San Miguel Arcángel pesando las almas en el Juicio Final

lunes, 21 de mayo de 2018

San Juan María Vianney: "Muchas madres se engañan con una falsa piedad"

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"Son muchos los que ponen toda su confianza en alguna virtud, la cual practican porque su inclinación los lleva a ello; por ejemplo: una madre vivirá muy confiada porque reparte algunas limosnas, practica con asiduidad sus oraciones, frecuenta los sacramentos, y hasta lee libros piadosos; pero ella misma ve sin inquietarse cómo sus hijos van dejando las practicas de piedad y se apartan de los sacramentos. Sus hijos no cumplen con la Pascua; más su madre les permite concurrir a veces a lugares de placer, a bailes, a bodas, a reuniones mundanas; le gusta que sus hijas figuren en sociedad, pues cree que, si no frecuentan esos sitios mundanos, pasaran inadvertidas y no tendrán ocasión de colocarse ventajosamente. No hay duda que así pasarían más inadvertidas, pero para los libertinos; no tendrían ocasión de establecerse con aquellos que después las van a maltratar cual viles esclavas. Mas lo que preocupa a esa madre es verlas bien acomodadas, verlas en compañía de jóvenes de posición. Y con esto y algunas oraciones y buenas obras que práctica, la infeliz se figura andar por el camino del cielo.
Pobre madre, sois una ciega, una hipócrita; no poseéis más que una apariencia de virtud. Andáis confiada porque practicáis la visita al Santísimo Sacramento: no hay duda que es ello una obra buena; pero vuestra hija está en el baile, vuestra hija se deja ver en el café en compañía de gente libertina, de cuyas bocas salen con frecuencia las más inmundas torpezas; vuestra hija, por la noche, está donde no debiera estar. Vamos, madre ciega y reprobada, salir de aquí, dejad vuestras oraciones; ¿ no veis que vuestra conducta se asemeja a la de los judíos, quienes doblaban la rodilla ante Jesús, sólo para simular que le adoraban? ¡Venís a adorar al buen Dios, mientras vuestros hijos están a punto de crucificarle! ¡Pobre ciega!, no sabéis ni lo que decís, ni lo que hacéis; vuestra oración no es más que una injuria inferida a Dios Nuestro Señor. Comenzad saliendo en busca de vuestra hija que está perdiendo su alma; después podréis venir aquí para implorar de Dios vuestra conversión".
San Juan María Vianey.

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