San Miguel Arcángel pesando las almas en el Juicio Final

domingo, 24 de diciembre de 2017

‘Libérame’, un documental que reivindica la figura del exorcista

18 diciembre, 2017








Un reportaje que supone un testimonio sobre la constante acción del demonio en nuestros días y una llamada de atención sobre el modo de vida de nuestra sociedad, poco acorde con lo que desea Dios, pero muy afín con lo que desea el demonio.


A veces, el cine te sorprende en el aspecto religioso, puesto que presenta un discurso muy elocuente acerca de la fe. En este caso, ese acierto proviene de un documental que ha pasado desapercibido por nuestras pantallas, pero que ha cosechado algún éxito en su país de origen, Italia; estamos hablando de Libérame (Federica Di Giacomo, 2016), una película que pretende reivindicar la figura del exorcista. En efecto, en un momento de la historia en que se ha cumplido aquella famosa máxima sobre el triunfo del diablo, es decir, el hacernos creer que no existe, este reportaje no solo viene a delatarnos su presencia entre nosotros, sino también a recordarnos el modo de evitarlo: la oración, los sacramentos y, llegado el caso, el exorcismo.



Pero vayamos por partes. El documental parece dar por supuesto que el espectador conoce la función del exorcista, es decir, la expulsión del demonio del interior de una persona que haya sido poseída por él; sin embargo, y en este mismo sentido, también parece pretender la desmitificación de su imagen, que tal vez haya sido desvirtuada por el séptimo arte, pese a contar en su haber con una de las mejores cintas de la historia dedicada a su labor: El exorcista (William Friedkin, 1973). Por esta razón, en ningún momento recurre a la espectacularidad propia del arte de Hollywood ni a las recreaciones más o menos ficticias, sino solo a la cotidianidad de un sacerdote que atiende con diligencia los problemas espirituales de su feligresía; así, lo que vemos en él es más parecido a un veraz reality show televisivo que a cualquiera de las películas sobre el diablo que atestan nuestras pantallas.

Aunque parezca que la expresión reality show sea desacertada para describir un problema tan serio como es la posesión demoníaca, la verdad es que no existe otra para definir mejor este documental. Como hemos dicho, se caracteriza por la cotidianidad de sus imágenes, así que la cámara sigue en todo momento tanto al sacerdote protagonista como a los feligreses más atribulados; especialmente, hace hincapié en un par de personas que, lejos de haber caído en las redes del maligno a través de la ouija, el esoterismo o una secta de corte satánico, lo ha hecho mediante cosas tan aparentemente banales como el divorcio, el aborto, las drogas o el dejar de ir a misa los domingos (por supuesto, nos referimos a la banalidad que hoy atribuye nuestro mundo a estos asuntos de extrema gravedad, una prueba más de esa victoria alcanzada por el diablo en nuestros días). De esta forma, el reportaje es una llamada de atención sobre el modo de vida de nuestra sociedad, poco acorde con lo que desea Dios, pero muy afín con lo que desea el demonio.

Evidentemente, ello no es óbice para que el documental ofrezca imágenes reales sobre posesiones demoníacas y sus consecuentes exorcismos, aunque estas, como decimos, se alejan de aquello que nos ha enseñado el cine: de esta manera, no hay vómitos verdes, cabezas giratorias ni levitaciones sobre la cama, sino desmayos, voces amenazantes, blasfemias e insultos al sacerdote (que aquellos hechos tengan lugar, es indudable; sin embargo, y tal vez por su carácter esporádico, la directora de la cinta haya querido prescindir de ellos y centrarse más en estos últimos); asimismo, tampoco vemos a exorcistas luchando a brazo partido contra Satanás, como si de un pugilato se tratase, sino piadosas celebraciones de la santa misa, confiadas imposiciones de manos e ininterrumpidas salmodias de los padrenuestros y de las avemarías que conforman la oración del santo rosario. Pero sobre todo somos testigos de los sabios consejos del experimentado sacerdote, que impele a los liberados una y otra vez a la conversión constante, puesto que, de lo contrario, se arriesgan a un retorno del diablo mucho más peligroso: “Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio” (Lc. 11, 26).

En definitiva, nos hallamos ante un testimonio muy acertado sobre la constante acción del demonio en nuestros días, la cual, aunque haya sido ignorada por nosotros, persiste en su deseo de condenarnos eternamente en el infierno; por este motivo, también se trata de una llamada de atención sobre nuestros hábitos, que han olvidado a Dios y que, por ende, nos han acercado más al maligno, que no deja de acecharnos con el fin citado. Esto ha desembocado en un asombroso aumento del número de exorcistas, como se indica en los créditos del reportaje, donde, por cierto, se señala que uno de los lugares que ha visto incrementado estos efectivos es nuestro país. Por esta razón decíamos al comenzar nuestro texto que el cine nos sorprende a veces, puesto que nos demuestra que no solo es un arte consagrado al ocio, sino que también nos advierte sobre los graves problemas que nos atenazan; en este caso, los espirituales.
(https://infovaticana.com/2017/12/18/liberame-documental-pretende-reivindicar-la-figura-del-exorcista/)

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