras y sacrificios, uniéndolos a mis méritos infinitos, les alcanza que salgan del estado en que están y adelanten en la virtud”. “Otras almas viven en la indiferencia o en el pecado, ayudadas del mismo modo, recobran la gracia, y se salvan. Otras, y no tan pocas, viven obstinadas en el mal y ciegas en su error. Se condenarían, pero las súplicas de un alma fiel consiguen que la gracia toque, al fin, su corazón. Y si su flaqueza es tan grande que han de volver a caer en su vida de pecado, me las llevo a la eternidad, y así las salvo”.

26 de Marzo de 1921
Rogaba yo al Señor que me diese la fuerza de vencerme, pues no sé todavía humillarme como El quisiera”. Jesús dice a Sor Josefa: “No te apures, Josefa; si llenas un vaso de agua y echas en él una piedrecita, saldrá un poco de agua. Echas otras y sale un poco más. Pues así, a medida que Yo voy entrando en tu alma te vas desocupando de ti, pero esto se hará poco a poco”.

29 de Marzo de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Mi Corazón encuentra consuelo perdonando. No tengo más deseo que perdonar, ni mayor alegría que perdonar. Cuando, después de una caída, un alma vuelve a Mí, es tan grande el consuelo que me da, que casi resulta para ella un beneficio, porque la miro con particular amor”.

3 de Abril de 1921
Jesús dice a Sor Josefa acerca de Su Sagrado Corazón: “Toma este Corazón y ofrécelo... Con El, puedes
pagar todas tus deudas”.

6 de Abril de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Es tanto lo que Me agrada un alma cuando se abandona a Mí de verdad, que aunque esté llena de imperfecciones y miserias hago de ella un cielo donde me deleito en morar. Yo mismo te diré lo que Me impide trabajar en tu alma para realizar Mis designios”.

7 de Abril de 1921
Sor Josefa pide a Jesús que le enseñe a humillarse y abandonarse como El desea. Jesús responde: “Puedes humillarte de varias maneras: adorando la Voluntad Divina que, a pesar de tu indignidad, se quiere servir de ti para extender Su Misericordia. También, dando gracias de que, sin merecerlo, te he colocado en la sociedad de Mi Corazón. No te quejes nunca de esta gracia”.

13 de Mayo de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Mi Corazón nunca niega el perdón al alma que su humilla y, sobre todo, entiéndelo bien, Josefa, si lo pide con verdadera confianza. Yo haré un gran edificio sobra la nada, es decir, sobre tu humildad, tu abandono y tu amor”.

17 de Mayo de 1921
La Santísima Virgen dice a Sor Josefa: “¿Cómo no te he de amar, hija mía? Por todas las almas ha derramado mi Hijo Su Sangre. Todas son mis hijas. Pero cuando Jesús fija los ojos en un alma, yo pongo en ella el corazón".

18 de Mayo de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Si tú eres un abismo de miseria, Yo soy un abismo de bondad y Misericordia... Mi Corazón es tu refugio”.

25 de Mayo de 1921
La Santísima Virgen dice a Sor Josefa: “Hija mía, arroja todas tus miserias en el Corazón de Jesús, ama al Corazón de Jesús, descansa en el Corazón de Jesús, sé fiel al Corazón de Jesús”.

3 de Junio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Si me quieres consolar, has de trabajar para acercar a Mi Corazón un alma muy querida. Forma desde ahora la intención y ofrece todas tus obras. Besa el suelo para adorar Mi Sangre pisoteada y ultrajada por esta alma a quien tanto amo”.

3 de Junio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Recuerda Mis palabras y ten fe. El único deseo de Mi Corazón es aprisionarte y anegarte (sumergirte) en Mi amor, hacer de tu pequeñez y flaqueza un canal de misericordia para muchas almas que, por tu medio, se salvarán. Más tarde te descubriré los secretos amorosos de Mi Corazón y eso te servirá para hacer mucho bien a un gran número de almas. Deseo que escribas y guardes cuanto Yo te diga. Todo se leerá cuando estés en el Cielo. Quiero servirme de ti, no por tus méritos, sino para que se
vea cómo Mi poder se sirve de instrumentos débiles y miserables”.

13 de Junio de 1921
La Santísima Virgen dice a Sor Josefa: “Líbrate de estas tres cosas que es por donde el enemigo de las almas te quiere hacer caer:
-No te dejes llevar de los escrúpulos que te presenta, para que dejes la comunión.
-Cuando mi Hijo te pide un acto de humildad o cualquier otra cosa, hazlo con mucho amor, diciendo
muchas veces: `Jesús mío, veis lo que me cuesta, pero antes que yo sois Vos´.
-Si el enemigo te sugiere que la confianza con la Madre Superiora te resta del cariño que debes a
Jesús, no le hagas caso”.

14 de Junio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Cuando tomes alimento, haz cuenta que a Mí me das ese refrigerio; y así, en todo aquello en que puedas encontrar alguna satisfacción”.

14 de Junio de 1921
Sor Josefa vio a Jesús en la Capilla con Sus Manos y Pies lastimados. Tres veces dijo el Señor a Sor
Josefa: “Ofrece por esta alma la Víctima Divina al Eterno Padre… Ofrece la Sangre de Mi Corazón”.
Jesús dice a Sor Josefa: “Durante la noche puedes descansar en Mi Corazón. El recogerá los latidos del tuyo como otros tantos deseos de amarme y consolarme...”. “Humíllate hasta el polvo, pero a la humildad añade la confianza y el amor. Hazlo todo por amor, mirando siempre lo que por amor He sufrido por las
almas”. “Hazlo todo con mucha sumisión, viendo en todo Mi voluntad”. “No te separes un momento de Mi lado”. Jesús dice a Sor Josefa: “Deja obrar a Mi amor, que no quiere otra cosa que rodearte y consumirte. El amor te despojará de ti misma... No te dejará pensar más que en Mi gloria y en las almas”.

14 de Junio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: "Durante la oración, colócate a Mi lado en Getsemaní y participa de Mi angustia, ofreciéndote al Padre como víctima, dispuesta a sufrir todas las penas de que eres capaz”.

14 de Junio de1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Durante la Misa, presenta a Mi Eterno Padre esta alma que quiero salvar, para que El derrame sobre ella la Sangre de la Víctima que se está inmolando. Cuando comulgues, puedes ofrecer todo el valor que tienes a tu disposición, para satisfacer su deuda”.

14 de Junio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Cuando despiertes, entra en seguida en Mi Corazón y ofrece a Mi Eterno Padre todas las acciones de este nuevo día, unidas a las palpitaciones de Mi Corazón. Une tus movimientos a los Míos, es decir, como si ya no fueses tú misma, sino Yo el que obrase en ti”.

20 de Junio de 1921
Mientras Sor Josefa ofrecía a Jesús el alimento que ella tomaba, Jesús le dice: “Sí… Dame de comer, que tengo hambre… Dame de beber, que tengo sed… Ya sabes tú de qué tengo hambre y sed… Es de almas, de esas almas que tanto quiero. ¡Dame de beber!” La Santísima Virgen María dijo a Sor Josefa: “Este dolor que sientes es una centella del Corazón de mi Hijo. Cuando lo sientes muy fuerte, cuida de ofrecerlo con mucho amor, porque eso quiere decir que un alma hiere a Jesús en aquel momento. No tengas miedo de sufrir: es un tesoro para ti y para las almas”.

23 de Junio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “En la Hora Santa presentarás a Mi Eterno Padre el alma de este pecador. Recuérdale la agonía que por ella padecí en Getsemaní. Ofrécele Mi Corazón y une tus sufrimientos a los Míos… Estos sufrimientos no son nada en comparación del gozo que me dará esta alma, cuando, arrepentida, se acerque a Mi Corazón”.

30 de Junio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa mostrándole Sus Llagas: “Mira Mis Llagas, adóralas… Bésalas. No son las almas, no, que Me han puesto en este estado… es el Amor. Es el amor de predilección que tengo a Mis almas… y el amor compasivo que siento por los pecadores. ¡Si ellos lo supieran!... La mayor recompensa que puedo dar a un alma es hacerla víctima de Mi amor y de Mi misericordia, porque la hago semejante a Mí que soy Víctima Divina por los pecadores”.

1 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Une sin cesar tus actos a los Míos y sigue ofreciendo a Mi Padre la Víctima Divina… Su Sangre”.

1 de Julio de 1921
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa:
“Adora la Sangre Divina de Jesús, hija, y pide con gran fervor que se derrame sobre esta alma para que la ablande, la perdone y la purifique”.

3 de Julio de 1921
Sor Josefa describe la visión que ha tenido del Corazón de Jesús rodeado de espinas, con puntas
agudísimas que se Le clavaban dentro y cómo de cada una brotaba Sangre. Jesús dice entonces acerca de las almas que Le ocasionan todo este sufrimiento: “todo esto y mucho más ha sufrido Mi Corazón. Pero también encuentro almas que se unen a Él (Mi Corazón) y Me consuelan por las que de Mí se apartan”.

8 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Mira Mi Corazón, es todo Amor y ternura… Pero hay almas que no lo conocen”.

8 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa refiriéndose a dos almas que El le confía: “Mira cómo traspasan mi Corazón… Cómo desgarran Mis Manos”.

9 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Josefa, esta alma Me ha dado ya lo que Me negaba. Pero la otra está muy cerca de su perdición, si no quiere reconocer su nada. Ofrécete a fin de alcanzar perdón para ella. Cuando un alma comete grandes pecados, pero después se humilla, saca ganancia. Mas la soberbia es lo que más enoja a Mi Padre… La detesta con odio infinito. Busco almas que se humillen y reparen su soberbia… Ofrécete sin cesar para reparar la soberbia de esta alma. No me rehúses nada. Yo soy tu fortaleza”.

12 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “La soberbia la ciega (a esta alma)… Olvida que Soy su Dios y ella sin Mí es nada. ¿Qué importa subir aquí en la tierra? Póstrate ante Mi Padre Celestial y ofrece la humildad de Mi Corazón. No olvides que sin Mí el alma es un abismo de miseria. Yo levantaré a los humildes. No Me importan sus miserias ni sus caídas… Quiero humildad y amor”.

22 de Julio de 1921
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Has de sufrir por las almas, has de ser tentada, porque el demonio quiere, a todo trance, quebrantar tu fidelidad. Pero ten valor”.

22 de Julio de 1921
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Hija de mi Corazón, vengo a sostenerte porque soy tu Madre. No, no es inútil lo que estás sufriendo… Por este acto (tuyo) de humildad (y por tu) miedo de una tentación tan fuerte, expías el orgullo de esta (otra) pobre alma; la tentación que sufres y vences, disminuye la de aquella”.

25 de Julio de1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Yo jamás falto a Mi Palabra”.

26 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “He escogido nueve almas para esa empresa (de atraer a Su Corazón una Comunidad que se ha alejado). Ahora estoy contigo; luego te dejaré para ir con otra (de estas almas). Así, es siempre una esposa Mía la que Me da consuelo. Es verdad que muchas Me martirizan y son ingratas, pero también hay muchas en las que puedo descansar y que son Mi delicia”. Jesús dice a Sor Josefa acerca ella y ocho almas que deben atraer a Su Corazón una Comunidad que se ha alejado: “Quiero, no sólo que acerquéis estas almas a Mí, sino que expiéis por ellas, a fin de que no queden en deuda alguna delante de Mi Padre”. Jesús dice a Sor Josefa que vuelva a sus quehaceres habituales, y luego: “Trabaja en Mi compañía”.

26 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Has de atraer a Mi Corazón una Comunidad que se ha alejado… Es una Comunidad tibia y relajada… Quiero que Mis esposas vuelvan aquí” –y mostraba Su Corazón--. “Haz todo lo que te indiqué para aquel pecador. Ofrece la Sangre Divina: Nada hay de tan alto precio”.

27 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Nada hay de tanto valor como sufrir en unión con Mi Corazón”.

27 de julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Vengo a descansar en ti… Olvídate de ti misma y consuélame; quiero que Me ames de tal modo y con tal ardor que no te acuerdes de ti para nada y Yo solo ocupe tus pensamientos y deseos. No temas sufrir. Bastante poderoso Soy para cuidar de ti”. “Besa Mis Manos y Mis Pies y repite Conmigo: `Padre Mío, ¿no es de bastante valor la Sangre de Vuestro Hijo…? ¿Qué más queréis? Su Corazón… Sus Llagas… Su Sangre… todo El se ofrece a Vos por la salvación de estas almas”
La Santísima Virgen dice a Sor Josefa: “Hasta mañana quiero que pongas todo tu interés en salvar una hija a quien amo singularmente. Es un alma que Jesús eligió para El… Le dio una vocación religiosa pero la ha perdido por su infidelidad. Mañana ha de morir y lo que más me apena es que se ha quitado mi  escapulario… ¡Qué alegría tendrá mi Corazón de Madre si esta hija no se condena!”

29 de Julio de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Repite Conmigo: `Padre Eterno, mirad estas almas bañadas con la Sangre de Vuestro Hijo, víctima que se ofrece sin cesar; esa Sangre que purifica, consume y abrasa. ¿No tendrá eficacia bastante para ablandar estas almas?´… Sí, quiero que vuelvan a Mí, que se abrasen en ardor amoroso, como Yo Me consumo por ellas en doloroso Amor” Jesús dice a Sor Josefa, con tristeza:
“¡Si conocieran las almas Mi deseo ardiente de comunicarme a ellas por amor! Pero, ¡qué pocas lo
entienden y cómo hieren Mi Corazón!... Yo Soy la única felicidad de las almas. ¿Por qué se apartan de
Mí?”

30 de Julio de 1921
Sor Josefa pide por un alma que necesita fuerza. Jesús responde: “Si no la encuentra en Mi Corazón, ¿dónde la encontrará? El amor da la fuerza, pero el alma ha de olvidarse de sí misma".

30 Julio, 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Cuando un alma consagrada tiene la desgracia de caer, Yo la levanto; no tiene ella que hacer más que humillarse y amar. Nada me importa su miseria, si su único deseo es darme gloria y consuelo. A pesar de su pequeñez, alcanza muchas gracias para otras almas… Yo me deleito en la humildad, y ¡a cuántas almas consagradas aleja de Mí el orgullo! Quiero que tu celo y tus sacrificios atraigan a Mi Corazón muchas almas, las Mías en especial. Que el deseo de verme amado te consuma y que tu amor sea Mi consuelo”. “Cuando un alma desea ser fiel, Yo la sostengo en su debilidad y sus mismas caídas mueven a obrar con mayor eficacia Mi bondad y Mi misericordia. Pero es preciso que el alma se humille y se esfuerce, no para hallar su propia satisfacción sino para darme gloria".

3 de Agosto de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “El pecador que tanto me hacía sufrir ya está en Mi Corazón… Quiero que se convierta pronto. ¿Quieres sufrir por él? Ofrécelo todo por esta intención”. El 14 de Agosto Jesús le dice a Sor Josefa: “Sobre aquel pecador He alcanzado completa victoria. Ahora Me consolará. Yo le amaré y él Me amará… Y tú ¿Me amas? Tengo sobre ti designios de amor. No Me niegues nada”.

5 de agosto de 1921: “No encontrarás felicidad
fuera de Mi Corazón”. Jesús dice a Sor Josefa: “Deseo ardientemente que Me amen… Si las almas
supieras qué exceso de amor siento hacia ellas, no podrían resistir. Por eso corro tras ellas y no perdono medio para atraerlas a Mí”. “Yo Soy todo Amor y Mi mayor deseo es ser amado, ¿por qué soy tan mal correspondido?”.

5 de Agosto de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Todos los días, después de comulgar, repite con todo el fervor que puedas estas palabras: `Corazón de mi Jesús: que el mundo entero se abrase en Vuestro amor”.

5 de Agosto de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Quiero que te consumas en Mi Amor. Ya te he dado a entender que no encontrarás felicidad fuera de Mi Corazón. Quiero que Me ames, pues tengo sed de amor; que ardas en deseos de verme amado, y que tu corazón no se alimente más que de este deseo”.

26 de agosto de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Es tanto Mi amor hacia las almas, que Me consume el deseo de su salvación. ¡Cuántas se pierden y cuántas esperan sacrificios para salir del estado en que se encuentran! Pero aún tengo muchas que son del todo Mías… Una sola de ellas obtiene perdón para muchas frías e ingratas”.
“Consuélame, ¡hay tanta frialdad en las almas! ¡Cuántas se precipitan, ciegas, en el abismo…! Si no encontrara almas que Me consuelan y muevan Mi misericordia, no podría detener Mi justicia”. “Permanece hoy más unida a Mi Corazón a fin de reparar por muchas almas”.

1 de Septiembre de 1921
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Mira hija mía, cuanto más te pida Jesús, más debes alegrarte… El que contempla un cuadro muy bien pintado, no es el pincel lo que admira, sino la mano
del pintor. Así tú, Josefa, aun cuando realizaras grandes cosas, no debes atribuirte nada a ti misma,
pues es Jesús quien obra en ti, y quien se sirve de ti. Da gracias sin cesar a Dios, que tan bueno ha sido contigo. Sé muy fiel, así en lo grande como en lo pequeño. No mires si te cuesta. Obedece a Jesús, obedece a las Madres [del convento], sé muy humilde y deja lo demás. Jesús se encarga de tu pequeñez, y tú sabes que yo soy tu Madre”.

8 de Septiembre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “No te ocupes más que de amarme: el amor te dará fortaleza”.

13 de Septiembre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Hay ahora un alma que me hace sufrir mucho y vengo a consolarme en ti… ¡Pobre alma! ¡Cómo se pone al borde del abismo!” La noche del 25 de septiembre Jesús le anuncia a Sor Josefa:
“Aquella alma ya la hemos ganado”.

25 de Septiembre 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “No te aflijas por tu miseria, Mi Corazón es el trono de la misericordia, donde los más miserables son mejor recibidos, con tal que ellos quieran perderse en este abismo de amor. Porque eres pequeña y miserable, he fijado en ti Mis ojos. Yo soy tu fortaleza… Ahora vamos a conquistar otras almas, pero antes, descansa un poco en Mi Corazón”.

3 de Octubre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Quiero enseñarte a conocer los gustos más delicados de Mi Corazón… Quiero estés siempre muy atenta para no desperdiciar ocasión alguna de humillarte y siempre que puedas elegir entre sacrificarte o no, prefieras el sacrificio”.

3 de Octubre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “No te vayas a descansar con una falta en tu alma: mira que te lo encargo mucho. Si cometes una falta, repárala enseguida… deseo que tu alma brille como el cristal. Si vuelves a caer, no te turbes, porque la turbación y la inquietud apartan al alma de Dios”.

3 de Octubre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “¡Si las almas religiosas supieran cuánto las amo y cómo me hieren su frialdad y tibieza! No acaban de conocer a dónde va a parar el no hacer caso de faltas ligeras. Empiezan por una pequeñez y terminan en la relajación. Hoy se conceden un gusto, mañana dejan pasar una inspiración de la
gracia y, poco a poco, sin darse cuenta, se van enfriando".

3 de Octubre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Te quiero muy pequeña, muy humilde y siempre sonriente; sí, quiero que vivas alegre, aún siendo para ti misma un verdugo. Escoge lo que más te cueste, pero con gozo. Sírveme en paz y alegría: así honrarás Mi Corazón”.

3 de Octubre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Te quiero santa, muy santa, y no lo serás por otro camino si no es el de la obediencia y la humildad. Te enseñaré todo esto poquito a poco. Dos cosas te encargo especialmente para que las tengas siempre ante tus ojos y las grabes en tu corazón: Primero, que si he fijado en ti Mi mirada es para que brille más Mi poder, levantando un gran edificio sobre la nada. Y segundo, que si te quiero por la derecha y tú quieres ir por la izquierda, tu perdición es segura”.

21 de Octubre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Vengo porque Me has llamado”. Josefa le pregunta qué ha de hacer para reparar y
Jesús le contesta: “¿Qué has de hacer? Amar… amar… amar…”.

22 de Noviembre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “He hecho contigo una alianza de amor y misericordia. El amor no se cansa. La misericordia no se agota”.

20 de Octubre de 1921
La Santísima Virgen María, llena de ternura, dice a Sor Josefa sumergida en una dura lucha de varios
días de tribulación: “No temas sufrir. ¡Cuántas almas se han acercado al Corazón de Jesús en estos
días de tentaciones!”.

22 de Noviembre de 1921
Jesús, señalando Su Corazón encendido, se empezó a abrir la Herida y le dijo a Sor Josefa: “Mira cómo Mi Corazón se consume de amor por las almas. Así quiero que tú también te abrases en deseos de su salvación. Entra en este Corazón, y unida a El, repara… Sí, tenemos que reparar. Yo soy la Gran Víctima; tú una víctima pequeñita, que uniéndote a Mí, puedes ser del agrado del Padre”.

26 de Noviembre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Te he dejado descansar un poquito, Josefa; ahora déjame que descanse en ti. Deseo darte Mi cruz unos momentos, ¿la quieres? ¡Hay tantas almas que Me abandonan y tantas que se pierden! Y lo más triste es que a muchas las he colmado de dones y he fijado en ellas los ojos; en cambio, Me corresponden unas con frialdad y muchas con ingratitud. ¡Qué pocas son, qué pocas, las que me
devuelven amor por amor!”

28 de Noviembre de 1921
Cuando Jesús le pide a Sor Josefa que reparen juntos, ella le confiesa ser poca cosa. Jesús le responde: “No mires tu poquedad, Josefa, mira la omnipotencia de Mi Corazón que te sostiene. Soy tu Fortaleza y el reparador de tu miseria. Yo te daré fuerza para sufrir todo lo que deseo que sufras”.

28 de Noviembre de 1921
Jesús dice a Sor Josefa: “Déjame descansar en ti… Repara las ofensas con las que las almas afligen Mi Corazón. ¡Cuántas de Mis escogidas no son lo que debieran ser!”

14 de Febrero de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Si tú tienes hambre de recibirme, Yo también tengo hambre de que Me reciban mis almas. ¡Es tanto el consuelo que encuentro entrando en su corazón!”

18 de Febrero de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Quiero que tu alimento sea: amor y humildad, y no olvides que has de vivir abandonada a Mi Voluntad y siempre alegre, porque Mi Corazón cuida de ti con inmensa ternura”. Sor Josefa se lamenta de no saber vencerse y que está llena de miedo, porque no corresponde a Su bondad, y Jesús le contesta: “No temas, échate en Mi Corazón, déjate guiar y esto basta”.

19 de Febrero de 1922
Jesús dice a Sor Josefa después de la Elevación en la Misa, mostrándole Sus Llagas resplandecientes de
luz: “Aquí traigo a Mis almas para que se purifiquen y se abrasen. Aquí encuentran la verdadera paz y Yo
espero encontrar en ellas el verdadero consuelo”. Sor Josefa le pregunta que cómo podemos consolarle, estando tan llenos de miserias y debilidades. Jesús respondió, señalando Su Corazón: “No Me importa, con tal que vengan a Mí llenas de amor y confianza. Yo puedo suplir todo lo que les falta”.

23 de Febrero de 1922
En la cercanía de los días de Carnaval, en que el desenfreno de las pasiones multiplica, como en ninguna época del año, las ofensas a Dios, Jesús dice a Sor Josefa: “Quisiera estar un poquito contigo… Ama, Josefa; el amor consuela, el amor se humilla, el amor lo hace todo. En estos días en que tanto se Me ofende, quiero que seas Mi Cireneo: Me ayudarás a llevar la cruz. Es la cruz del amor… La cruz del amor a las almas. Tú Me consolarás y los dos sufriremos por ellas”. Al día siguiente, la Santísima Virgen confirma esta petición de su Divino Hijo: “Sí, hija mía, si eres dócil y generosa, serás el consuelo de Su Corazón y del mío;  Jesús será glorificado en tu miseria…”. Posando la Virgen su mano en la cabeza de Sor Josefa, añade: “Mira cómo ofenden y ultrajan a Jesús los mundanos. No desperdicies la menor ocasión de reparar y ofrecerlo todo por las almas. Sufre con gran amor”.

25 de Febrero de 1922
Se acercan los días de Carnaval. Sor Josefa encuentra a Jesús en el oratorio cargando con la Cruz. El Señor le dice: “Consuélame, Josefa, porque las almas Me crucifican de nuevo. Mi Corazón es un abismo de dolor. Los pecadores Me pisotean y Me desprecian. Nada hay para ellos menos digno del amor que Su Creador”.
Por la noche, pasadas las diez, Jesús vuelve con una Cruz muy pesada, la corona de espinas y ensangrentada Su Divina Faz. Jesús dice a Sor Josefa: “Mira cómo estoy. ¡Cuántos pecados se cometen! ¡Cuántas almas se pierden…! Vengo a buscar alivio en estas almas (del Convento) que no viven más que para consolarme”. Jesús se queda unos instantes en silencio, con las Manos juntas. Está muy triste, pero muy  hermoso. Sus Ojos hablan más que Sus Labios. Después agrega: “Muchas almas corren a su perdición y Mi Sangre es inútil para ellas. Pero las almas que aman se inmolan y se consumen como víctimas de reparación, atraen la misericordia de Dios. Esto es lo que salva al mundo” (es la cooperación de las almas al Sacrificio de Jesús). Nota del traductor: “El Señor se mostraba a Sor Josefa como revestido actualmente del dolor de los pecados de hoy. Sabemos que Su Santa Humanidad Gloriosa ya no puede sufrir. Pero actuaba delante de ella, como lo hizo con Santa Margarita María, los sufrimientos que Le causaban en Su Pasión los
pecados y las ofensas de ahora. Josefa discernía muy bien los consuelos que su participación en los dolores de Jesucristo habían proporcionado a Su Corazón, ya que en la obra de Su Pasión todo le estaba presente”.

26 de Febrero de 1922
Sor Josefa pregunta a Jesús cómo puede ella reparar la ingratitud de los pecadores puesto que El conoce su pequeñez, y Jesús le responde: “Entra en Mi Corazón. Aquí hallarás fortaleza para sufrir. No pienses en tu pequeñez. Poder tiene Mi Corazón para sostenerte. Es tuyo; ofrécelo al Padre Celestial… No vivas más que esta vida que es vida de amor, de sufrimiento y de reparación”.

26 de Febrero de 1922
A causa de los días de Carnaval, Jesús dice a Sor Josefa: “Vengo a refugiarme aquí, porque lo que son las
murallas para una ciudad, eso son las almas fieles para Mi Corazón. Me defienden y Me consuelan. El mundo corre a su perdición. Busco almas que reparen tantas ofensas, pues Mi Corazón se consume en deseos de perdonar. Sí… perdonar a Mis amados hijos por los cuales derramé toda Mi Sangre… ¡Pobre almas! ¡Cuántas se pierden! ¡Cómo se precipitan en el infierno…! Pero no temas; si no te apartas de Mí, serás fuerte con Mi misma fortaleza y Mi poder será tu poder”.

26 de Febrero de 1922
Jesús se presenta a Sor Josefa durante la Misa, mostrando Su Corazón, hermosísimo; muy encendido, parecía el sol. El Señor le dice: “Este Corazón es el que da vida a las almas. El fuego de Su amor es más fuerte que la indiferencia y la ingratitud de los hombres. Este Corazón es el que da impulso a las almas escogidas, para consumirse y morir, si es preciso, para probarme Su amor… Los pecadores Me llenan de amargura. ¿No querrás reparar su ingratitud, tú que eres víctima de Mi amor?”

27 de Febrero de 1922
Jesús ora junto a Sor Josefa. Ella lo ve con Sus Manos juntas, Sus Ojos levantados al Cielo y Su silencio; todo en El habla de Su Divina y constante ofrenda al Padre Celestial. El Señor dice luego a Sor Josefa:
“Di a las Madres (del Convento) que esta casa es para Mí un jardín de delicias. Aquí vengo a buscar
consuelo cuando los pecadores Me hacen sufrir. Diles que soy el Dueño de esta casa y que es un
refugio amado donde descansa Mi Corazón… No busco ni deseo grandes cosas. Lo que pido, lo que
Me consuela, es el amor que mueve a obrar. Sí, es el amor, sólo amor… y ese amor Me lo dan Mis
almas”.

27 de Febrero de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Un grupito de almas fieles alcanza misericordia para un gran número de
pecadores. Mi Corazón no puede permanecer insensible a tantas súplicas… Buscaba quién Me
consolara y lo encontré”.

27 de Febrero de 1922
A causa de los días de Carnaval, Jesús dice a Sor Josefa: “¡Cómo Me ofenden las almas!, pero lo que más Me duele es que ellas mismas se precipitan ciegamente a su perdición. Ya puedes comprender cuánto sufro al ver cómo se pierden tantas almas que Me han costado la vida. Este es Mi dolor: que Mi Sangre sea inútil para ellas. Vamos los dos a reparar y desagraviar a Mi Padre Celestial”.

1 de Marzo de 1922
Jesús, con Su Divina Faz ensangrentada, continúa diciendo a Sor Josefa el Miércoles de Ceniza: “Pide perdón por los pecados del mundo. ¡Cuántos pecadores!... ¡Cuántas almas perdidas! Y almas que Me conocen, que Me amaron un día, pero hoy prefieren el goce y el placer. ¿Por qué así Me maltratan? ¿No les he dado pruebas bastantes de Mi amor? Y ellas correspondieron, pero ahora Me ponen debajo de sus pies… se burlan de Mí… Mis designios sobre ellas se frustran… ¿Dónde hallaré consuelo?”

1 de Marzo de 1922
Jesús se presenta a Sor Josefa el Miércoles de Ceniza, con Su Divina Faz ensangrentada y le dice: “No hay una sola criatura en la tierra tan despreciada y ultrajada como Yo. ¡Pobres pecadores! Les he dado la vida y ellos buscan darme la muerte. Estas almas que tan caro Me costaron no sólo Me olvidan, sino que llegan a
convertirme en objeto de burla y desprecio. Tú, Josefa, ven, acércate a Mí… descansa en este Corazón y participa de Su amargura… Consuélame… Amame… Mira que son muchas las almas que Me llenan de dolor; repara por las que deberían hacerlo y no lo hacen”.

1 de Marzo de 1922
El Miércoles de Ceniza, ante la expresión de dolor de Jesús en cuanto a que El es muy poco amado e incluso despreciado, Sor Josefa le contesta que en esa casa (el Convento) y en todas partes hay muchas almas que Lo aman. El Señor responde: “Sí; pero quisiera aquellas (las que Le aman poco y
Le desprecian)… ¡Las amo demasiado para dejarlas!” Sor Josefa se ofrece por ellas de nuevo, con la intención de hacerlo hasta que ellas se arrepintieran, y Jesús le dijo, varias veces: “Recoge la Sangre que derramé en Mi Pasión. Pide perdón por el mundo entero, por estas almas que conociéndome Me ofenden… Y ofrécete para expiar tantos pecados”.

1 de Marzo de 1922
Jesús se presenta a Sor Josefa el Miércoles de Ceniza, con Su Divina Faz ensangrentada y le dice: “No hay una sola criatura en la tierra tan despreciada y ultrajada como Yo. ¡Pobres pecadores! Les he dado la vida y ellos buscan darme la muerte. Estas almas que tan caro Me costaron no sólo Me olvidan, sino que llegan a
convertirme en objeto de burla y desprecio. Tú, Josefa, ven, acércate a Mí… descansa en este Corazón y participa de Su amargura… Consuélame… Amame… Mira que son muchas las almas que Me
llenan de dolor; repara por las que deberían hacerlo y no lo hacen... Pide perdón por los pecados del
mundo. ¡Cuántos pecadores!... ¡Cuántas almas perdidas! Y almas que Me conocen, que Me amaron
un día, pero hoy prefieren el goce y el placer. ¿Por qué así Me maltratan? ¿No les he dado pruebas
bastantes de Mi amor? Y ellas correspondieron, pero ahora Me ponen debajo de sus pies… se burlan de
Mí… Mis designios sobre ellas se frustran… ¿Dónde hallaré consuelo?”

2 de Marzo de 1922
Jesús, ante la necesidad de encontrar almas generosas que expíen los pecados de las almas que no Le aman y Lo desprecian, dice a Sor Josefa: “Ve a pedir permiso enseguida (a las Madres). Necesito almas que Me consuelen y reparen, y si aquí no las encuentro, ¿dónde iré?” Jesús regresa la noche del 3 de marzo y le dice a Sor Josefa: “Déjame al menos descansar en ti, Josefa, ya que son tantas las almas que Me apenan. ¡Estas almas que tanto amo…! ¡Cuántas se pierden!... Si supieras cuánto Me ofenden no rehusarías Mi Cruz. ¿Sabes cuál es Mi Cruz? El darme libertad para llamarte cuando Te necesite, sin mirar el sitio, ni la hora, ni
la ocupación. Bástate saber que pido consuelo. Si Yo estoy contigo, ¿qué importa que el mundo entero
esté contra ti?”

3 de Marzo de 1922
Sor Josefa escribe, para su gran humillación, que le suplicó a Jesús que no la llevara por el camino que El la ha estado llevando. Y Jesús, mirándola con mucha tristeza le dijo: “No te puedo abandonar porque te amo demasiado; pero sí así lo quieres, hágase tu voluntad… La herida de Mi Corazón nadie sino tú la podrá cerrar”. Jesús le quitó la corona de espinas que le había dado anteriormente y la Cruz, con las cuales Sor
Josefa compartía el sufrimiento del Señor, y luego se fue. Sor Josefa escribe en los siguientes días el terrible
tormento que sufre a causa de su resistencia al Señor, el saber que había herido a Jesús y el temor que si El ya no volvía, su vida sería un martirio. Pero Jesús no la abandona sino que se valdrá de esta decisión de Sor Josefa para hacerla pasar a la etapa más misteriosa de su vida, incrementando su humildad, su fe y su  abandono, que ella jamás hubiera podido alcanzar por sus propias fuerzas. Esta nueva etapa será, además, de incomparable beneficio para todas las personas que lean sus escritos.

6 de Marzo de 1922
Tres días después que Sor Josefa expresara a Jesús el deseo de no seguir el camino que El deseaba para
ella, Sor Josefa oye aullidos infernales que le impresionan profundamente. Son voces de condenados que le echan en cara su falta de generosidad, entre gritos de desesperación y de rabia: “Estoy aquí para siempre donde ya nunca jamás podré amar… ¡qué corto ha sido el placer! Y en cambio ¡el castigo es eterno…! ¿Qué queda? ¡Odiarte con odio infernal…! ¡Y para siempre…!” Sor Josefa escribe aterrada: “¡Oh! ¡Saber la pérdida de un alma que jamás podré remediar! Saber que un alma maldecirá al Señor por toda la eternidad y ¡no poderlo remediar! Aunque sufriera yo todos los tormentos del mundo… ¡Dios mío! Esto me
destroza! Mil veces morir antes que ser responsable de la pérdida de un alma”.

14 de Marzo de 1922
Ante el sufrimiento de Sor Josefa por haber pedido a Jesús que no la llevara por el camino que El deseaba para ella, Santa Magdalena Sofía se le aparece, llevándole un mensaje de Jesús: “No olvides, hija mía, que nada sucede que no entre en los planes de Dios”. Sor Josefa desahoga su pena inmensa, creyendo que las consecuencias de su falta son graves e irreparables. Santa Magdalena Sofía le contesta: “Sí, hija mía, puedes reparar, si de esta caída sacas mucha humildad y una generosidad mayor”.

16 de Marzo de 1922
A las diez de la noche Sor Josefa empezó a sentir de nuevo el ruido tremendo de cadenas y gritos. Estaba llena de miedo. Ella escribe: “Sería algo más de las doce cuando de repente vi delante de mí al demonio que decía: `atadle los pies… atadle las manos´. Perdí conocimiento de dónde estaba y sentí que me ataban  fuertemente, que tiraban de mí, arrastrándome. Otras voces decían: `no son los pies los que hay que atarle… es el corazón´. Y el diablo contestó: `ese no es mío´. Me parece que me arrastraron por un camino muy largo. Empecé a oír muchos gritos, y en seguida me encontré en un pasillo muy estrecho. En la pared
hay como un nicho, de donde sale mucho humo pero sin llama, y muy mal olor. Yo no puedo decir lo
que se oye, toda clase de blasfemias y de palabras impuras y terribles. Unos maldicen su cuerpo… otros
maldicen a su padre o madre… otros se reprochan a ellos mismos el no haber aprovechado tal ocasión o
tal luz para abandonar el pecado. En fin, es una confusión tremenda de gritos de rabia y desesperación…”.

16 de Marzo de 1922
Sor Josefa continúa escribiendo acerca de sus descensos temporales al infierno y sus encuentros con el maligno: “…Pasé por un pasillo que no tenía fin, y luego, dándome un empujón, me hizo como doblarme y
encogerme, me metieron en uno de aquellos nichos, donde parecía que me apretaban con planchas encendidas y como que me pasaban agujas muy gordas en el cuerpo, que me abrasaban. En frente de mí y cerca, tenía almas que me maldecían y blasfemaban. Es lo que más me hizo sufrir… pero lo que no tiene comparación con ningún tormento es la angustia que siente el alma, viéndose apartada de Dios. Me pareció que pasé muchos años en este infierno, aunque sólo fueron seis o siete horas… Luego sentí que tiraban otra vez de mí y después de ponerme en un sitio muy oscuro, el demonio, dándome como una patada me dejó libre. No puedo decir lo que sintió mi alma cuando me di cuenta que estaba viva y que todavía podía amar a Dios…”.

19 de Marzo y 2 de Abril de 1922
Sor Josefa continúa escribiendo acerca de sus descensos temporales al infierno, los cuales le ayudarán a finalmente tomar la decisión de olvidarse por completo de sí misma y colaborar de lleno con Jesús y Su plan para salvar las almas. Sus narraciones son una valiosísima ayuda para aquellas almas que desean amar más a Jesús, así como a regresar al Señor aquellas que están en riesgo de condenarse. Sor Josefa escribe: “…El diablo estaba muy furioso porque quería que se perdieran tres almas… Gritaba con rabia: `¡Que no se escapen…! ¡que se van…! ¡Fuerte…! ¡fuerte!´ Esto así, sin cesar, con unos gritos de rabia que contestaban, de lejos, otros demonios. Durante varios días presencié estas luchas… Yo supliqué al Señor que hiciera de mí lo que quisiera con tal que estas almas no se perdiesen. Me fui también a la Virgen y ella me dio gran tranquilidad porque me dejó dispuesta a sufrirlo todo para salvarlas, y creo que no permitirá que el diablo salga victorioso…” “El demonio gritaba mucho: `…Estad atentas a todo lo que las pueda  perturbar…! ¡Que no se escapen…haced que se desesperen´. Era tremenda la confusión que había de gritos y de blasfemias. Luego oí que decía furioso: `¡No importa! Aún me quedan dos… Quitadles la confianza…´ Yo comprendí que se le había escapado una, que había pasado ya a la eternidad, porque gritaba: `Pronto… de prisa… que estas dos no se escapen… Tomadlas, que se desesperen… Pronto, que se nos van´. En seguida, con un rechinar de dientes y una rabia que no se puede decir, yo sentía esos gritos tremendos: `¡Todavía tengo una y no dejaré que se la lleve…!´ El infierno todo ya no fue más que un grito de desesperación, con un desorden muy grande y los diablos chillaban y se quejaban y blasfemaban
horriblemente. Yo conocí con esto que las almas se habían salvado. Mi corazón saltó de alegría, pero
me veía imposibilitada para hacer un acto de amar… Sor Josefa, aún en medio de su experiencia en el
infierno escribe: “no siento odio hacia Dios como estas otras almas, y cuando oigo que maldicen y
blasfeman, me causa mucha pena; no sé qué sufriría para evitar que Nuestro Señor sea injuriado
y ofendido… Siento mucho tormento. Es como si entrase por la garganta un río de fuego que pasa
por todo el cuerpo, y unido al dolor que he dicho antes. Como si me apretasen por detrás y por
delante con planchas encendidas… No sé decir lo que sufro… es tremendo tanto dolor… Parece que los
ojos salen de su sitio y como si tirasen para arrancarlos… Los nervios se ponen muy tirantes. El
cuerpo está como doblado, no se puede mover ni un dedo… El olor que hay tan malo, no se puede
respirar *, pero todo esto no es nada en comparación del alma, que conociendo la bondad de
Dios, se ve obligada a odiarle y, sobre todo, si Le ha conocido y amado, sufre mucho más…”
Josefa despedía este hedor intolerable siempre que volvía de una de sus visitas al infierno o cuando
la arrebatada y atormentaba el demonio: olor de azufre, de carnes podridas y quemadas que, según
fidedignos testigos, se percibía sensiblemente durante un cuarto de hora y a veces media hora; y
cuya desagradable impresión conservaba ella misma mucho tiempo más todavía.

2 de Abril de 1922
Una de las muchas almas que acuden a Sor Josefa pidiendo humildemente oraciones y sufragios, dice a
Sor Josefa:
“Estoy aquí por bondad de Dios, porque mi gran orgullo me tenía abierta las puertas del infierno.
Tenía muchas personas debajo de mis pies… y ahora me pondría yo debajo del último de los pobres… Ten compasión de mí… y haz actos de humildad para reparar mi orgullo. Así podrás sacarme de este abismo”.

“¡Si las almas supieran cómo se pagan aquí los gustos innecesarios concedidos a la naturaleza!...
Ya he terminado mi destierro. Ahora voy a la Eterna Patria”.
Otra alma le dice:
“¡Bendita sea la infinita bondad de Dios que quiere servirse de los sacrificios de otras almas para reparar nuestras infidelidades! ¡Cuánta más gloria podía tener ahora en el Cielo, si mi vida hubiera sido otra!”
Otra alma más dice a Sor Josefa:
“No saben cuán diferentes se ven las cosas de la tierra, cuando se ha pasado a la eternidad. Los cargos no son nada delante de Dios, tan sólo la pureza de intención con que se ejercen aun las más pequeñas acciones. ¡Qué poca cosa es la tierra y todo lo que ella encierra! Y a pesar de esto, ¡cuánto se la ama! ¡Ah, la vida, por larga que sea, es nada en comparación de la eternidad! No pueden figurarse los hombres lo que es un solo momento de purgatorio y cómo el alma se consume y se derrite  en deseos de ver a Dios Nuestro Señor”.

2 de Abril de 1922
Otra de las almas del Purgatorio que visitan a Sor Josefa, le dice: “He pasado siete años en pecado mortal y tres años enferma rehusando siempre confesarme. Tenía bien abierto el infierno, y hubiera caído en él, si con  tus sufrimientos de hoy, no me hubieses obtenido fuerza para confesarme y ponerme en gracia. Ahora
estoy en el Purgatorio y te ruego que pidas por mí, pues así como has podido salvarme, puedes sacarme pronto de esta cárcel tan triste”.
“Estoy en el Purgatorio por mi infidelidad… No he correspondido al llamamiento divino. Desde hacía doce años estaba resistiendo a mi vocación y  viviendo en peligro de condenarme, pues para quitarme el  remordimiento, me había entregado al pecado. Doy gracias a la bondad divina que ha querido, por tus sufrimientos, darme valor para ponerme en gracia. ¡Qué difícil era mi salvación! Ahora te pido tengas piedad de mí y me saques pronto de este lugar de penas”.  Otra alma más dice: “Ofrece por nosotras la Sangre de Nuestro Señor.¿Qué sería de nosotros si no hubiera almas para  aliviarnos?”

13 de Abril de 1922
El Jueves Santo Sor Josefa recibe la visita de San  Juan Evangelista. Era un joven alto, muy hermoso y su túnica de un color como heliotropo o rojo algo apagado. San Juan le dice a Sor Josefa: “Nada temas (de los constantes ataques del demonio), tu alma es una azucena que Jesús guarda en Su Corazón... Vengo a darte a conoceralgunos sentimientos del Corazón del Divino  Maestro en este gran día (Jueves Santo). El amor le
obliga a separarse de Sus discípulos; tenía que ser bautizado con bautismo de sangre. Pero el amor le obliga también a quedarse con ellos, y así el amor le llevó a instituir el Sacramento de la Eucaristía”. “¡Qué lucha sintió entonces Su Corazón! ¡Cómo descansaría entrando en las almas puras... pero  cómo se renovaría Su Pasión entrando en corazones manchados! ¡Cómo se alegraba Su alma cuando se acercaba el momento de ir al Padre… pero qué tristeza sintió viendo que era uno de los doce, por El escogido, el que le había de  entregar a la muerte, y que Su Sangre empezaba a ser inútil para aquella alma!” “Su Corazón se anegaba en amor y el amor le hacía sentir la más terrible amargura, viendo tan poca correspondencia de parte de estas almas tan amadas. Y ¿qué decir de lo que sintió al ver la ingratitud y frialdad de tantas almas escogidas…?”

16 de Abril de 1922
Sor Josefa le pide perdón a Jesús y le cuenta de todas sus flaquezas y miserias. Jesús, con amor indecible, le contesta: “No es más feliz el que nunca ha necesitado perdón, sino más bien el que ha tenido que humillarse
muchas veces”.

17 de Abril de 1922
El día del Evangelio de los Discípulos de Emaús, Sor Josefa le pide a Jesús que se quede con ella, que ya
es tarde. Y Jesús se presentó enseguida, muy hermoso, y le dijo: “Sí, me quedaré contigo… Yo seré la luz de tu alma. Se hace tarde, es verdad… Dime, Josefa, ¿qué harías sin Mí?”

21 de Abril de 1922
Sor Josefa habla con Jesús acerca de los ataques del demonio y Jesús le contesta:  “Josefa… me quiero  valer de ti como instrumento de Mi misericordia para con las almas. Pero si tú no te abandonas  completamente a Mi Voluntad, ¿qué quieres que haga? ¡Son tantas las almas que necesitan perdón! Por esto, Mi Corazón busca víctimas que le ayuden a reparar los ultrajes del mundo y, por su medio, derramar Mi misericordia. ¿Qué te importa todo lo demás si estoy contigo para sostenerte? Yo no te dejo. ¿Qué más puedes pedir…?”

22 de Abril de 1922
Jesús le dice a Sor Josefa: “Si te comunico estas cosas, es para que no retrocedas ante ningún sacrificio. No lo dudes: lo que más te hace sufrir es lo que más Me consuela. Y cuando menos te lo figuras, es cuando acercas más almas a Mi Corazón”. Sor Josefa le dice confiadamente cuán agotada y sin fuerzas está y Jesús le responde: “No necesito fuerzas, lo único que necesito es tu abandono. La verdadera fortaleza está en Mi
Corazón. Quédate en paz… No olvides que es la misericordia y el amor lo que obra en ti”.

24 de Abril de 1922
Sor Josefa habla con Jesús después de la Comunión acerca de los ataques del demonio. Jesús le dice:
“No te preocupes. Tenemos que librar a un alma de las manos del demonio y ésta es para ella la hora del peligro. Así la podremos salvar. ¡Son tantas las almas que corren riesgo de perderse! Pero hay otras que Me consuelan y muchas vuelven a Mi Corazón”. Sor Josefa le pregunta qué hacer por la conversión de un pecador que da mucho escándalo y Jesús le dice:  “Hay que poner Mi Corazón entre este pecador y Mi
Eterno Padre. Mi Corazón se apiadará de él y aplacará la ira divina. Adió, Josefa; consuélame con tu amor y con tu abandono”.

2 de Mayo de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “¿No sabes que el demonio puede atormentarte pero no puede dañarte? ¿Quién es más poderoso, él o Yo?”

11 de Mayo de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Yo deseo aprisionarte del todo en Mi Corazón, porque Mi amor hacia ti es sin medida. Y a pesar de todas tus faltas y todas tus miserias, quiero servirme de ti para dar a conocer a las almas Mi amor y Mi misericordia. ¡Son tantas las que desconocen la bondad de Mi Corazón! Y es mi único
deseo, que estas almas que tanto amo, se pierdan en el abismo sin fondo de Mi Corazón”.

11 de Mayo de 1922
Jesús, refiriéndose a Su Sagrado Corazón, dice a Sor Josefa: “Cuando te encuentres más apurada y más débil, ven aquí a buscar fortaleza”.

3 de Junio de 1922
Jesús dice a Sor Josefa acerca de ese día, el día de renovación de votos: “Hoy (DÍA DEL SAGRADO  CORAZÓN) es el día del Amor. Hoy, Mis almas Me roban el Corazón. Lo que Me da más gloria, lo que más Me consuela es que estas almas, a quienes tanto amo, vengan a pedir fuerza y remedio a Mi Corazón, que no desea más que enriquecerlas… Toma este Corazón y ofrécelo al Padre. Con El, puedes pagar todas tus deudas”.

16 de Julio de 1922
 La Virgen María dice a Sor Josefa: “Vive en paz, hija mía, no te reserves nada para ti, ni te preocupes más que del momento presente. Jesús te lleva y guía a tus Superiores. No te apartes de sus consejos. Sé fiel y sumisa a la voluntad de mi Hijo, en los momentos más difíciles”.

16 de Julio de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Desde toda la eternidad Yo he sido tuyo. Desde ahora para siempre, tú eres Mía. Tú trabajarás para Mí, Yo trabajaré para ti. Tus intereses son Míos, Mis intereses son tuyos”.

22 de Julio de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Josefa, Esposa Mía, déjame dilatarme en ti. Mi grandeza suplirá tu pequeñez. Desde ahora trabajaremos unidos. Yo viviré en ti, y tú vivirás para las almas… Déjate guiar… Mi corazón lo hará todo, Mi misericordia obraré en ti y Mi amor anonadará todo tu ser”.

27 de Julio de 1922
Sor Josefa está rezando a la Virgen, diciéndole cuánto ama a Jesús y cuánto desea ser totalmente Suya, pero que tuviera presente su pequeñez. En ese momento llega Jesús y colocándose cerca de Josefa, le dice:
“No tengas miedo; Soy tu Salvador… Soy tu Esposo… ¡qué poco conocen las almas esos dos nombres! Esta es la obra que quiero hacer en ti: el deseo más ardiente de Mi Corazón es que las almas se salven, y quiero que Mis esposas conozcan con qué facilidad pueden ganarse almas. Yo haré conocer por tu medio el tesoro que muchas veces dejan perder, porque no profundizan bastante estos dos nombres: Salvador y Esposo”.

30 de Julio de 1922
La Virgen María dice a Sor Josefa: “Hija mía, no te asustes de tus caídas. Todavía caerás más de una vez, pero siempre te levantará el Amor. Te sostiene un Esposo que es Dios y que te ama”.

5 de Agosto de 1922
Jesús le dice a Sor Josefa: “Son muchas las almas que Me afligen… y muchas se pierden… Pero las que más hieren Mi Corazón, son estas que tanto amo y que no se entregan del todo a Mí. Siempre se reservan algo. ¿No les doy Yo Mi Corazón entero?”  Josefa pide perdón al Señor por estas almas y por ella misma, que tanto se reserva a Jesús y le pidió  que tomara los actos y el amor de esas almas que desean consolarle. Jesús le contesta con gran  bondad: “Sí, eso busco; reparar las faltas de las unas con los actos de las otras”.

6 de Agosto de 1922
Sor Josefa expresa a Jesús su temor de fallarle en Su Obra. Jesús le dice con inmensa ternura: “¡Pequeña Mía!... Empieza Mi obra agarrada de la mano de Mi Madre. ¿No te da ánimo esto?” Sor Josefa se llena gozo en su corazón al oír estas palabras y Jesús le da solemnemente tres indicaciones que Josefa ha de observar como preparación a esa Obra: “Meditar profundamente sobre la nada de Mis instrumentos”.
“Confiar plenamente en la Misericordia de Mi Corazón, y prometer desde el fondo del alma, no resistir jamás a Mis peticiones, por duras y penosas que sean”. “Hacer una Hora Santa, el jueves, para consolar Mi Corazón de las resistencias de Mis almas escogidas. Y el viernes, un acto de reparación por las penas y  ofensas que de estas mismas almas recibo”.

6 de Agosto de 1922
Jesús dicta a Sor Josefa, una a una, las palabras que desea que ella escriba. En estos escritos el Señor nos revela algo maravilloso: “No temas; cuando tú escribas Yo te lo diré todo. Ninguna de Mis palabras se perderá. Nada de lo que Yo te diga se borrará jamás. Poco importa que seas tan miserable y pequeña. Yo haré todo. Yo daré a conocer que Mi Obra se funda sobre la nada y la miseria; este es el primer eslabón de la cadena de amor que preparo a las almas desde toda la eternidad. Me serviré de ti para enseñar que amo la miseria, la pequeñeza y la nada”. “Haré que las almas conozcan hasta qué punto las ama y perdona Mi Corazón y cómo sus mismas caídas pueden servirme de complacencia. Penetro el fondo de las almas, sus deseos de darme gusto, de consolarme y de glorificarme; y el acto de humildad que sus faltas les obliga a hacer, viéndose tan débiles, es precisamente lo que consuela y glorifica Mi Corazón”. “No importa que las almas sean débiles. Yo suplo lo que les falta. Les daré a conocer cómo su misma debilidad puede servirme para dar vida a muchas almas que la han perdido”. “Daré a conocer que la medida de Mi Misericordia
para con las almas caídas, no tiene límites… Deseo perdonar. Descanso perdonando… Siempre estoy esperándolas con amor… ¡Que no se desanimen!... ¡Que vengan!... ¡Que se echen sin temor en Mis brazos…! ¡Soy Su padre…!” “Muchas entre Mis Esposas no comprenden cuánto pueden hacer para atraer a Mi Corazón a otras almas que están sumidas en un abismo de ignorancia, y no saben cómo deseo que se acerquen a Mí para darles vida… La verdadera vida”. “Yo te enseñaré los secretos de amor y tú serás
ejemplo vivo de Mi Misericordia, pues si por ti, que eres miseria y nada, tengo tanta predilección y te amo tanto, ¿qué haré con otras almas mucho más generosas que tú?”

7 de Agosto de 1922
Sor Josefa le dice a Jesús cuánto teme no serle fiel. Jesús la mira con Sus ojos hermosísimos y con  indecible bondad le responde: “Nada temas; Yo te conduciré del modo más conveniente para Mi gloria y el provecho de las almas; tú abandónate al amor, déjate guiar por el amor, vive perdida en el amor”. Jesús añade en otro momento: “Deseo que tu pequeñez se deje conducir y guiar por Mi mano paternal, sabia e infinitamente fuerte… Nada temas, pues te guardo con esmero, como la más tierna de las madres cuida de su hijo pequeño”.

7 de Agosto de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Yo obraré en ti… Hablaré por ti… Me haré conocer por ti… ¡Cuántas almas  encontrarán la vida en Mis palabras! ¡Cuántas cobrarán ánimo al ver el fruto divino de su vida ordinaria! ¡Un actito de generosidad, de paciencia, de pobreza, puede ser un tesoro que gane para Mi Corazón gran número de almas!”

7 de Agosto de 1922
Mientras las hermanas rezan el Rosario en la sala del Noviciado, la Virgen se aparece a Josefa, vestida como el día de sus Votos, con la diadema en la cabeza y las manos cruzadas sobre el pecho. Josefa vio que se formaba como una corona de rositas blancas en torno a su corazón. La Virgen le dice a Josefa: “Estas flores se cambiarán en perlas de gran valor para la salvación de las almas”. Esto lo dijo refiriéndose al Rosario que rezaban las novicias, arrodilladas alrededor de su imagen. Y agregó: “Sí, las almas es lo que más ama Jesús. Yo también las amo porque son el precio de Su Sangre, y ¡se pierden tantas!... No resistas, hija mía, no rehúses nada; abandónate completamente a la obra de Su Corazón, que es la salvación de las almas… No temas, hija mía; la Voluntad de Jesús se cumplirá, Su obra se hará”.

7 de Agosto de 1922
Después de comulgar, Sor Josefa le pide a Jesús que le dé tanta confianza en Su Corazón como pena por sus faltas. Poco después el Señor le concede una visión simbólica muy significativa. Sor Josefa escribe:
“Serían las nueve y media, sin saber dónde estaba, tenía delante de mi vista un sitio oscuro, cubierto de niebla. Era como un patio o jardín no muy grande y se notaba un olor a humedad, muy malo; muchas hierbas y espinas, altas como varas de rosal pero sin hojas. Después vino un poco de claridad como de sol. Vi muy bien aquel desorden de espinas y yerbas que estaban como llenas de agua sucia y eso era lo que producía el mal olor. Después desapareció. No comprendía qué podía ser esto, y me fui a la capilla. De pronto, Jesús se  presenta a Sor Josefa, muy hermoso, y le dice: “Amada Mía, ¡Miseria de Mi Corazón…! Yo soy el sol que te da a conocer tu miseria. Cuanto más grande la veas, más debe aumentar hacia Mí tu ternura y amor; no temas. El fuego de Mi Corazón consume tus miserias. Tu corazón es una tierra viciada que no puede producir fruto bueno. Pero Yo soy el Jardinero que cultivará esa partecita de tierra. Enviaré un rayo de sol que la purifique, y Mi mano sembrará… Sigue siendo pequeñita, muy pequeña… Yo soy bastante grande, soy tu Dios, soy tu Esposo, tú eres la miseria de Mi Corazón”.

9 de Agosto de 1922
Jesús dice a Sor Josefa:
“Yo soy el que gobierna todas las cosas y nunca permitiré que te lleven por un camino errado. Ten confianza y no veas más que a Mí; Mi mano que te guía, Mi ternura que te ama con amor de Padre y de Esposo”.

19 de Agosto de 1922
Jesús se presenta ante Sor Josefa y le dice: “Todo lo que te pido que digas, aunque te parezca duro, es por el bien de las almas. ¡No sabes cuánto amo a las almas!” Jesús continúa luego, como expansionando Su
Corazón: “¡Cuánto amo esta casa! En ella he puesto Mis ojos. Aquí Mi Corazón encuentra miseria*, apta para hacer de ella instrumentos de Mi Amor. A este grupo de almas he entregado la parte más pesada
de Mi Cruz. Pero no están solas para llevarla; Yo estoy con ellas; Yo las ayudo. El amor se prueba con obras; he sufrido porque las amo y ellas sufren también por Mi amor.

24 de Agosto de 1922
Jesús continúa dictando a Sor Josefa: “Sí, deseo perdonar y quiero que Mis almas  escogidas den a conocer al mundo cómo espero, lleno de amor y de misericordia, a los pecadores”. Josefa le dice a Jesús que las almas ya lo saben y que ella teme estropear Sus planes. Jesús le contesta: “Yo sé que las almas lo saben, pero de cuando en cuando necesito hacer una nueva llamada de amor… Tú nada tienes que hacer; ámame y permanece abandonada a Mi voluntad. Te esconderé en Mi Corazón y nadie te descubrirá. Sólo después de tu muerte se leerán Mis palabras. Arrójate en Mi Corazón. Yo te sostengo con muchísimo amor. Te amo, ¿no lo sabes? ¿No te doy bastantes pruebas de amor?”

24 de Agosto de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Escribe cómo Mis almas darán a conocer Mi Corazón de Padre a los pecadores”.
Josefa escribe arrodillada delante de la mesa mientras Jesús va hablando: “Conozco el fondo de las almas; sus pasiones y el atractivo que sienten por el mundo, por el placer. Yo sabía desde la eternidad cuántas almas amargarían Mi Corazón y que para muchas, Mis sufrimientos y Mi Sangre serían inútiles… pero no es
el pecado lo que más hiere Mi Corazón… lo que más lo desgarra es que no vengan a refugiarse en El después que lo han cometido”.

31 de Agosto de 1922
Jesús continúa dictando a Sor Josefa: “Quiero que escribas. Quiero hablarte de las almas…  ¡las amo tanto!... Quiero que encuentren siempre en Mis palabras, remedio a todas sus enfermedades”.

3 de Septiembre de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “No me importan las miserias de las almas, lo que quiero es amor… No me  importan las flaquezas, lo que quiero es confianza. Estas son las almas que atraen al mundo la misericordia y la paz. Sin ellas (las almas elegidas) no podría detener la ira divina; ¡son tantos los pecados!” Josefa escribe con mucha compasión que cuando Jesús dijo estas palabras, poco a poco se fueron formando llagas en Su Corazón… todo El era una llaga. Josefa procura consolarle y el Señor  mirándola con mucha tristeza le dijo:
“Sí, son muchos los pecados que se cometen… y muchas las almas que se pierden. Pero lo que más destroza Mi Corazón son las ofensas de Mis almas escogidas…” Jesús, refiriéndose a un alma de ellas, dice a Josefa: “¡Pobre alma! ¡Pobre alma!... No sabe a qué tormento se está preparando ella misma para toda
la eternidad…”. Josefa intercede por esta alma y Jesús le dice: “Mientras encuentre víctimas que reparen, Mi
justicia se detendrá”.

3 de Septiembre de 1922
Sor Josefa anota las palabras que Jesús exclama, refiriéndose a un alma elegida que es encuentra obstinada en el pecado: “Alma a quien amo, ¿por qué Me desprecias?... ¿No basta que Me ofendan los mundanos? Pero tú que Me estás consagrada, ¿por qué Me tratas así?... ¡Qué dolor para Mi Corazón recibir tantos ultrajes de un alma, que Yo he escogido con tanto amor!”

4 de Septiembre de 1922
Sor Josefa narra las penas espantosas que padecen en el infierno los religiosos infieles: “No puedo explicar lo que es este sufrimiento, pues si el tormento de un seglar es terrible, es nada comparado con el de un religioso. Los demonios le gritan: `Tú hiciste ese voto (de pobreza, castidad y obediencia) libremente y con pleno conocimiento… Tú misma te obligaste… Tú lo quisiste´. El alma recuerda sin cesar que había escogido a Dios por Esposo y que Le amaba sobre todas las cosas… Siente necesidad de odiarle con una sed que la consume… No hay recuerdo que pueda darle el más ligero consuelo… Otro de los tormentos que padece es la vergüenza. Parece que le gritan todos: `que nos hayamos perdido nosotros, que no tuvimos los medios que tú, es más comprensible; pero a ti, ¿qué te faltaba?... Tú vivías en el palacio del Rey…
Tú te sentabas en la mesa de los escogidos´. En fin, todo esto que escribo, no es sino una sombra al lado de lo que el alma sufre y padece, pues no hay palabras que puedan explicar semejante tormento”.

6 de Septiembre de 1922
Acerca del alma elegida de Jesús que se encuentra obstinada en el pecado, Sor Josefa escribe que durante la Misa el Señor se le aparece con un aspecto de bondad y tristeza que la deja sobrecogida. La herida del Corazón se ve muy grande. Jesús le dice, como un pobre que pide limosna: “No te pido más que tu corazón para esconderme en él, para librarme de la amargura que Me causa esta alma, haciéndome entrar en el suyo… que Mis almas escogidas sean las que así Me tratan, eso es lo que más Me aflige”. Después que Josefa comulga, Jesús le dice: “Hija Mía, a quien amo como a la niña de Mis ojos, escóndeme en tu  corazón… Consuélame… ámame… glorifícame con Mi propio Corazón… Repara con Él y satisface con Él a la Justicia divina… Preséntalo a Mi Padre como víctima de amor por las almas… pero de un modo especial por estas almas que Me están consagradas… Vive Conmigo… Yo viviré contigo… Escóndete en Mí. Yo Me esconderé en ti… Los dos nos consolaremos mutuamente, porque tus penas serán Mías y Mis penas serán tuyas”.

8 de Septiembre de 1922
Sor Josefa escribe que esa noche Jesús se acerca a ella como un “pobre hambriento” *, para expresar
el aspecto triste y suplicante que el Señor tenía. Jesús le dice: “Quítame la sed que tengo de que Me amen las almas, pero sobre todo Mis almas escogidas… No sabe esta alma (la del sacerdote alejado de El)
cuánto la amo… Por eso su ingratitud Me pone en este estado”.  Josefa le ofrece a Jesús sus fatigas y  sufrimientos y los de las hermanas religiosas, así como el buen deseo de consolarle y agradarle para que El lo purifique y transforme de forma que el sacerdote tenga más valor para retornar a El. Jesús le dice: “Yo no miro la acción, miro la intención. El acto más pequeño hecho con amor, ¡adquiere tanto mérito y puede darme tanto consuelo!... No busco más que amor… No pido más que amor…”. El sábado 9 la Virgen dice a Josefa: “Hija mía, sufre con ánimo y valor. Gracias al sufrimiento, esta alma no cae en otro pecado más
grave”.

* nota del traductor: “El Señor se mostraba a Sor Josefa como revestido actualmente del dolor de los  pecados de hoy. Sabemos que Su Santa Humanidad Gloriosa ya no puede sufrir. Pero actuaba delante de ella, como lo hizo con Santa Margarita María, los sufrimientos que Le causaban en Su Pasión los pecados y las ofensas de ahora. Josefa discernía muy bien los consuelos que su participación en los dolores de  Jesucristo habían proporcionado a Su Corazón, ya que en la obra de Su Pasión todo le estaba presente”.

25 de Septiembre de 1922
Después de una larga noche de fatigosa expiación por parte de Sor Josefa, Jesús aparece de repente. Su Corazón no tenía herida ninguna y estaba resplandeciente de hermosura y claridad. Jesús le dice: “¡Mira! Esta alma (la del Sacerdote alejado) ya ha venido a Mí. Herido al fin por la gracia, se ha ablandado su corazón. Amame y nada rehúses para conseguir que otras almas Me amen. Sí, ya ha venido a arrojarse en Mis brazos y se ha confesado… Sufre todavía conmigo para alcanzarle la fuerza de perseverar hasta el fin”.
Algunos días más tarde Jesús le dice: “Esta alma Me busca y Yo la espero lleno de amor para colmarla de las más dulces caricias”. El 20 de septiembre Jesús confirma a Josefa el regreso definitivo de la oveja perdida, logrado a tanta costa: “Ya está en Mi Corazón; ahora no le queda más que el mérito de su dolor, al recordar su caída”.

26 de Septiembre de 1922
Al amanecer, Jesús se aparece a Sor Josefa. El está hermosísimo, con el Corazón inflamado. Ella renueva sus votos, como siempre, y Jesús le dice: “Dime una vez más que Me amas. Yo también voy a decirte un secreto de Mi Corazón. Josefa… ¡ayúdame en esta obra de amor!...”. Jesús agrega: “¡Mira! Unas almas sufren par dar fuerza a otras y evitar que caigan en el mal. Si estas dos almas de ayer hubieran caído en pecado, se habrían perdido para siempre. ¡Lo que por ellas has hecho les ha dado fuerza para resistir!”
Sor Josefa se muestra sorprendida de que cosillas tan pequeñas puedan tener tanta eficacia. Jesús continúa:
“Sí, Mi Corazón da valor divino a esas cosas tan pequeñas. Lo que Yo quiero es amor. Amor busco, amo a las almas y deseo ser correspondido. Por eso Mi Corazón está herido, porque encuentro frialdad en vez de amor. Dame amor y dame almas. Une bien tus acciones a Mi Corazón. Permanece Conmigo, que Yo estoy siempre contigo. Yo soy todo Amor y no deseo más que amor. ¡Ah! Si las almas supieran cómo las espero, lleno de misericordia! Soy el Amor de los amores y sólo puedo descansar perdonando…”.

26 de Septiembre de 1922
Apenas Jesús había recuperado el alma del sacerdote se presenta de nuevo con Josefa para pedirle que colabore con El para recuperar dos almas más. Jesús le dice: “Tenemos que salvar dos almas en gran peligro. Ponte en estado de víctima”. Jesús le explica lo que estas palabras significan: “déjame hacer de ti lo que quiera”. Enseguida Josefa comenzó a sentir muchísima angustia en el alma y un sufrimiento muy grande y
no sabía qué hacer para que estas almas se salven. Al anochecer, Jesús aparece en su celda y, con las manos juntas y mirando al Cielo, dijo con voz muy clara y llena de majestad: “¡Padre Eterno! ¡Padre misericordioso! ¡Recibid la Sangre de Vuestro Hijo! ¡Tomad Sus llagas, recibid Su Corazón, por estas almas!... Padre Eterno, recibid la Sangre de Vuestro Hijo, tomas Sus llagas, tomad Su Corazón, mirad Su cabeza traspasada de espinas. No permitáis que una vez más esta Sangre sea inútil. Mirad la sed que tengo de daros almas… Padre Mío, no permitáis que estas almas se pierdan… Salvadlas para que os glorifiquen
eternamente”.

6 de Octubre de 1922
Sor Josefa, hallándose en un momento de tribulación intensa, escribe lo cansada de sufrir que está. De repente ve delante de ella como un sol; tanto brillaba que casi no podía mirar. Y oye la voz de Jesús que dice: “La Santidad Divina es ofendida y la Justicia pide satisfacción. No es inútil (dice el Señor refiriéndose
al pensamiento de Josefa que cree que es inútil el sufrimiento que ella sufre las veces que es llevada al infierno). Todas las veces que te hago experimentar las penas del infierno, expías el pecado y se aplaca la ira divina. ¿Qué sería del mundo si no hubiera quien reparase tantas ofensas?... ¡Hacen falta víctimas!... * ¡Hacen falta víctimas!...” Sor Josefa le pregunta que cómo puede ella reparar si está tan llena de miseria y de faltas. Jesús le dice: “No importa. Este sol de amor te purifica, para que tus sufrimientos sirvan de reparación por los pecados del mundo”.

17 de Octubre de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “No puedes comprender hasta qué punto te amo… Mi Sangre te purifica y te abrasa. En ella  encontrarás fuerza y valor”.

20 de Octubre de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “¡Josefa! Participa del fuego que devora Mi Corazón: tengo sed de que las almas se salven… ¡Que las almas vengan a Mí!... ¡Que las almas no tengan miedo de Mí!... ¡Qué las almas tengan confianza en Mí!” Su Corazón se dilata y se inflama como si no pudiera contener Su ardor y agrega: “Yo soy todo amor; no puedo tratar con severidad a las almas que tanto amo. Y aunque es verdad que las amo a todas, tengo entre todas “Mis preferidas”. Las he escogido para consolarme con ellas y para colmarlas de Mis más dulces caricias… No Me importan sus miserias… y quiero que sepan que, después que han caído en alguna flaqueza, si humildemente se arrojan en Mi Corazón, las perdono y las amo con más ternura que antes”.

20 de Octubre de 1922
Sor Josefa le dice a Jesús que ella nota cuánto la ama El porque en cuanto Le pide perdón, El en seguida, le da nuevas pruebas de Su amor y le  demuestra que la ha perdonado. Jesús le dice: “¿No sabes que cuanto más miserables son las almas, más las amo? Tú me has robado el Corazón, a causa de tu pequeñez y de tu miseria”. Josefa le pregunta por qué lleva Su Cruz ese día y Jesús le dice: “Llevo la Cruz porque hay muchas almas escogidas que en cositas pequeñas Me resisten; y estas resistencias forman esta Cruz. ¿Sabes cuál es la causa de estas resistencias?... La falta de amor… Sí; falta de amor a Mi Corazón… Exceso de amor a sí
mismas... Cuando el alma tiene generosidad bastante para darme gusto en todo lo que le pido, recoge un gran tesoro para sí y para las almas, y aparta a muchas del camino de la perdición”.

20 de Octubre de 1922
Sor Josefa le ruega a Jesús que conceda a las almas escogidas ese amor del cual El le habla, para que crezcan sin medida en confianza y generosidad. Jesús le responde: “Deseo que Me amen… Ofrece tu vida, aunque sea imperfecta, para que todas las almas escogidas entiendan qué misión tan hermosa pueden realizar con sus obras ordinarias, con su trabajo cotidiano. Que no olviden que las he preferido a tantas otras, no por su perfección, sino por su miseria. Yo soy todo amor y el fuego que Me abrasa consume todas
sus miserias”. Josefa le expresa su temor ante la responsabilidad de tantas gracias extraordinarias y Jesús le dice: “¡No tengas miedo de nada! Te he escogido a ti que eres tan miserable, para que vean una vez más que no busco la grandeza ni la santidad… ¡Busco amor!... Yo haré todo lo demás. Te diré más secretos de amor, Josefa, pero el deseo que me consume es siempre el mismo: que las almas conozcan más y más Mi Corazón”.

21 de Octubre de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Porque eres pequeñita has podido entrar tan dentro en Mi Corazón”.

23 de Octubre de 1922
Jesús dice a Sor Josefa: “Hay almas muy amadas de Mi Corazón que Me ofenden… No son bastante fieles; precisamente las que más quiero son las que más Me hacen sufrir”. Josefa le dice que quiere ayudarle, pero que no sabe cómo convertir ese deseo en obras. Jesús le responde: “Josefa, tan unida te tengo a Mi  Corazón, que el mismo amor que Me consume por el bien de las almas, te consume también a ti. El corazón
descansa comunicándose; por eso, vengo a descansar en ti, siempre que un alma Me causa pena. Y es Mío tu deseo de hacerle algún bien, porque soy Yo quien te lo comunica… Es verdad que son muchas las almas que Me ofenden, pero encuentro también en otras muchas, consuelo y amor… Cuando dos personas se aman, la menor falta de delicadeza lastima el corazón. Por eso quiero que las que aspiran a ser Mis esposas lo comprendan bien, para que más tarde no rehúsen nada al amor”.

28 de Noviembre de 1922
;Sor Josefa continúa escribiendo, palabra a palabra, el hermoso mensaje que Jesús le dicta: “El amor Me hizo escoger la soledad, el silencio… Pasar desconocido y someterme voluntariamente a las órdenes de Mi Padre adoptivo y de Mi Madre. ;El amor Me llevó a abrazarme con todas las miserias de la naturaleza humana. ;El amor Me hizo sufrir los desprecios más grandes y los más crueles tormentos, derramar toda
Mi Sangre y llegar a morir en una cruz para salvar al hombre.;Porque el amor sabía que, más tarde, habría muchas almas que Me seguirían, y pondrían sus delicias en conformar su vida con la Mía.;Y el amor miraba más lejos aún: sabía que muchísimas almas en peligro se verían ayudadas con los actos y sacrificios de otras, y recobrarían la vida…

30 de Noviembre de 1922
La trascendencia del mensaje que en esta ocasión Jesús dicta a Sor Josefa es un obsequio especial para las almas, un tesoro incalculable para aquellas que decidan vivir de acuerdo a lo que el Señor propone.
“Escribe para Mis almas”, dice Jesús a Sor Josefa. “El alma que sabe hacer de su vida una continua unión con la Mía, Me glorifica mucho y trabaja útilmente en bien de las almas. Está, por ejemplo, ejecutando una acción que en sí misma no vale mucho, pero si la empapa en Mi Sangre o la une a aquella acción hecha por Mí durante Mi Vida mortal, el fruto que logra para las almas es tan grande o mayor quizá que si hubiera predicado al universo  entero”.

30 de Noviembre de 1922
Sor Josefa continúa escribiendo cada una de las Palabras que Jesús le dicta con tanto amor: “¡Cuánto deseo que las almas comprendan esto: que no es la acción la que tiene en sí valor, sino la intención y el grado de unión con que se hace! Barriendo y trabajando en el taller de Nazaret, di tanta gloria a Mi Eterno Padre como cuando prediqué durante Mi vida pública”.

 30 de Noviembre de 1922
Jesús continúa dictando a Sor Josefa: “Hay muchas almas que a los ojos del mundo tienen un cargo elevado, y en él, dan grande gloria a Mi Corazón, es cierto; pero tengo otras muchas que, escondidas y en humildes trabajos, son obreras muy útiles a Mi viña porque es el amor que las mueve y saben envolver en oro sobrenatural las acciones más pequeñas, empapándolas en Mi Sangre”.

30 de Noviembre de 1922
Jesús continúa dictando a Sor Josefa Su maravilloso mensaje. Sor Josefa anota, una a una, cada Palabra del Señor. Para dar la debida continuidad al mensaje, retomaremos las Palabras desde el principio del 30 de noviembre de 1922: “El alma que sabe hacer de su vida una continua unión con la Mía, Me glorifica mucho y trabaja útilmente en bien de las almas. Está, por ejemplo, ejecutando una acción que en sí misma no vale
mucho, pero si la empapa en Mi Sangre o la une a aquella acción hecha por Mí durante Mi Vida mortal,
el fruto que logra para las almas es tan grande o mayor quizá que si hubiera predicado al universo entero. Y esto, sea que estudie o que hable, que escriba, ore, barra, cosa o descanse; con tal que la acción reúna dos condiciones: primero, que esté ordenadapor la obediencia y el deber, no por el capricho; segundo, que se haga en íntima unión Conmigo, cubriéndola con Mi Sangre y con pureza de intención.

30 de Noviembre de 1922
Jesús, finalizando Su mensaje, calla. Josefa deja la pluma y queda un instante inmóvil, adorando al Corazón de Cristo, que con tanta condescendencia se le abre. Y Jesús le dice: “Adiós, vuelve a tu trabajo. Ama y sufre. Déjate cuidar por el mejor de los padres. Abandónate al amor del más tierno de los esposos”.
Un Dios, Salvador de los hombres por la Cruz, ha de acabar siempre con una lección de sacrificio: éste es
el don de los dones, Su más escogido favor.
*2 de Diciembre 1922 Apareciendo, Jesús dice a Sor Josefa: “Escribe para las almas… Mi Corazón es todo amor y el amor es para todos. Pero ¿cómo haré Yo comprender a Mis almas escogidas la predilección que siente Mi Corazón por ellas? Por eso Me sirvo de ellas para salvar a los pecadores y a otras pobres almas, que viven en los peligros del mundo”. El Señor agrega: “Por eso también quiero que entiendan el
deseo que Me consume de su perfección, y cómo esta perfección consiste en hacer en íntima unión Conmigo las acciones comunes y ordinarias. Si Mis almas lo comprendieran bien, pueden divinizar sus obras y su vida y ¡cuánto vale un día de vida divina!” “Cuando un alma arde en deseos de amor, nada hay difícil para ella; mas cuando se encuentra fría y desalentada, todo se le hace arduo y penoso… Que venga entonces a cobrar fuerzas en Mi Corazón… que Me ofrezca su abatimiento, que lo una al ardor que Me
consume y que tenga la seguridad de que un día así empleado, será de incomparable precio para las almas. ¡Mi Corazón conoce todas las miserias humanas y tiene gran compasión de ellas!”
“No deseo tan sólo que las almas se unan a Mí de una manera general; quiero que esta unión sea constante, íntima, como es la unión de los que se aman y viven juntos; que aun cuando no siempre están hablando, se miran y se guardan mutuas delicadezas y atenciones de amor”. “Si el alma está en paz y en consuelo, le es
fácil pensar en Mí, pero si está en desolación y angustia, que no tema. ¡Me basta su mirada!... La entiendo, y con sólo esta mirada alcanzará que Mi Corazón la colme de las más tiernas delicadezas”.
“Yo iré diciendo a las almas cómo las ama Mi Corazón: quiero que Me conozcan bien y así Me hagan conocer a aquellas que Mi amor les confíe. Deseo con gran ardor que todas las almas escogidas fijen en Mí los ojos para no apartarlos ya más, que no haya entre ellas medianías, cuyo origen la mayor parte de las
veces es una falsa comprensión de Mi amor. No, amar a Mi Corazón no es difícil ni duro; es fácil y suave. Para llegar a un alto grado de amor no hay que hacer cosas extraordinarias; pureza de intención en la acción más pequeña como en la más grande; unión íntima con mi Corazón; ¡y el amor hará lo demás…!”
Después de dictar Jesús a Sor Josefa Su hermosísimo mensaje, el Señor le dice: “Vuelve a tu trabajo y nada temas; Yo soy el Jardinero que cultivará esta florecilla, para que no perezca. Amame en paz y alegría”.
Por la noche Jesús se le vuelve a mostrar para tranquilizarla, porque el demonio, engañándola, intenta sembrar en ella la desconfianza y la inquietud. Jesús le dice: “Recuerda lo que dije a Mis discípulos:
`porque no sois del mundo, el mundo os aborrece´. Y ahora os digo a vosotras: porque no sois del diablo, el diablo os persigue; pero Mi Corazón os guarda y estos sufrimientos Me glorifican…”
Y, dejándole Su Cruz, agrega refiriéndose a un alma consagrada que flaquea en el amor: “Ama y sufre; es por un alma”.

5 de Diciembre de 1922 Jesús dice a Sor Josefa: “Escribe… escribe para Mis almas: Mi Corazón no es
solamente un abismo de amor, es también un abismo de misericordia, y conociendo todas las miserias del corazón humano, de las que no están exentas Mis almas escogidas, he querido que sus acciones, por pequeñas que sean en sí, puedan por Mí alcanzar un valor infinito, en provecho de los pecadores y de las almas que necesitan ayuda”.

10 de Diciembre de 1922
Jesús continúa dictando Su mensaje a Sor Josefa: “Hay otras almas que son pocas generosas para realizar con constancia los esfuerzos y sacrificios cotidianos. Pasan su vida haciendo promesas, sin llegar nunca a cumplirlas. Aquí hay que distinguir: si esas almas se acostumbran a prometer, pero no se imponen la menor violencia ni hacen nada que pruebe su abnegación ni su amor, les diré esta palabra: ¡cuidado, no prenda el fuego en toda esa paja que habéis amontonado en los graneros, o que el viento no se la lleve en un instante!...”. Con estas palabras Jesús distingue claramente entre las faltas veniales habitualmente cometidas o no combatidas, y las que son sólo faltas de fragilidad pero no reparadas; de estas últimas el Señor
explica: “Hay otras, y a ellas Me refiero, que al empezar el día, llenas de buena voluntad y con gran deseo de mostrarme su amor, Me prometen abnegación y generosidad en esta o aquella circunstancia; y
cuando llega la ocasión, su carácter, su salud, el  amor propio, les impide realizar lo que con tanta sinceridad prometieron horas antes; sin embargo, reconocen su falta, se humillan, piden perdón, vuelven a prometer. ¡Ah! Que estas almas sepan que Me han agradado tanto como si nunca Me hubiesen ofendido”.

14 de Diciembre de 1922
Jesús le dice a Josefa: “¿Ves cómo soy Padre y esposo fiel? No tengas miedo ni siquiera cuando parece que la borrasca va a descargar sobre ti… Déjate a Mi cuidado, y no dudes nunca de Mi amor. No importa que los  vientos te sacudan; he fijado la raíz de tu pequeñez en la tierra de Mi Corazón”.

14 de Diciembre de 1922
Jesús prosigue con grave acento: “Di a la Madre que todas las circunstancias van dispuestas o permitidas por Mi amorosa Providencia para la realización de Mi Obra; que por la Sociedad de Mi Corazón se salvarán muchas almas. Que Mis palabras reanimarán el fervor de muchas almas consagradas. Y que otras, que ahora no saben apreciar el valor de las cosas pequeñas, hechas con verdadero amor, hallarán en Mis enseñanzas un raudal de consuelos y de gracias”.

16 de Diciembre de 1922
Jesús le pregunta a Sor Josefa:
“Josefa, ¿comprendes el amor que tengo a las almas?”  Sor Josefa le responde: “creo que sí, Señor, pues siempre estáis pensando en ellas”. Jesús agrega, refiriéndose a la Congregación a la que Josefa pertenece:
“Por eso amo a Mi Sociedad (del Sagrado Corazón) y Mi Corazón descansa en ella… Porque ha comprendido el precio de las almas y la importancia de glorificar Mi Corazón. Adiós, Josefa; consuélame y repara”.

22 de Diciembre de 1922
Sor Josefa le dice a Jesús que lleva cinco días llamándole y El no llegaba, ante lo cual el Señor le responde:
“¡Cinco días llamándome, Josefa! Y Yo, ¡cuántos días, cuántos meses, cuántos años paso llamando a las almas y no Me responden! ¡Antes, al contrario, se alejan de Mí! Cuando tú Me llamas, Yo no Me alejo; estoy cerca, muy cerca de ti. Consuélame llamándome y deseándome. Con esta hambre apagarás Mi sed”.
Estas palabras del Señor pueden dar ánimo a aquellas almas que Le llaman aparentemente en vano. Aunque Jesús parezca tardar, las almas deben recordar durante su espera, acerca del valor de reparación que ellas pueden hacer por aquellas que no buscan al Señor. La sed que un alma siente por Jesús apaga la sed del Señor por las almas que no Lo necesitan, no Lo buscan, no Le escuchan.

27 de Diciembre de 1922
El Apóstol San Juan continúa su maravilloso mensaje a Sor Josefa: “Alma escogida, predilecta del Maestro: fija en Su Corazón tu morada. Deja que Sus llamas te abrasen; deja que Su dulzura celestial te purifique y
te embriague. Que tu alma no se pose en la tierra sino para tomar el preciso sustento, como la mariposa sobre la flor. Para quien ama a Cristo con toda el alma, el mundo debe ser un pasadizo oscuro y sombrío, que atraviesa deprisa y sin detenerse”. San Juan guarda un momento de silencio. Cruzadas las manos sobre el pecho, estaba hermosísimo.  Parecía un ángel. Sor Josefa le pregunta si el Corazón de Jesús se complace en las almas religiosas, ya que ama tanto la virginidad. San Juan, mirando al cielo y como si su rostro se iluminare, le responde: “Las almas vírgenes son moradas de amor donde descansa el Cordero Inmaculado. Pero entre ellas, las hay que son la admiración de los cielos; en ellas  fija Su mirada purísima el Celestial Esposo y deposita el suavísimo néctar que destila Su Corazón”. Y extendiendo su brazo derecho como para
bendecirla, añade: “Déjate poseer y consumir por El. Vive tan sólo para procurarle gloria y amor. Que Su paz te guarde”.

21 de Enero de 1923
Sor Josefa se reconoce miserable ante Jesús, mas luego la Santísima Virgen María, con tierna compasión, la tranquiliza con palabras de esperanza, no sólo para Sor Josefa sino para todas las almas: “…Esa misma miseria es la que atrae la misericordia de Jesús; en Su Corazón te ha escondido para que nada pueda dañarte. Abísmate en tu pequeñez y en tu nada, pero cree en Su amor y confía que nunca te abandonará. No tengas más ambición que la de darle muchas almas, mucha gloria y mucho amor”. Sor Josefa le pide su bendición y María traza en su frente la señal de la cruz mientras le dice: “Sí, te bendigo de todo corazón”.

11 de Febrero de 1923
Sor Josefa continúa escribiendo las Palabras que Jesús va dictándole: “No puedes figurarte cuánto descanso en ti”. Sor Josefa le pregunta extrañada cómo puede ser, ya que ella considera que no hace nada que valga la pena. A lo que el Señor le contesta: “No te asombres; a pesar de tantas ofensas como recibo de los pecadores, Mi Corazón encuentra consuelo, porque son muchas las almas que Me aman. Sí, es verdad; la pérdida de tantas almas Me llena de tristeza, mas no disminuye por ello Mi gloria. Entiéndelo bien; un alma que Me ama puede reparar las ofensas de muchos pecadores y aliviar la amargura de Mi Corazón”.

22 de Febrero de 1923
Jesús continúa diciendo a Josefa acerca de Su Pasión: “¡Qué congoja sentí en aquel momento, sabiendo que en el infortunado Judas estaban representadas tantas almas, que reunidas a Mis pies y lavadas muchas veces con Mi Sangre, habían de perderse...! “¡Sí, en aquel momento quise enseñar a los pecadores que, no porque estén en pecado deben alejarse de Mí, pensando que ya no tienen remedio y que nunca serán amados como antes de pecar. No, ¡pobres almas! No son estos los sentimientos de un Dios que ha derramado toda Su Sangre por vosotras… “¡Venid a Mí todos! Y no temáis, porque os amo; lavaré vuestros pecados en el agua de Mi misericordia y nada será capaz de arrancar de Mi Corazón el amor que Os tengo…”.

22 de Febrero de 1923
Jesús empieza Su narración a Josefa acerca de Su Pasión: “Ahora, Josefa, voy a empezar a descubrirte los
sentimientos que embargaban Mi Corazón cuando lavé los pies de Mis Apóstoles. “Fíjate bien que reuní a los doce. No quise excluir a ninguno. Allí se encontraban Juan, el discípulo amado, y Judas el que, dentro de
poco, había de entregarme a Mis enemigos. “Te diré por qué quise reunirlos a todos y por qué empecé por lavarles los pies. “Los reuní a todos, porque era el momento en que Mi Iglesia iba a presentarse en el mundo y pronto no habría más que un solo Pastor para todas las ovejas. “Quería también enseñar a las almas que aun cuando estén cargadas de los pecados más atroces, no las excluyo de las gracias, ni las separo de Mis
almas más amadas; es decir, que a unas y a otras, las reúno en Mi Corazón y Les doy las gracias que necesitan”.

25 de Febrero de 1923
Sor Josefa ha ido anotando en cuadernos las Palabras de Jesús. Ella le comenta al Señor su temor ante las amenazas del enemigo de hacerlos desaparecer. Jesús le dice: “Sí, su astucia diabólica maquina mil proyectos para que Mis Palabras desaparezcan. Pero no lo conseguirá, y hasta el fin de los siglos, Mis Palabras serán fuente de vida para muchas almas”. Jesús añade en otro momento: “¿No sabes cuál es Mi Obra? Pues… ¡es de amor!... Quiero servirme de ti para dar a conocer más todavía la misericordia y el amor de Mi Corazón… Las palabras y deseos que te doy a conocer por tu medio excitarán el celo de muchas almas e impedirán la pérdida de un gran número, y comprenderán cada vez más que la misericordia y el amor de Mi Corazón son inagotables”. Jesús dice a Sor Josefa en otra ocasión: “De cuando en cuando necesito hacer una nueva llamada de amor… Sí, es verdad que no necesito de ti, pero déjame, Esposa de Mi Corazón, que por ti Me manifieste una vez más a las almas”.

25 de Febrero de 1923
Josefa ha pasado la noche expiando por las almas que se han dejado seducir por el maligno y alcanzando para ellas la luz que ha de llevarlas a la verdad. Durante la noche el enemigo la ataca, como tantas otras veces. El domingo por la mañana Jesús aparece en la celda de Josefa y, lleno de bondad, le pregunta:
“¿Qué temes? Tienes muchas imperfecciones, pero no los pecados que el diablo falsamente te acusa”. Sor Josefa renueva sus votos y continúa escribiendo las Palabras del Señor: “Hoy te diré una de las razones que Me indujeron a lavar los pies a Mis Apóstoles antes de la Cena. “Fue primeramente para mostrar a las almas cuánto deseo que estén limpias y blancas cuando Me reciben en el Sacramento de Mi amor (la
Eucaristía). “Fue también para representar el Sacramento de la Penitencia en el que las almas que han tenido la  desdicha de caer en el pecado pueden lavarse y recobrar su perdida blancura”.

2 de Marzo de 1923
Jesús sigue adelante revelando los sorprendentes secretos de la Eucaristía, los cuales Josefa transcribe sin perder una sola Palabra del Señor: “Y vosotras, almas queridas, ¿por qué estáis frías e indiferentes a Mi amor? Sé que tenéis que atender a las necesidades de vuestra familia, de vuestra casa, y que el mundo os
solicita sin cesar; pero ¿no tendréis un momento para venir a darme una prueba de amor y de  agradecimiento? No os dejéis llevar de tantas preocupaciones inútiles y reservad un momento para venir a visitar al Prisionero del Amor”.

2 de Marzo de 1923
Josefa continúa transcribiendo los maravillosos secretos de la Eucaristía que Jesús le dicta: “Si vuestro cuerpo está débil y enfermo, ¿no procuráis hallar un momento para ir a buscar al médico que debe sanaros? Venid al que puede haceros recobrar las fuerzas y la salud del alma… Dad una limosna de amor a este mendigo divino que os espera, os llama y os desea. “Todo esto sentía Mi Corazón, en el momento de la
Cena, Josefa; pero aún no te he dicho lo que sentía al pensar en Mis almas escogidas… En mis esposas… Mis sacerdotes… te lo diré otro día. Adiós, no olvides que Mi Corazón te ama. Y tú, ¿Me amas?"

11 De Marzo De 1923
Jesús continúa dictando a Josefa Sus secretos acerca de la Eucaristía. El Señor continúa hablando acerca de la castidad y cómo quienes la viven poseen una similitud con El mismo: “Más aún: el alma que vive consagrada a Mí por el voto de castidad, se asemeja también, en cuanto puede la criatura, a Mí que Soy su Creador, y que habiendo tomado la naturaleza humana con sus miserias, He vivido sin la más ligera sombra de mancha. “Así, el alma que hace voto de castidad es una hostia blanca y pura que rinde constante homenaje a la Majestad divina”.

11 de Marzo de 1923
Jesús continúa compartiendo con Josefa Sus innumerables secretos acerca de la Eucaristía. Ella escribe mientras el Señor habla: “Almas religiosas, encontraréis también en la Eucaristía la imagen perfecta de vuestro voto de obediencia. “Pues en esta hostia está cubierta y anonadada la grandeza y el poder de todo un Dios. Allí Me veréis como sin vida. Yo que soy la vida de las almas y el sostén del mundo. Allí, no soy dueño de ir ni de quedarme, de estar solo o acompañado: bajo esta hostia, sabiduría, poder, libertad, todo está escondido. Estas especies de pan son las ataduras que Me atan y el velo que Me cubre. Así el voto de
obediencia es para el alma religiosa la cadena que la ata, el velo que la encubre para que no tenga voluntad, no sabiduría, ni gusto, ni libertad, más que según el beneplácito divino manifestado por sus Superiores”.

13 de Marzo de 1923
El Señor continúa compartiendo con Josefa Sus palabras de amor y entrega por nosotros, así como Su tristeza ante el rechazo o indiferencia que muchas veces recibe. Josefa escribe: “Sí; por todas derramaría Mi Sangre y a todas amaría con gran amor. Mas para muchas este amor sería más delicado, más tierno, más ardiente… De estas almas escogidas esperaba más consuelo y más amor; más generosidad, más abnegación… Esperaba, en fin, más delicada correspondencia a Mis bondades. Y sin embargo… ¡ah! en aquel momento, vi cuántas Me habían de volver la espalda. Unas no serían fieles en escuchar Mi voz…
Otras, la escucharían pero sin seguirla; otras, responderían al principio con cierta generosidad, mas luego, poco a poco caerían en el sueño de la tibieza. Sus obras Me dirían: ya he trabajado bastante; he mortificado mi naturaleza y he llevado una vida de abnegación… Bien puedo permitirme ahora un poco más de libertad. Ya no soy una niña… Ya no hace falta tanta vigilancia ni tanta privación… Me puedo dispensar de lo que me molesta…”.

13 de MARZO de 1923
Josefa escribe cada una de las palabras que Jesús le dice acerca de Su sufrimiento en Getsemaní: “La Sangre que brotaba de todos los poros de Mi Cuerpo, y que dentro de poco saldría de todas Mis
heridas, sería inútil para gran número de almas. Muchas se perderían… ¡Muchísimas Me ofenderían y otras no Me conocerían siquiera!... “Derramaría Mi Sangre por todas y Mis méritos serían aplicados a cada una de ellas… ¡Sangre divina!... ¡Méritos infinitos!... Y sin embargo, inútiles para tantas y tantas almas!...”.

14 de Marzo de 1923 JUDAS
Jesús prosigue compartiendo con Josefa los misterios de Su Pasión y la forma que ellos se relacionan con las almas: “Después que fui confortado por el enviado de Mi Padre, vi que Judas, uno de Mis doce Apóstoles, se acercaba Mí, y tras él venían todos los que Me habían de prender… Llevaban en las manos cuerdas,
palos, piedras y toda clase de instrumentos para sujetarme… “Me levanté y acercándome a ellos, les dije: `a
quién buscáis´? “Entretanto, Judas, poniendo las manos sobre Mis hombros, Me besó… ¡Ah! ¿qué haces, Judas?... ¿Qué significa este beso?... “También puedo decir a muchas almas: ¿qué hacéis?... ¿Por qué Me entregáis con un beso?... ¡Almas a quien amo!... Dime tú que vienes a Mí, que Me recibes en tu pecho… que Me dirás más de una vez que Me amas… ¿No Me entregarás a Mis enemigos cuando salgas de aquí?... Ya sabes que en esa reunión que frecuentas hay piedras que Me hieren fuertemente, es decir,  conversaciones que Me ofenden… ¡y tú que Me has recibido hoy y que Me vas a recibir mañana, pierdes ahí la blancura preciosa de Mi gracia!...

14 de MARZO de 1923
Josefa continúa anotando las Palabras del Señor acerca de cómo las almas pueden en un momento
decirle cuánto Lo aman y luego traicionarlo, como sucedió con Judas: “Amigo, ¿ha qué has venido? ¡Judas! ¿con un beso entregas al Hijo de Dios?...?; ¿a tu Maestro y Señor?... ¿Al que te ama y está dispuesto todavía a perdonarte?... Tú, uno de los doce… uno de los que se han sentado a Mi mesa y que y a quien Yo mismo he lavado los pies… ¡Ah! ¡Cuántas veces he de repetir estas palabras a las almas más amadas de
Mi Corazón! “Alma querida, ¿por qué te dejas llevar de esa pasión?... ¿por qué no resistes?... No te pido que te libres de ella, pues eso no está en tu mano, pero sí pido que trabajes, que luches, que no te dejes
dominar. Mira que el placer momentáneo que te proporciona es como los treinta dineros en que Me
vendió Judas, los cuales no le sirvieron sino para su perdición. “¡Cuántas almas Me habrán vendido y Me venderán por el vil precio de un deleite, de un placer momentáneo y pasajero! ¡Ah, pobres almas! ¿A
quién buscáis?... ¿Es a Mí?... ¿Es a Jesús a quien conocéis, a quien a quien habéis amado y con quien
habéis hecho alianza eterna?...”

14 de Marzo de 1923
“No creáis que el alma que Me vende y se entrega a los mayores desórdenes empezó por una falta
grave. Esto puede suceder, pero no es lo corriente.  En general, las grandes caídas empezaron por poca
cosa: un gustito, una debilidad, un consentimiento quizá lícito pero poco mortificado, un placer no
prohibido pero poco conveniente… El alma se va cegando, disminuye la gracia, se robustece la
pasión, que por último, vence. “¡Ah, cuán triste es para el Corazón de un Dios que ama infinitamente a las almas, ver a tantas que se pierden insensiblemente en el abismo!... “Aquí nos quedaremos por hoy, Josefa; no olvides que no son tus méritos los que Me atraen, sino tu miseria, y la compasión que tengo de ti”.

14 de Marzo de 1923
Jesús continúa narrando a Josefa los misterios de Su Pasión y el mensaje que tiene para las almas: “A otra le diré: ¿seguirás con ese asunto que te ensucia las manos?... ¿No sabes que no es lícito el modo como adquieres el dinero, alcanzas esa aposición, te procuras ese bienestar?... “Mira que obras como Judas: ahora Me recibes y Me besas, dentro de unos instantes o de unas horas, Me prenderán los enemigos y tú mismo les darás la señal para que Me conozcan… Tú también, alma cristiana, Me haces traición con esa amistad peligrosa. No sólo Me atas y Me apedreas, sino que eres causa de que tal persona Me ate y Me apedree también. “¿Por qué Me entregas así, alma que Me conoces y que en más de una ocasión te has gloriado de ser piadoso y de ejercer la caridad?... Cosas todas que, en verdad, podrían hacerte adquirir grandes méritos; más… ¿qué vienen a ser para ti sino un velo que cubre un delito?...

14 de Marzo de 1923
“Dejad que os diga una palabra: velad y orad. Luchad sin descanso y no dejéis que vuestras malas inclinaciones y defectos lleguen a ser habituales… “Mirad que hay que segar la hierba todos los años y
quizás...; en las cuatro estaciones; que la tierra hay que labrarla y limpiarla, hay que mejorarla y cuidar
de arrancar las malezas que en ella brotan. “El alma también hay que cuidarla con mucho esmero, y las! tendenc ias torcidas hay que enderezarlas”.

14 de Marzo de 1923
Jesús, antes de retirarse, dice a Josefa estas palabras, que también reconfortan nuestras almas: “Toma Mi Cruz y no tengas miedo; nunca será mayor que tus fuerzas, porque está a medida y pesada en la balanza del amor. ¡Ah! ¡Cuánto te amo! Y ¡cuánto amo a las almas! …Aunque eres tan pequeña… uniéndote a Mis méritos y a Mi Corazón, puedo utilizar tu pequeñez. Te dejo la Cruz. Sufre por las almas y por Mi amor”.

15 de Marzo de 1923
La Santísima Virgen María dice a Sor Josefa: “Ofrécete a Jesús para curarle las heridas que Le causan los pecados del mundo. Ya sabes cómo goza Su Corazón cuando las almas religiosas se ofrecen a El para consolarle”. Josefa continúa escribiendo el mensaje que Jesús desea que lean las almas por las que El tanto sufrió, particularmente los Sacerdotes y Religiosas: “Sí, almas que he escogido para que seáis Mi descanso y el jardín de Mis delicias; espero de vosotras mucha mayor ternura, mucha más delicadeza, mucho más amor que de otras que no Me están tan íntimamente unidas. “De vosotras espero que seáis el bálsamo que
cicatrice Mis heridas, que limpiéis Mi rostro, afeado y manchado…, que Me ayudéis a dar luz a tantas
almas ciegas, que en la oscuridad de la noche Me prenden y Me atan para darme muerte. “No Me dejéis solo… Despertad y venid…, porque ya llegan Mis enemigos".

15 de Marzo, 1923
Jesús continúa narrando a Josefa lo que desea de las almas, especialmente de los Sacerdotes y las Religiosas, y la forma que El las ayuda: “No Me dejéis solo… Despertad y venid…, porque ya llegan Mis enemigos. “Cuando se acercaron a Mí los soldados para prenderme, les dije: `Yo Soy´. “Lo mismo repito al alma que se acerca al peligro y a la tentación: `Yo Soy; Yo Soy, ¿vienes a prenderme y a entregarme? No importa, ven… Soy Tu Padre y si tú quieres, estás a tiempo todavía; te  perdonaré y en vez de atarme tú con las cuerdas del pecado, Yo te atraeré a ti con ligaduras de amor´.“Ven, Yo Soy… Soy el que te ama y ha derramado toda Su Sangre por ti… El que tiene tal compasión de tu debilidad, que está esperándote con ansia para estrecharte en Sus brazos. “Ven alma de esposa… alma de sacerdote… Soy la misericordia infinita; no temas… No te rechazaré ni te castigaré… Te abriré Mi Corazón y te amaré con mayor ternura que antes. Con la Sangre de Mis Heridas lavaré las manchas de tus pecados, tu hermosura será la admiración de los ángeles y dentro de ti descansará Mi Corazón”.

16 de Marzo de 1923
Jesús retoma Sus Palabras del día de ayer, las cuales Josefa las anota, una a una: “Mis Apóstoles Me habían abandonado…! Pedro, movido de curiosidad, pero lleno de temor, se quedó oculto entre la servidumbre. A Mi alrededor sólo había acusadores que buscaban cómo acumular contra Mí delitos que pudieran encender más la cólera de jueces tan inicuos. Los que tantas veces habían alabado Mis milagros se convierten en
acusadores. Me llaman perturbador, profanador del sábado, falso profeta. La soldadesca, excitada por
las ! calumnia s, profiere contra Mí gritos y amenazas. Aquí quiero hacer un llamamiento de amor a Mis apóstoles y a Mis almas escogidas. “¿Dónde estáis vosotros, Apóstoles y discípulos que habéis sido testigos de Mi vida, de Mi doctrina, de Mis milagros…? ¡Ah!, de todos aquellos de quienes esperaba alguna prueba de amor, no queda  ninguno para defenderme; Me encuentro solo y rodeado de soldados, que como lobos quieren devorarme”.

16 de Marzo de 1923
Josefa pregunta ahora a la Santísima Virgen María  acerca de cómo purificar cada día las acciones y así disminuir nuestro Purgatorio lo más posible. María le responde: Cada noche antes de entregaros al descanso diréis con gran confianza al mismo tiempo con gran respeto estas palabras: `Oh, Jesús, Vos conocíais mi miseria antes de fijar en mí Vuestros ojos, y ella, lejos de hacéroslos apartar, ha hecho que me amaseis con tanta  ternura y delicadeza. Os pido perdón de lo mal que he correspondido hoy a Vuestro amor, y Os suplico me perdonéis y purifiquéis mis acciones en Vuestra Sangre Divina´. `Me pesa haberos ofendido porque sois infinitamente santo. Me arrepiento con toda mi alma y prometo hacer cuanto me sea posible para no  caer más en las mismas faltas”. María agrega: “Después, hija mía, os entregaréis al descanso con
toda tranquilidad”.

17 DE MARZO 1923
Jesús viene horas más tarde a Josefa para  compartir con ella algo de Su sufrimiento la noche previa a Su crucifixión: “Contémplame en la prisión donde pasé gran parte de la noche. Los soldados venían a insultarme de  palabra y de obra burlándose, empujándome, golpeándome… Al fin, hartos de Mí, Me dejaron solo,
atado, en una habitación oscura y húmeda, sin más  asiento que una piedra, donde Mi Cuerpo dolorido se quedó al poco rato, aterido de frío”.

17 DE MARZO DE 1923
Jesús comparte más del impacto profundo que en El tiene nuestro olvido que El está en el Sagrario y nuestro desgano de ir a recibirle en nuestro corazón: “¡Cuántos días espero que tal alma venga a visitarme en el Sagrario y a recibirme en Su  corazón! ¡Cuántas noches Me paso solo y pensando en ella! Pero se deja  absorber por sus ocupaciones o dominar por la pereza, o por el temor de perjudicar su salud, y no viene”.

13 de Noviembre de 1923
Jesús: "deseo que hagan conocer Mis Palabras. Quiero que el mundo entero Me conozca como Dios de amor, de perdón y de misericordia. Yo quiero que el mundo lea que deseo perdonar y salvar... Mis Palabras serán luz y vida para muchísimas almas; todas se imprimirán, se leerán y se predicarán. Yo daré gracias especiales para que produzcan un gran bien y para que sean luz de las almas".



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www.corazones.org Un mensaje del Corazón de Jesús. a Sor Josefa Menéndez. Monja de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. Los llamamientos de amor y misericordia que encierran estas páginas, se  confiaron a una humilde hermanita coadjutora de las religiosas del Sagrado Corazón, fallecida el 29 de Diciembre de 1923 a los treinta y tres años. han sido conservados como un tesoro por la familia
religiosa que los recibió,  hasta ahora, que parece ser el momento indicado de darlos a conocer al mundo,
tan sediento de paz, para  atraerlo suavemente al único y verdadero manantial de confianza y seguridad.
"Yo seguiré hablando y tu  transmitirás mis palabras"- decía el Corazón de Jesús a su confidente-. "No pido
nada nuevo sin duda…  pero, ¿no necesitan reanimar la fe, el amor, la confidencia? Ayúdame en esta obra de amor".  El mismo Señor definía así su obra: "Las palabras y deseos que doy a conocer por tu medio, excitarán el celo de muchas almas e  impedirán la pérdida de un gran número; y comprenderán cada vez más, que la misericordia y el amor de mi corazón son  inagotables. Durante mucho tiempo, quiso el señor mantener oculto el instrumento que se había escogido y le dijo un día: "Tu eres el eco de mi voz"; pero si Yo no hablo ¿que eres, Josefa ? Cincuenta años ha transcurrido en silencio desde la muerte de la humilde religiosa. Pero los favores debidos a su intercesión, al ponerse en evidencia el auténtico valor de su MENSAJE, han movido a la autoridad eclesiástica a darlo a conocer a las almas. ¡ojalá sean muchas las que logren conocer por su medio al Corazón abrasado de amor que hoy se ofrece, una vez más, a las ansias del mundo". Josefa Menéndez nació en Madrid el 4 de Febrero de 1890, en un hogar modesto pero muy cristiano, bien pronto visitado por el dolor. La muerte del padre, dejó a la jovencita como único apoyo de su madre y de dos hermanas, a las que sostenía con su trabajo. Josefa hábil costurera, conoció las privaciones   preocupaciones, el trabajo asiduo y las vigilias prolongadas de la vida obrera, pero su alma enérgica y bien templada vivía ya  del amor del Corazón de Jesús, que le atraía a sí irresistiblemente. Durante mucho tiempo deseó la vida religiosa,  sin que le fuese dado romper los lazos que la unían al mundo; su trabajo era necesario a los suyos y su corazón, tan amante y  tan tierno, no se resolvía a separarse de su madre, que a su vez  creía no poder vivir sin el cariño y el apoyo de su hija mayor.Un día sin embargo, el divino llamamiento se hizo irresistible,   exigiendo los mayores sacrificio. El 5 de Febrero de 1920, Josefa dejaba a su hermana a su  hermana ya en edad al cuidado de su madre y abandonaba su casa y su Patria querida, para seguir más allá de la frontera a Aquél cuyo amor divino y soberano tiene derecho a pedírselo
todo. Sola y pobre se presentó en Poitiers, en el convento del Sagrado Corazón de los Feuillants, santificado en otros tiempos por la estancia en él de Santa Magdalena Sofía Baral. Allí se había
reanudado hacía poco la obra de la Santa Fundadora y a su Sombra florecía de nuevo un Noviciado de Hermanas Coadjutoras del Sagrado Corazón.
Nadie pido sospechar los designios divinos que ya empezaban a ser realidad. Sencilla y laboriosa, entregada por completo a su trabajo y a su formación religiosa, Josefa en nada se distinguía de las demás, desapareciendo en el conjunto. El espíritu de mortificación de que estaba animada, la intensa vida interior
que practicaba, y una como sobrenatural intuición en cuanto a su vocación se refería, llamaba la atención de algunas personas que la trataron con más intimidad. Pero las gracias de Dios permanecieron ocultas a cuantas la rodeaban, y desde el día de su llegada hasta su muerte, logró pasar desapercibida, en medio de la sencillez de una vida de la más exquisita fidelidad.
Y en esta vida oculta, Jesús le descubrió su Corazón. "Quiero – le dijo- que seas el Apóstol de mi Misericordia. Ama y nada temas. Quiero lo que tú no quieres... pero puedo lo que tú no puedes... A pesar de tu gran indignidad y miseria, me serviré de ti para realizar mis designios". Viéndose objeto de estas predilecciones divinas, y ante el MENSAJE que debía transmitir, la humilde Hermanita temblaba y sentía levantarse gran resistencia en su alma. La Santísima Virgen fue entonces para ella la estrella que guía por camino seguro, y encontró en la Obediencia su mejor y único refugio, sobre todo, al sentir los embates del  enemigo de todo  bien, a quien Dios dejó tanta libertad. Su pobre alma experimentó terribles asaltos del  infierno, y en su cuerpo llevó a la tumba las huellas de los combates que tuvo que sostener. Con su vida ordinaria de trabajo callado, generoso v a veces heroico, ocultaba el misterio de gracia y de dolor que lentamente consumía todo su ser. Cuatro años bastaron al Divino Dueño para acabar y perfeccionar su obra en Josefa, y confiarle sus deseos. Como Él había dicho, llegó la muerte en el momento señalado, dando realidad a sus palabras: "Como eres víctima por Mí escogida, sufrirás y abismada en el sufrimiento morirás". Era el sábado 29 de diciembre de 1923. Pronto se dejó sentir la intercesión de Sor Josefa. El Corazón de
Jesús cumplía su promesa: "Este será nuestro trabajo en el cielo: enseñar a las almas a vivir unidas a Mí". y  otro día: "Mis palabras llegarán hasta los últimos confines de la tierra". Su corazón preparaba el camino que hoy descubre al mundo, hambriento de Verdad y de Caridad. Historia sencilla y sublime a la vez la que a las almas presenta el precioso libro: UN LLAMAMIENTO AL AMOR de Sor Josefa Menendez, Religiosa Coadjutora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús. Este opúsculo es mera reimpresión de un capítulo del mismo. UN MENSAJE DEL CORAZON DE JESUS "Quiero que las almas crean en mi  Misericordia, que lo esperen todo de mi Bondad, que no duden nunca de mi Perdón." Yo soy el amor. Mi Corazón no puede contener la llama que constantemente le devora. Yo amo a las almas hasta tal punto, que he dado la vida por ellas. Por su amor he querido  quedarme prisionero en el Sagrario, y hace veinte siglos que permanezco allí noche y día, oculto bajo las especies de pan, escondido en la hostia, soportando por amor, el olvido, la soledad, los desprecios, blasfemias, ultrajes y sacrilegios. El amor a las almas me impulsó a dejarles el sacramento de la Penitencia, para perdonarles, no una vez, ni dos, sino cuantas veces necesiten recobrar la gracia. Este mensaje está sacado de las comunicaciones que Sor Josefa recibió varias veces, durante los últimos meses de los años 1922 y 1923. Allí las estoy esperando; allí deseo que vengan a lavarse de sus culpas no con agua, sino con mi propia Sangre. En el transcurso de los siglos, he revelado de diferentes modos mi amor a los hombres y el deseo que me consume de su salvación. Les he dado a conocer mi propio Corazón. Esta devoción ha sido como una luz que ha iluminado al mundo y hoy es el  medio de que se valen para mover los corazones, la mayor parte de los que trabajan por extender mi Reino.
Ahora quiero algo más; sí, en retorno del amor que tengo a las almas, les pido que ellos me devuelvan amor; pero no es éste mi único deseo: quiero que crean en mi misericordia, que lo esperen todo de mi bondad, que no duden nunca de mi perdón. Soy Dios, pero Dios de Amor. Soy Padre, pero Padre que ama con ternura, no con severidad. Mi Corazón es infinitamente santo, pero también infinitamente sabio; conoce la fragilidad y miseria humana, y se inclina hacia los pobres pecadores con misericordia infinita. Sí, amo a las almas después que han cometido el primer pecado si vienen a pedirme humildemente perdón... ¡Las amo después de llorar el segundo pecado, y si esto se repite no un millar de veces sino un millón de millares, las amo, las perdono y lavo con mi misma Sangre el último pecado como el primero! No me canso de las almas y mi Corazón está siempre esperando que vengan a refugiarse en mí. Tanto más cuanto más miserables sean.
¿Acaso no tiene un padre más cuidado del hijo enfermo que de los que gozan buena salud? ¿No es verdad que para aquél es mucho mayor su ternura y solicitud? De la misma manera, mi Corazón derrama con más largueza su ternura y compasión sobre los pecadores que sobre los justos. Esto es lo que quiero explicar a las almas; Yo enseñaré a los  pecadores que la misericordia de mi Corazón es inagotable, a las almas frías e indiferentes, que mi Corazón es fuego y fuego que desea abrasarlas porque las ama; a las almas piadosas y buenas  que mi Corazón es el camino para avanzar en la perfección y por él llegarán con seguridad, al término de la bienaventuranza. Por último, a las almas que me están consagradas, a los sacerdotes, a los religiosos, a mis almas escogidas y preferidas, les pediré una vez más, que me den su amor y no duden  nunca del mío; pero sobre todo, que me den su confianza y no duden de mi misericordia. ¡Es tan fácil esperarlo todo de mi Corazón! Yo daré a conocer que mi obra se funda sobre la nada y la miseria; éste es el primer eslabón de la cadena de amor que preparo a las almas desde toda la eternidad. Haré que las almas conozcan hasta qué punto las ama y perdona mi Corazón. Penetro el fondo de las almas, sus deseos de  arme gusto, de consolarme y de glorifícarme: y el acto de humildad que sus faltas les obligan a hacer,  viéndose tan débiles, es precisamente lo que consuela y glorifica mi Corazón. No importa que las almas sean débiles. Yo suplo lo que les falta. Les daré a conocer cómo su misma debilidad puede servirme para
dar vida a muchas almas que la han perdido. Daré a conocer que la medida de mi amor y de mi misericordia
para con las almas caídas, no tiene límites…Deseo perdonar... Descanso perdonando….Siempre estoy esperándolas con amor …. ¡Qué no se desanimen! ... ¡Qué vengan! ... ¡Qué se echen sin temor en mis brazos!... ¡Soy su Padre! Muchas almas no comprenden cuánto pueden hacer para atraer a mi Corazón a otras almas que están sumidas en un abismo de ignorancia y no saben cómo deseo que se acerquen a Mí para darles vida... La verdadera vida. Yo te enseñaré mis secretos de amor y tú serás ejemplo vivo de
mi misericordia, pues sí por ti, que eres miseria y nada, tengo tanta predilección y te amo tanto, ¿qué haré con otras almas mucho más generosas que tú? Como no eres nada, ven... entra en mi Corazón... a la nada le es fácil entrar y perderse en este abismo de amor... Así iré consumiendo tu pequeñez y tu miseria... Yo obraré en ti... Hablaré por ti... Me haré conocer por ti... ¡Cuántas almas encontrarán la vida en mis palabras! ¡Cuántas cobrarán ánimo al ver el fruto de sus trabajos! Un actito de generosidad, de paciencia, de pobreza, puede ser un tesoro que gane para mi Corazón gran número de almas. Yo no miro la acción, miro la intención. El acto más pequeño hecho por amor ¡adquiere tanto mérito y puede darme tanto consuelo! ... Mi
Corazón da valor divino a esas cosas tan pequeñas. Lo que Yo quiero es amor... No busco más que amor... No pido más que amor. El alma que sabe hacer de su vida una continua unión con la mía, me glorifica mucho y trabaja útilmente, en bien de las almas. Está, por ejemplo, ejecutando una acción que en sí misma no vale mucho, pero la empapa en mi Sangre o la une a aquella acción hecha por Mí durante mi vida mortal, el fruto que logra para las almas es tan grande o mayor quizá que si hubiera predicado al universo entero; y esto, sea que estudie o que hable, que escriba, ore, barra, cosa, o descanse con tal que la acción reúna dos condiciones: primero que esté ordenada por la obediencia o por el deber, no por el capricho; segundo que se haga en íntima unión conmigo, cubriéndola con mi Sangre y con gran pureza de intención,
¡Cuánto deseo que las almas comprendan esto: Que no es la acción la que tiene en sí valor, sino la intención y el grado de unión con que se hace! Barriendo y trabajando en el taller de Nazaret, di tanta gloria a mi Eterno Padre como cuando prediqué durante mi vida pública. Hay muchas almas que a los ojos del mundo tienen un cargo elevado, y en él, dan grande gloria a mi Corazón es cierto, pero tengo muchas otras, que, escondidas y en humildes trabajos, son  obreras muy útiles a mi viña porque es el amor el que las mueve y saben envolver en oro sobre natural las acciones más pequeñas  empapándolas en mi Sangre.Si desde por la mañana se unen a Mí y ofrecen el día con ardiente deseo de que mi Corazón se sirva de sus acciones para provecho  de las almas, y van, hora por hora y momento por momento cumpliendo por amor con su deber. ¡Qué tesoros adquieren en un día! ... ¡Yo les iré descubriendo más y más mi amor! ... ¡Es inagotable! ... ¡Y es tan fácil al alma que ama dejarse guiar por el amor! Escribe aún para las almas que amo: Quiero que entiendan bien el  deseo que me consume de su perfección y cómo esta perfección consiste en hacer en íntima unión conmigo las acciones comunes  y ordinarias. Si mis almas lo comprenden bien, pueden divinizar sus obras y su vida y ¡cuánto vale un día de vida divina! Cuando un alma arde en deseos de amar, no hay para ella cosa  difícil; mas cuando se encuentra fría y desalentada, todo se le hace arduo y penoso... Que venga entonces a cobrar fuerzas en mi Corazón... Que me ofrezca su abatimiento, que lo una al ardor que
me consume y que tenga la seguridad de que un día así empleado,  será de incomparable precio para las almas. ¡Mi Corazón conoce todas las miserias humanas y tiene gran compasión de ellas! No deseo tan sólo que las almas se unan a Mí de una manera generosa: quiero que esta unión sea constante, íntima como es la
unión de los que se aman y viven juntos; que aun cuando siempre no están hablando, se miran y se guardan mutuas delicadezas y atenciones de amor. Si el alma está en paz y en consuelo, le es fácil pensar en Mí; pero
si está en desolación o angustia, que no tema. ¡Me basta una mirada! ... La entiendo y, con sólo esta mirada, alcanzará que mi Corazón la colme de las más tiernas delicadezas. Yo iré diciendo a las almas cómo las ama mi Corazón: quiero que me conozcan bien y así me hagan conocer a aquéllas que mi amor les confíe.
Deseo con ardor que todas las almas fijen en Mí los ojos para no apartarlos ya más, que no haya entre ellas medianías cuyo origen, la mayor parte de las veces, es una falsa comprensión de mi amor. No; amar a mi Corazón no es difícil ni duro; es fácil y suave. Para llegar a un alto grado de amor no hay que hacer cosas
extraordinarias; pureza de intención en la acción más pequeña como en la más grande; unión íntima con mi Corazón y el amor hará lo demás... Mi Corazón no es solamente un abismo de amor, es también un
abismo de misericordia; y conociendo todas las miserias del corazón humano de las que no están exentas las almas que más amo, he querido que sus acciones, por pequeñas que sean en sí, puedan por Mí alcanzar un valor infinito, en provecho de los pecadores y de las almas que necesitan ayuda. No todas pueden predicar ni ir a evangelizar en países salvajes. Pero todas, sí, todas pueden hacer conocer y amar a mi Corazón,
todas pueden ayudarse mutuamente y aumentar el número de los escogidos, evitando que muchísimas almas se pierdan eternamente; y todo esto por efecto de mi amor y de mi misericordia. Cuando un alma tiene generosidad bastante para darme gusto en todo lo que le pido, recoge un gran tesoro para sí y para las  almas y aparta a muchas del camino de la perdición. Las almas que mi Corazón escoge están encargadas de distribuir al mundo mis gracias, por medio de su amor y de sus sacrificios. Sí, el mundo está lleno de peligros... ¡Cuántas almas arrastradas al mal, necesitan de una ayuda constante, ya visible, ya invisible! ¡Ay!, lo repito: ¿Se dan cuenta mis almas escogidas de cuánto bien se privan y privan a las almas por falta de generosidad? Ofrece tu vida aunque sea imperfecta, para que todas entiendan qué misión tan hermosa pueden realizar, con sus obras ordinarias, con su trabajo cotidiano. Que sepan a qué grado de intimidad las llamo, y cómo quiero que sean celadoras de mi gloria y de mis intereses; hay muchas que lo comprenden, pero otras no lo saben bastante...  Mi amor transforma sus menores acciones dándoles un valor infinito. Pero va todavía más lejos: mi Corazón ama tan tiernamente a las almas que se sirve aún de sus miserias y debilidades y muchas veces hasta de sus mismas faltas, para la salvación de otras almas. Efectivamente, el alma que se ve llena de miserias, no se atribuye a sí misma nada de bueno y sus flaquezas la obligan a  revestirse de cierta humildad, que no tendría si se encontrase menos imperfecta. Así, cuando en su trabajo, o en su cargo apostólico se siente  incapaz y hasta experimenta repugnancia para dirigir a las almas hacia una perfección, que ella no tiene, se ve como forzada a anonadarse; y si conociéndose a sí misma recurre a Mí, me pide  perdón de su poco esfuerzo e implora de mi Corazón valor y fortaleza... ¡Ah!, entonces ¡no sabe esta alma con cuánto amor se fijan en ella mis ojos, y cuán fecundos hago sus trabajos!... Hay otras almas que son poco generosas para realizar con constancia los esfuerzos y sacrificios cotidianos. Pasan su vida
haciendo promesas, sin llegar nunca a cumplirlas. Aquí hay que distinguir: si esas almas se acostumbran a prometer pero no se imponen la menor violencia ni hacen nada que pruebe su abnegación ni su amor, les diré esta palabra: ¡cuidado; no prenda el fuego en toda esa paja que habéis amontonado en los graneros o que el viento no se la lleve en un instante! ... Hay otras almas y a ellas me refiero, que al empezar el día, llenas de buena voluntad, y con gran deseo de mostrarme su amor, me prometen abnegación y generosidad en esta o aquella circunstancia; y cuando llega la ocasión, su carácter, su salud, el amor propio, les impide realizar lo que con tanta sinceridad prometieron horas antes. Sin embargo, reconocen su falta, se humillan, piden perdón, vuelven a prometer. ¡Ay!, que estas almas sepan que me han agradado tanto como si nunca me hubiesen ofendido (1). No me importan las miserias, lo que quiero es amor. No me importan las flaquezas, lo que quiero es confianza. El amor todo lo transforma y diviniza y la misericordia todo lo perdona. Mi  Corazón es todo amor y el fuego que me abrasa consume todas las miserias. ¡Quiero perdonar! ¡Quiero reinar! ...  Deseo derramar mi paz por todas las partes del mundo. Este es el fin que
quiero realizar, esta es mi obra de Amor. Para reparar las ofensas de los hombres, elegiré víctimas que
alcancen el perdón... sí, el mundo está lleno de almas que desean  complacerme... Aún hay almas generosas que me dan cuanto  tienen, para (1) Nuestro Señor distingue aquí bien claramente entre las faltas veniales de costumbre consentidas 0 no combatidas, y las que son sólo faltas de fragilidad, pero reparadas. Expresa con estas palabras que la reparación voluntaria le  consuela más que lo que el alma le ofendió, por su fragilidad. Efectivamente el acto de humildad, de confianza y de generosidad que supone, la reparación exige una voluntad constante y plena que no existe, sino parcialmente, en la falta de fragilidad. que me sirva de ello según mi deseo y voluntad. Quiero conquistar los corazones por la fuerza de mi amor, Quiero que las almas se dejen penetrar por la verdadera luz. Quiero que los niños, esos corazones inocentes, que no me conocen y crecen en el hielo de la indiferencia, ignorando lo que vale su alma….sí, quiero que esas almitas que son mis delicias, encuentren un asilo donde les enseñen a conocerme y donde crezcan en el temor de mi ley y el amor de mi Corazón.  Mi deseo es el que seáis el combustible de este fuego que quiero derramar sobre la tierra, porque de nada sirve encender la llama si no hay con qué alimentarla. Por eso quiero formar una cadena de almas encendidas en el amor, en ese amor que se confía y lo espera todo de mi Corazón, a fin de que, inflamadas ellas, lo comuniquen al mundo entero. No penséis que voy a hablaros de otra cosa que de la Cruz. Por ella he salvado a los hombres, por ella quiero atraerlos ahora a la verdad de la fe y al camino del amor. Os manifestaré mis deseos: He salvado al mundo desde la Cruz, o sea, por medio del sufrimiento.
Ya sabéis que el pecado es una ofensa infinita; por eso os pido  que ofrezcáis vuestros trabajos y sufrimientos, unidos a los méritos infinitos de mi Corazón... Inculcad a las almas, con quienes estáis en contacto, el amor y la confianza... Empapadlas en amor, en confianza, en la bondad y misericordia de mi Corazón. Y cuando tengáis ocasión de darme a conocer decidles que no me teman porque soy Dios de amor. Tres cosas especialmente os pido: 1ª El ejercicio de la Hora Santa; por él se hace a Dios Padre,
reparación infinita, en unión y por medio de Jesucristo su Divino Hijo. 2.ª La devoción de los Cinco  Padrenuestros a mis llagas, pues por  ellas ha recibido el mundo la salvación. 3.ª En fin, la unión constante, o sea, el ofrecimiento cotidiano de los méritos de mí Corazón, porque así lograréis que vuestras acciones tengan valor infinito, Valerse continuamente de mi Sangre, de mi vida, de mi Corazón; confiar  incesantemente y sin temor en mi Corazón; he aquí un secreto desconocido para muchas almas... Quiero que lo conozcáis y que sepáis aprovecharlo. Ahora quiero hablar a mis almas consagradas, para que puedan
darme a conocer a los pecadores y al mundo entero, Muchas no saben aún penetrar mis sentimientos: me tratan como a alguien con quien no se tiene confianza y que vive lejos de ellas. Quiero que aviven su fe y su amor y que su vida sea de confianza y de intimidad con Aquél a quien aman y que las ama. De ordinario el hijo mayor es el que mejor conoce los sentimientos y los secretos de su padre; en él deposita su confianza más que en los otros que, siendo más pequeños, no son capaces de interesarse en las cosas serias y no fijan la atención sino en las superficiales; si el padre muere, es el hijo mayor el que transmite a sus hermanos menores los deseos y la última voluntad del padre... En mi Iglesia hay también hijos mayores; son las almas  que yo me he escogido. Consagradas por el sacerdocio o por los votos religiosos viven más cerca de Mí y Yo les confío mis secretos... Ellas son, por su ministerio o por su vocación, las encargadas de velar sobre mis hijos más pequeños, sus hermanos: y unas veces directa, otras indirectamente, de guiarlos, instruirlos y
comunicarles mis deseos.  Si esas almas escogidas me conocen bien, fácilmente podrán darme a conocer; y si me aman, podrán hacerme amar... Pero, ¿cómo enseñarán a las demás si ellas me conocen poco? ...  ahora bien, Yo pregunto: ¿es posible amar de veras a quien apenas se conoce?... ¿Se puede hablar íntimamente con aquél de quien vivimos alejados o en quien no confiarnos bastante? ... Esto es precisamente lo que quiero recordar a mis almas escogidas... nada nuevo, sin duda, pero ¿no necesitan reanimar la fe, el amor, la confianza? Quiero que me traten con más intimidad, que me busquen en ellas, dentro de ellas mismas, pues ya saben que el alma en gracia es morada del Espíritu Santo; y allí que me vean como soy, es
decir, como Dios, pero Dios de amor... Que tengan más amor que temor, que sepan que Yo las amo y que no lo duden; pues hay muchas que saben que las escogí porque las amo; pero cuando sus miserias y sus faltas las agobian se entristecen creyendo que no les tengo ya el mismo amor que antes. Estas almas no me conocen; no han comprendido lo que es mi Divino Corazón... porque precisamente sus miserias y sus faltas
son las que inclinan hacia ellas mi bondad. Si reconocen su impotencia y su debilidad, y se humillan y vienen    Mí llenas de confianza, me glorifican mucho más que antes de haber caído. Lo mismo sucede cuando me piden algo para sí o para los demás... si vacilan, si dudan de Mí, no honran a mi Corazón. Cuando el Centurión vino a pedirme que curase a su criado, me dijo con gran humildad: "Yo no soy digno de que Vos vengáis a mi casa": mas, lleno de fe y de confianza añadió: "Pero, Señor, decid sólo una palabra y mi criado quedará curado..." Este hombre conocía mi Corazón. Sabía que no puedo resistir a las súplicas del alma que todo lo espera de Mí. Este hombre me glorificó mucho, porque a la humildad añadió firme y entera confianza. Sí, este hombre conocía mi Corazón, y sin embargo, no me había manifestado a él como me manifiesto a mis almas escogidas. Por medio de la confianza, obtendrán copiosísimas gracias para sí mismas y para otras almas. Quiero que profundicen esta verdad porque deseo que revelen los caracteres de mi Corazón a las pobres almas que no me conocen. Entre las almas que me están consagradas hay pocas que tengan verdadera fe y confianza en Mí, porque son pocas las que viven en unión íntima conmigo. Quiero que sepan cuánto deseo que cobren nuevo aliento y se renueven en esta vida de unión y de intimidad... Que no  se contenten con hablarme en la iglesia, ante el Sagrario --es verdad que allí estoy, pero también vivo en ellas, dentro de ellas y me deleito en identificarme con ellas. Que me hablen de todo: que todo me lo consulten; que me lo pidan todo. Vivo en ellas para ser su vida y habito en ellas para ser su fuerza. Allí en el interior de su alma, las veo, las oigo y las amo; ¡y espero correspondencia al amor que les tengo! Hay muchas almas que por la mañana hacen oración, pero es más una fórmula que una entrevista de amor. Luego oyen o celebran Misa, me reciben en la Comunión y, cuando salen de la iglesia, se absorben en sus quehaceres hasta tal punto, que apenas me vuelven a dirigir una palabra. En esta alma estoy como en un desierto. No me habla, no me pide nada y ocurre muchas veces, que si necesita consuelo, antes lo pedirá a una criatura a quien tiene que ir a buscar, que a Mí, que soy su Creador, que vivo y estoy en ella. ¿No es esto falta de unión, falta de vida interior, o, lo que es lo mismo, falta de amor? También quiero recordar a las almas consagradas, que las escogí de un modo especial para que, viviendo en íntima unión conmigo, me consuelen y reparen por los que me ofenden. Quiero recordarles que están obligadas a estudiar mi Corazón para participar de sus sentimientos y poner por obra sus deseos, en cuanto les sea posible.
Cuando un hombre trabaja en campo propio, pone empeño en  arrancar todas las malas hierbas que brotan en él y no ahorra trabajo ni fatiga hasta conseguirlo. Así quiero que trabajen las almas escogidas cuando conozcan mis deseos; con celo y con ardor, sin perdonar trabajo ni retroceder ante el sufrimiento, con tal de aumentar mi gloria y de reparar las ofensas del mundo.  Escribe, pues, para mis almas consagradas, mis sacerdotes, mis religiosos y religiosas, todos están llamados, a una íntima unión conmigo, a vivir a mi lado, a conocer mis deseos, a participar de mis alegrías, de mis tristezas. Ellas están obligadas a trabajar en mis intereses, sin perdonar esfuerzo ni sufrimiento. Ellas, sabiendo que tantas almas me ofenden, deben reparar con sus oraciones, trabajos y penitencias. Ellas, sobre todo, deben estrechar su unión conmigo y no dejarme
solo. Esto no lo entienden muchas almas. Olvidan que a ellas corresponde hacerme compañía y consolarme.
Ellas han de formar una liga de amor que, reuniéndose en torno de mi Corazón, implore para las almas luz y perdón. Y cuando, penetradas de dolor por las ofensas que recibo de todas partes, ellas, mis almas  escogidas, me pidan perdón y se ofrezcan para reparar y para trabajar en mi Obra, que tengan entera confianza, pues no puedo resistir a sus súplicas, y las despacharé del modo más favorable. Que todas se apliquen a estudiar mi Corazón... Que profundicen mis sentimientos, que se esfuercen en vivir unidas a Mí, en hablarme, en consultarme... Que cubran sus acciones con mis méritos y con mi Sangre, empleando su vida en trabajar por la salvación de las almas y en acrecentar mi gloria. Que no se empequeñezcan  considerándose a sí mismas, sino que dilaten su corazón al verse revestidas del poder de mi Sangre y de
mis méritos. Si trabajan solas, no podrán hacer gran cosa; mas si trabajan conmigo, a mi lado, en mi nombre y por mi gloria, entonces serán poderosas. Que mis almas consagradas reanimen sus deseos de reparar y
pidan con gran confianza que llegue el día del Divino Rey, el día de mi reinado universal. Que no teman, que esperen en Mí, que confíen en Mí. Que las devore el celo y la caridad hacia los pecadores. Que les
tengan compasión, que rueguen por ellos y los traten con dulzura. Que publiquen en el mundo entero mi bondad, mi amor y mi misericordia. Que en sus trabajos apostólicos, se armen de oración, de penitencia y, sobre todo, de confianza, no en sus esfuerzos personales, sino en el poder y en la bondad de mi Corazón que las acompaña. En vuestro nombre, Señor, obraré, y sé que seré poderoso.  Esta es la oración que hicieron mis apóstoles, pobres e ignorantes, pero ricos y sabios, con la riqueza y sabiduría divinas
A.M.D.G.
"Hija mía, quiero enseñarte una lección de gran provecho: el demonio es como un perro furioso, pero está atado; es decir, que sólo tiene cierta libertad. No puede devorar sino a quién se acerca a él.Pero su astucia es tal, que cuando quiere alcanzar una presa, se presenta como un manso cordero. Esto es la mayor parte de las veces. El alma, sin darse cuenta, va paso a paso, acercándose y y cuando ya está a su alcance,  descubre el demonio su malicia. No te descuides hija, sobre todo cuando le creas lejos.
(Palabras de la Santísima Virgen a sor Josefa)

Novena a sor Josefa Menendez
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